Ayer, entre clases, recibí la triste noticia del fallecimiento de nuestro amigo, y socio de Septem Nostra, Manolo Mata. En ese momento llovía de manera copiosa y las gotas procedentes del cielo se mezclaron con mis lágrimas por la pérdida de una persona a la que amaba. Sí, a los amigos también se les ama y no pasa nada por decírselo y compartir este sentimiento con los demás, aunque sea de manera pública. Mi relación con Manolo comenzó siendo yo un niño. Él y su querida esposa Maricarmen, a la que desde aquí le manda un fuerte abrazo, formaban parte de la pandilla de amigos de mis padres. Su relación se inició siendo niños y nunca han abandonado una amistad que, con el paso del tiempo, se transmutó en una gran familia.
Su hijo Manuel se convirtió en un hermano mayor que ejercía las funciones de guía e instructor en nuestras primeras excursiones por la naturaleza de Ceuta. Mi primer recuerdo de una incursión en el entorno ceutí es la de Manuel hijo abriéndonos el camino entre el ramaje. Se puede decir que fue nuestro Virgilio en la ascensión por las colinas ceutíes. Su hermana Carmen también formaba parte de este grupo de intrépidos aventureros. No menos imborrable es el recuerdo de los primeros acordes de una guitarra eléctrica en casa de Manolo y mis visitas a la tintorería Eureka, el negocio familiar de los Mata. Es curioso como la memoria es capaz de recordar con gran nitidez los olores. Nunca he olvidado el olor a limpio de la tintorería Eureka y el del vapor que desprendían las planchas de la ropa cuando mi madre me mandaba a recoger alguna prenda. Era la ocasión perfecta para disfrutar del cariño de Manolo y Maricarmen.
Los años fueron pasando y Manuel hijo dejó Ceuta para iniciar sus estudios universitarios al que le siguió su hermana Carmen, que es de mi edad. Con ella coincidí en Granada y nos hicimos alguna que otra visita. Los brillantes expedientes académicos de Manuel y Carmen les abrieron la puerta a la Universidad, donde trabajan desde hace muchos años: uno en Madrid y otro en Málaga. Esta última ciudad se ha convertido en los últimos tiempos en el punto de encuentro de la familia Mata. Allí han estado acudiendo Manolo y Maricarmen para disfrutar de su hija, su yerno y sus queridos nietos, así como de su hijo Manuel que bajaba desde Madrid para juntarse con la familia.
En mi caso, el destino quiso que al terminar mis estudios universitarios regresara a Ceuta para cumplir con el servicio militar y que mi carrera profesional la haya recorrido en mi ciudad natal. Esta fue la ocasión para reintegrarme, siendo ya un adulto, en la sociedad ceutí. En este regreso a Ítaca coincidí con un grupo de ceutíes con similares inquietudes por la protección, la investigación y difusión del patrimonio natural y cultural de Ceuta. De esta confluencia de vocaciones nació la asociación Septem Nostra, que ha cumplido este año dos décadas. Recuerdo una de las primeras actividades que organizamos consistente en una visita a los fuerte neomedievales. Allí volví a coincidir, después de algunos años, con Manolo Mata. Fue el reencuentro entre un joven que empezaba a dar sus primeros pasos profesionales en el mundo de la arqueología y un adulto que veía en su horizonte cercano su jubilación. No lo llevó muy bien esto del retiro el bueno de Manolo Mata. Por fortuna encontró una tabla de salvación para no hundirse en una profunda depresión en el mundo de la cultura y la educación. En este sentido, Manolo no se conformó con inscribirse en nuestra asociación como un socio más y participar de las excursiones que organizamos, él quiso dar un paso adelante y se implicó en la vida de la asociación. Esta implicación se tradujo, entre otras acciones, en la participación como contertulio en el programa de radio sobre patrimonio dirigido por nuestra querida amiga Ana Villazán en la cadena COPE. No menos importante fue la función que ejerció como mentor en las reuniones para la discusión y aprobación de la Agenda 21 Local de Ceuta.
Las actividades de los primeros años de Septem Nostra sirvieron, entre otras cosas, para hacer nuevas amistades o darle otra dimensión a las previas. De esta forma se unieron tres personas entrañables que durante mucho tiempo salían a dar largos paseos juntos. Estos tres años amigos eran Pepe Ferrero, Pepe Sillero y Manolo Mata. Cuando me encontraba con ellos siempre hablábamos un rato y me daban detalles de su recorrido. Los tres fueron personas con los sentidos despiertos. Eran capaces de observar y apreciar la belleza de Ceuta, pues si algo les unía era el amor por nuestra ciudad y el afán de conocimiento por su naturaleza y su historia. Quizá esta fue la razón de la pronta matriculación de los que yo llamaba los tres caballeros andantes de Ceuta en el Aula de Formación Abierta de la Universidad de Granada. Manolo Mata, una vez más, demostró su alto grado de implicación y compromiso en todo lo que hacía convirtiéndose en el mejor embajador del Aula de Formación Abierta. Él fue uno de los promotores de AULACE (Asociación de Alumnos y ex alumnos del Aula Permanente de Formación Abierta de la Universidad de Granda en Ceuta) y miembro del Consejo de Redacción de la Revista Renacer impulsada por la mencionada entidad cultural.
La elección del nombre de la revista de AULACE no pudo ser más atinado: renacer. No olvidaré nunca la ocasión en la quedé con Manolo Mata para que me entregara un ejemplar de uno de los números de la revista en el que participé con un artículo. Lo noté exultante de ilusión y felicidad. El tiempo libre que le otorgó la jubilación lo utilizó de manera muy inteligente Manolo Mata para dedicarlo a la educación y el auto-cultivo. Tal y como pronosticó Lewis Mumford en las páginas de conclusión de su libro “Las transformaciones del hombre”, la educación constituirá la tarea principal de la vida. No nos referimos a la educación formal y reglada para obtener un título académico, sino al concepto más amplio de educación que los griegos en época clásica llamaron “paideia”. Este tipo de formación, en palabras de Mumford, “es la educación mirada como una transformación de la personalidad humana que dura toda la vida, y en la cual todos los aspectos de ella desempeñan un papel […] La “paideia” no es únicamente un aprendizaje: es un hacer y un formar, y la obra de arte perseguida por la paideia es el hombre mismo”.
A pesar de la tristeza por la pérdida de un querido amigo como Manolo Mata pensé que todos los que lo conocimos teníamos que estar contentos. Manolo ha tenido una vida larga y provechosa en su amada Ceuta junto a una mujer maravillosa, de cuyo matrimonio nacieron un hijo y una hija cariñosos y brillantes. Ha conocido y disfrutado de sus nietos y se ha despedido rodeado de ellos con paz y serenidad. Se ha ido de este mundo haciéndolo mejor con su presencia. Para mí Manolo Mata ha sido siempre un ejemplo de exquisita educación y elegancia. Echaré mucho de menos su mano extendida y su hablar pausado y cuidado. No tenía prisa en buscar la palabra correcta entre las muchas flores de su jardín interior que cultivó con gran esmero hasta el final de sus días. Nunca le escuché una expresión malsonante ni un cambio de tono que denotara alguna muestra de desequilibrio. Frente a las prisas de nuestro tiempo Manolo Mata era una confortable posada en la que parar y disfrutar del arte de la conversación. Sus palabras, sus gestos, su rostro, todo en él transmitía serenidad y cariño.
La tarde en la que despedimos a Manolo Mata Ceuta lucía una belleza deslumbrante. El mar parecía una piedra de lapislázuli y la luz nos envolvía como un manto protector y revitalizante. Pensé entonces en que el espíritu de Ceuta quiso ofrecerle a Manolo Mata un merecido homenaje por todo el amor que le había demostrado a su ciudad y a los suyos. Se iba al cielo uno de sus queridos hijos que se había esmerado en hacer de su vida una obra de arte y la manera de agradecérselo era regalarle una de las estampas más bellas de Ceuta. Manolo se ha ido como al le gustaba hacer las cosas, de manera discreta y rodeada de los suyos. Su vida ha merecido ser vivida y su recuerdo perdurará de manera permanente en el corazón de todos los que lo conocimos y disfrutamos de su amistad. Gracias Manolo por el ejemplo que nos dejas. Descansa en paz, querido amigo.
D.E.P.
Descansa en Paz D. Manuel. Buen ejemplo de persona.
Lo conocía desde hace muchos años,de cuando tenía la Tintorería en Martin Cebollino "Eureka" nos veíamos mucho por la calle y siempre hablábamos de algo.Gran persona y un buen amigo.D.E.P. Un abrazo muy fuerte a su familia,
una buena persona, que DIOS le tenga en su seno