Hará más de cincuenta años que la OJE (Organización Juvenil Española), en su sede del centro, sacó un equipo de balonmano llamado San Fernando para participar en la liga juvenil de esa especialidad deportiva en nuestra ciudad.
La singularidad del citado equipo es que estaba formado casi totalmente por “flechas”, es decir, con chicos de categoría infantil de catorce y quince años, citando entre otros a José Ramón Díaz Flor, “Paquirri “ Bernet, Juan Barreto … y su entrenador era Juan Manuel Beltrán: “Roky Corazón de León”.
Entrenábamos en las vacaciones escolares en las instalaciones de la Unión África Ceutí, situadas en la explanada de las actuales Murallas Reales. No ganábamos ningún partido, pero la lucha y la entrega fue la divisa grabada en el ADN competitivo de aquellos jóvenes balonmanistas por su también novel preparador, cuando competíamos contra jugadores mayores que nosotros. A resultas de lo cual, cosechamos la simpatía general y algún que otro guantazo por tal atrevimiento, que nos endurecieron en el futuro para jugar en aquellas canchas de cemento armado de la época, al aire libre hiciera el tiempo que hiciera.
Posteriormente, ambos coincidimos en la U.A. Ceutí como jugadores de un equipo que quedó campeón de Andalucía y que no pudo competir para superior categoría por cuestiones económicas. Volvimos a encontrarnos otra vez unos años más tarde en el Club Juvenil Villajovita, que estaba ubicado en el actual C.P. Valle-Inclán. Allí forjamos una amistad que fue más allá de la competición deportiva propiamente dicha.
Todo lo expuesto por amor al arte y con base en una gran familia deportiva en la que sigue vigente a pesar del paso del tiempo la solidaridad y el máximo cariño entre sus componentes y allegados.
Como muestra de la calidad humana y pedagógica de Juan Manuel Beltrán, durante los últimos veinte años que impartí clases en el IES “Almina”, cuando a comienzos de curso llegaban las nuevas remesas de alumnos/as del C.P. “Valle-Inclán” al instituto, les preguntaba ¿Cuál es el mejor maestro que habéis tenido en el colegio? La respuesta era por goleada: ¡D. Juan ¡, y añadía yo soy amigo suyo.
En suma, esta buena persona ha dejado una huella profunda en mucha gente de toda condición, género y etnia, tanto en nuestra Ceuta, como en su añorada Alcazarquivir, y en su querida Tetuán. Quizás le faltaron algunos aplausos institucionales y medallas oficiales, que a decir verdad poco le importaron por su independencia y modo de actuar, pero que por derecho se merecía.
Sus apetencias quedaron satisfechas por su familia, sus amistades, sus alumnos/as, por supuesto por su Atlético de Madrid, y también por sus debilidades, recordando al respecto, que el que esté libre de pecado que lance la primera piedra.
“Roky”: te recordaré siempre no en las horas malas, sino en la cancha jugando con tu coraje y entrega, en el patio del colegio impartiendo tu peculiar didáctica ético deportiva, en el club juvenil rodeado siempre de tu gente querida, en el deambular por tierras moriegas… Todas imágenes felices que retornan como tu sonrisa franca con la noticia de tu muerte tan sentida.
¡Descansa en paz!
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