Esta semana hemos recibido la triste noticia del fallecimiento de nuestro querido amigo Jesús Mehdi Flores. Por desgracia, una enfermedad hepática arruinó su salud y, al final, ha acabado con su vida a una edad relativamente temprana. Cuando un ser querido nos deja acuden a nuestra mente los recuerdos que guardamos de esta persona.
Los míos se remontan a finales de los años noventa cuando ambos coincidimos desempeñando responsabilidades en el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Jesús y Musa formaban un tándem perfecto que trabajaron en pro del diálogo intercultural y la apertura de vías de colaboración con el vecino reino de Marruecos.
De hecho, consiguieron algo inaudito como fue la visita institucional de un Presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta a varias ciudades marroquíes. La red de contactos de Jesús en el mundo árabe era muy tupida y la aprovecho siempre en provecho de nuestra ciudad.
Después de aquella primera etapa de contacto le perdí la pista, aunque sabía que impartía clases de latín en distintos centros educativos. No retomamos el contacto hasta mediados del año 2018. Jesús y su colega José Luis Mullor se interesaron por mis investigaciones sobre la mitología islámica de Ceuta y me invitaron a participar en el Encuentro Espiritual “El corazón de los profetas” organizado por la Asociación Ceutí para el Diálogo Intercultural (ACEDI).
Mi ponencia se tituló “Ceuta, la confluencia de los mares” y versó sobre el contenido de la Sura 18, llamada la Caverna, en la que se alude a un lugar sagrado situado en “la confluencia de los dos mares” en la que residía el sabio al-Khidr, custodio de la fuente del agua de la vida. Al-Khidr es una figura muy importante en el sufismo islámico, pues, según esta tradición espiritual, ha ejercido de guía y protector de los principales santos sufíes, como ibn Arabi o Rumi.
La vinculación de este personaje coránico con Ceuta es destacada, ya que a partir del siglo X algunos autores islámicos identificaron “la confluencia de los mares” con el Estrecho de Gibraltar y llegaron incluso a localizar la fuente del agua de la vida en el entorno ceutí.
Puede decirse que al-Khidr unió de nuevo nuestros destinos para colaborar juntos en la resacralización de Ceuta y de ahí nació el proyecto de ACEDI denominado “Ceuta, santuario de la vida”. Jesús, José Luis y yo mantuvimos varias reuniones para dar forma a este proyecto a finales del año 2019 y hablamos de él a los medios de comunión de una manera informal.
También dimos a conocer los objetivos del proyecto a través de la página web “Esislam” que con tanta ilusión pusieron en marcha los integrantes de la asociación ACEDI liderada por José Luis y Jesús. Después, colaboré aportando contenido a la mencionada página web y me impliqué en la elaboración de un documental titulado “Ceuta, santuario de la vida” que está disponible en youtube.
"Su amor ha impregnado los corazones de quienes le conocimos y el mejor homenaje que podemos hacerle es regar y ayudar a que broten las semillas que el sembró durante su existencia terrenal"
Superado los duros meses de confinamiento debido a la pandemia de la COVID-19 quedamos para enseñarme una fuente existente en las inmediaciones del poblado de Benzú y un lugar que Jesús denominó tremendo e increíble: el valle sagrado de San José. Jesús estaba muy interesado en conocer más datos sobre la historia de este sitio que yo por entonces no conocía.
No tardamos en quedar para visitar ambos lugares junto a otros amigos, como son Alfonso Pérez y Riad Hussein. Aquel valle, como bien anunció Jesús, me impactó y se ha convertido en uno de mis lugares preferidos para la meditación y la contemplación de la naturaleza.
Además, el valle de San José está conectado con la fuente de la Victoria, la cual, según mis investigaciones, podría corresponder con la fuente del agua de la vida en la que el pescado de Moisés volvió a la vida. Según fuimos obteniendo más información sobre este lugar mágico y sagrado pudimos establecer que la conexión entre al-Khidr y el valle de San José era mucho más estrecha de la que en principio podíamos sospechar.
Los intercambios de opiniones sobre este sitio me permitieron apreciar los profundos conocimientos que tenía Jesús sobre el sufismo y la espiritualidad islámica.
Tanto Jesús como yo compartíamos un gran interés por la obra del insigne pensador francés Henry Corbin, quien dedicó buena parte de su vida al estudio de un mundo perdido para las mentes profanas “situado en posición intermedia entre lo inteligible puro y la percepción sensible” que Corbin designó “mundo imaginal” (mundus imaginalis).
Lejos de lo que podría pensarse, grandes pensadores del islam como Ibn Arabi o el persa Sohravardi defendieron que este mundo mediador o intermedio (barzakh) era una realidad plena y total que correspondía a la coránica “confluencia de los dos mares”.
En algunos grabados islámicos de época medieval se representa este lugar como una isla rodeada de mar con un manantial del que brota el agua de la vida y que surge en el nacimiento de un valle para desembocar en el mar. También se representa el árbol de la vida y sobre la cima de la montaña el nido del ave Simurg y, por encima de todo, una puerta celestial cuya apertura solo está disponible para lo que poseen la “Potesta Clavium” (el poder de las llaves).
Las llaves están reservadas al conjunto de los llamados “Amigos de Dios” que conforman un cuerpo místico que han bebido del agua de la vida, es decir, de la gnosis sagrada. En la obra del persa sufí Fadir ud-Din Attar (siglo XII) titulada “El lenguaje de los pájaros”, la abubilla dice a los que se dirigen a la puerta celestial: “como al conocimiento te guiará la sabiduría, Jezr (al-Khidr) te llevará el agua de la vida”.
Beber de esta agua aportada por al-Khidr, como describe Avicena en uno de sus relatos visionarios, dará la fuerza necesaria para subir al monte sagrado Qaf sobre el que se abre la aludida puerta celestial. Frente a ella, el candidato a entrar al universo supraterrenal tendrá que demostrar que posee “el poder la llave”.
Este poder, según H.Corbin “es el poder de la fe, porque es la fe que procede del ardiente deseo la que abre el reino. Esta fe es lo que viene designado por la palabra latina fervor”. La misma idea transmite Fadir ud-Din Attar cuando escribe: “sé hombre de aquella puerta hasta que se abra para ti. No te desvíes del camino hasta que él se te aparezca.
Sin cesar tienes los ojos cerrados. Desea, que no está cerrada la puerta”. Este fervor se alimenta del amor, ya que, como sentencia Fadir ud-Din en uno de sus versos “quien alberga en sí el ansia de amor hallará la llave de los dos mundos”.
Todas las personas que hemos tenido la suerte de ser familiares o amigos de Jesús Flores coincidimos en definirlo como una persona que irradiaba bondad y sabiduría. Su voz era suave y musical y sus palabras surgían como de un manantial. Nunca olvidaré sus elogiosas palabras en la presentación de mi libro “El Espíritu de Ceuta”.
Lo hizo con los ojos cerrados, en un estado de éxtasis místico, que hacía pensar que él no era más que el medio de expresión de ideas procedentes de otra dimensión de la realidad. No tengo duda de que ha podido abrir las puertas del paraíso, ya que bebió del agua de la vida y y siempre se guio por el amor y la fe en Dios.
Su amor ha impregnado los corazones de quienes le conocimos y el mejor homenaje que podemos hacerle es regar y ayudar a que broten las semillas que el sembró durante su existencia terrenal.
Nuestra idea compartida de convertir a Ceuta en un santuario cultural y ecológico, además de un centro para el diálogo intercultural y la resacralización de la tierra, tiene que seguir adelante. Estoy seguro que Jesús nos seguirá ayudando e inspirando desde Na-Koja-abad (el país de no-donde).
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