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Colapsos de porteadores, colas, hasta fuegos provocados
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Las fuerzas de seguridad tuvieron que apoyar a los Bomberos para sofocar las llamas tras quemarse cartones
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El tráfico intentaba ser regulado por la Policía Local mientras Guardia Civil lo hacía con el porteo.
Caos en la carretera de la frontera. Entradas a la barriada del Príncipe y al Hospital Universitario colapsadas por interminables colas de vehículos que ya, a las siete de la tarde de ayer, alcanzaban la Almadraba. Es la historia que nunca termina, la que siempre se repite sin motivo alguno, la que deja en evidencia la realidad fronteriza y la nula operatividad de quienes supuestamente asesoran para la finalización de estos conflictos.
Ayer, el desconcierto que ‘reina’ en la zona fue aprovechado por algunos para encender, aún más, una situación ya de por sí preocupante. Uno o más desconocidos prendieron fuego a los cartones y plásticos acumulados en la pista conocida popularmente como del Jato. Hasta allí, se tuvo que desplazar una dotación de Bomberos que se encargó de sofocar las llamas, no sin antes sortear las retenciones en el tráfico escoltados por los coches patrulla. El hueco vallado después de haberse derribado la antigua escalera que comunicaba los polígonos con la carretera se convirtió en un foco de humo y llamas ante la mirada de cientos de porteadores con su mercancía que se habían quedado atrapados en Ceuta, ante la nula salida a esos bultos que se permitía al otro lado del paso, en zona marroquí. El espectáculo, ya de por sí a diario deprimente, ayer se tornaba en más tercermundista. Humo, llamas, porteadores en la playa, colas, una frontera bloqueada, el servicio público sin poder trabajar, las comunicaciones cortadas para todos los vehículos...
La Policía Local intentó devolver el orden donde solo imperaba el caos. Los cruces fueron tomados por sus agentes, que trataron así de normalizar el tráfico. Hasta el lugar se desplazó el superintendente de la Policía Local, Sebastián Vega.
Desde las cinco de la tarde una cantidad ingente de coches aguardaba para cruzar a Marruecos. La fluidez se vio notablemente ralentizada y muchos, incluso, optaron por apagar los motores en previsión de la larga espera que les deparaba la tarde. Tanto en el Jato como en la playa del Tarajal, los porteadores permanecían atentos a que las fuerzas de seguridad autorizasen la entrada de mercancías a pie. La Guardia Civil se encargó de acumularlos en la subida al Príncipe Felipe, intentando así poner remedio a una situación que es imposible de controlar, primero por la falta de espacio; segundo por la ratonera en que termina formándose todo este escenario y, tercero, por la cantidad de personas que quedan retenidas cuyo único interés es cruzar al otro lado ya que si dejan la mercancía en Ceuta terminan perdiéndola.
Y en medio de todo esto los delincuentes que asoman cuando hay conflictos para intentar atracar a los marroquíes o amenazarles para que les den dinero y no perder así los bultos que portan.
De nuevo el Tarajal mostrando su peor cara, la que ya se ha convertido en el día a día de un espacio en el que prima el caos, que absorbe muchos de los recursos de las fuerzas de seguridad y que deja a cuantiosas víctimas de la inoperancia en el camino.