El miércoles 10 de mayo por la tarde me enteraba por las redes sociales del fallecimiento del buen amigo y gran fotógrafo José Juan Gutiérrez Álvarez (Ceuta 1952-2017) más conocido por todos como Pepe Gutiérrez. Conocía de primera mano sus graves problemas de salud y su lucha titánica contra la enfermedad, pero creo que a todos nos ha sorprendido esta partida tan súbita e inesperada.
El jueves tuve la oportunidad de asistir a su funeral y poder darle mi más sinceras condolencias a su mujer Reme y a sus dos hijas (las niñas de sus ojos) y otros familiares. Desde la distancia le ofrecí mis pranams (respetos con las palmas de las manos juntas) al féretro que contenía el cuerpo de Pepe. Su alma se ha marchado a otra dimensión, un lugar repleto de paz y luz, un merecido descanso para Pepe, estoy seguro que desde allí seguirá velando por su familia y demás seres queridos.
Pepe, el hombre de la mirada profunda
De sobra son conocidos sus méritos como funcionario del ayuntamiento, un trabajador honrado y cumplidor. Sus dotes como escritor en publicaciones tan entrañables como Mohamed el Anticuario, los dos volúmenes de Ceuta en América, y su “magnum opus” Ceuta: Entre la Luz y el Mar. Este es un hermoso libro con cientos de fotografías, donde tengo el honor de aparecer inmortalizado en varias de sus páginas. De todos ellos, guardo con gran cariño en mi biblioteca ejemplares dedicados y firmados por Pepe, que para mí tienen un valor incalculable. Su amor por la fotografía, le viene desde muy temprana edad, su afán por “capturar” paisajes, momentos, personas y el tener esa capacidad de superación y adaptarse a los desafíos de los avances tecnológicos en el campo de la fotografía le dan un gran valor a su obra, que ha sido reconocida tanto a nivel local, nacional e internacional con numerosos premios y menciones. En el año 2006 forme parte del jurado que le otorgo el Premio de las Artes y la Cultura, siendo su candidatura la más votada con diferencia. Hombre de familia, siempre muy enamorado de su mujer, le gustaba presumir de sus hijas y nietos. Me gustaría destacar su mirada profunda, impoluta, con unos ojos claros que yo podía sentir que te penetraban y podían ver dentro de ti, lo que pensabas, lo que sentías. A pesar de su cuerpo imponente y voz de trueno, era una persona muy campechana, cercana y siempre dispuesta a ayudar en lo que estuviera en sus manos. Se echaran muy en falta sus cursos, exposiciones y “quedadas fotográficas” pero sobre todo echaremos de menos su sonrisa y su mirada profunda.
Carta abierta a mi amigo Pepe
Querido Pepe, nos conocimos en el año 2003 en el salón del trono de la Asamblea en la presentación del primer volumen de tu libro Ceuta en América. Ese mismo año nos tocó compartir mesa en un almuerzo ofrecido por El Faro a sus colaboradores, allí pudimos charlar un largo rato y conocernos mejor, compartíamos aficiones por la fotografía, viajar a países lejanos y conocer otras culturas. Desde aquel día, hemos tenido la oportunidad de coincidir en numerosas ocasiones a lo largo de todos estos años, ahí estaba yo en tus exposiciones fotográficas, tu asistiendo a las presentaciones de mis libros. En el 2008 estuviste en la celebración de Krishna Janmashtami que fotografiaste ampliamente y a la que ya no faltarías en los sucesivos años. Algunas de esas fotos ilustraron tu libro sobre Ceuta, en el apartado de hinduismo y con tu generoso permiso formaron parte de algunas de mis publicaciones.
También asistirías como amigo y nuestro querido fotógrafo “oficial” a varias celebraciones de Diwali que quedaron inmortalizadas para la posteridad a través de tu cámara. A pesar de tus profundas convicciones cristianas, siempre fuiste muy respetuoso con otros credos, pero sentías una especial afinidad por el hinduismo. Te encantaba ver, aprender y fotografiar los rituales hindúes, su colorido y simbología. Sentías una atracción especial por Ganesha, el señor de los comienzos, aquel que remueve los obstáculos, y nunca olvidare la cara de alegría que pusiste cuando te lleve a tu trabajo una imagen tallada en piedra de Ganesha, imagen que te acompaño allí en la oficina de actas hasta tu jubilación.
Cuando nacieron tus nietos me pediste que les hiciera su carta astral e incluso le puse sus nombres hindúes de acuerdo a las constelaciones. Siempre que nos veíamos por la calle e ibas con tu nieto el mayor, me decías: “has acertado de pleno, vaya torbellino”.
En los momentos difíciles de mi vida, ante los continuos desprecios y persecuciones de la “mano negra” y sus aliados me decías: “niño, es lo que toca ahora, paciencia, no desesperes, tu sigue centrado en lo tuyo que vas muy bien, estos no van a estar siempre, ya caerán”.
Aunque siempre teníamos contacto por teléfono y correo electrónico, la última vez que nos vimos fue en octubre del año pasado. Quedamos, porque querías comprarme unas entradas para el evento de Diwali, me distes más dinero de lo que costaban y cuando te fui a dar el cambio dijiste: “no me devuelvas nada, esto considéralo una aportación a tu causa” tan generoso como siempre. Mis continuos viajes no me permitieron asistir a la inauguración de la que sería tu última exposición, siempre que pasaba por el museo del Revellín me asomaba a ver si te veía, pero no tuve esa suerte. Como sé que te gustan los datos, y siempre que te contaba algo sacabas tu cuaderno moloskine y lo anotabas, te puedo decir que de acuerdo a la fe hindú te has ido en un día muy auspicioso: Vaisakha Purnima en día de luna llena, en Budha Jayanti, el día de la aparición de Budha, y un día después de Narasimha Chaturdasi, el señor protector de los devotos, así que tanto de acuerdo al hinduismo como al cristianismo desde donde estés, estarás rezando por nosotros y haciendo fotos desde arriba.
Desde nuestro primer encuentro me expresaste tu intenso deseo de viajar a la India, paraíso de los fotógrafos. Algún que otro plan hicimos pero la providencia no quiso que se manifestara, al menos en esta vida. Como bien sabes, se dice que la fotografía capta la energía, una parte del alma de la persona fotografiada, entonces parte de tu energía ha quedado inmortalizada en tu foto. Te prometo que en mi próximo viaje a la India, llevare una foto tuya (la que elija tú familia) y así podrás acompañarme a visitar lugares sagrados y templos, una pequeña esencia de ti visitara al fin la Madre India. Amigo Pepe, te voy a echar mucho de menos, para mi eras como un hermano mayor. Allá donde estés sigue fotografiando con tu mirada pura y profunda. Te mando un fuerte abrazo y como siempre decíamos al despedirnos: Om Shanti (Dios danos paz).
*Es sacerdote hindú, profesor de yoga, escritor y conferenciante.