Recuerdo la primera vez que vi a Paco Antonio. Poco aquel entonces yo era estudiante en el Colegio de San Agustín. Los sábados por la mañana teníamos la costumbre de ir al colegio para jugar al futbol o al ping-pong. Uno de estos sábados el panorama que ofrecía el patio de los agustinos era muy distinto. Las puertas de la capilla estaban abiertas y entraban en el cole muchas personas trajeadas.
Después de un rato el misterio se desveló. Por una de las puertas salió la guapísima profesora Adela del brazo de un apuesto joven: Paco Antonio. Transcurrido un tiempo recordé esta imagen cuando Paco Antonio empezó a ser conocido en el mentidero político de la ciudad. Lógicamente por aquel entonces yo no prestaba demasiado interés por la política local, pero uno de mis amigos más íntimos era hijo de un importante cargo de Alianza Popular y me comentaba algunas cosas de las que pasaban en el partido. Aunque, como supondrán, no era el tema central de nuestras inquietudes y preocupaciones. No llegue a conocer en persona a Paco Antonio hasta mucho tiempo después. La primera vez que hablamos cara a cara fue en una tertulia radiofónica. La impresión que me dio fue la de una persona cercana, afable y con mucha energía. Defendía sus ideas con gran convicción, pero sabía escuchar y responder con elegancia y tacto. Al final de una de estas tertulias, en Onda Cero, le pregunté por su estado de salud, pues ya era conocido que le habían detectado un cáncer. Sin perder la sonrisa me dijo: “bicho malo nunca muere”. Estaba dispuesto a luchar y así lo ha hecho hasta el final. Siempre me ha sorprendido el valor y el coraje demostrado por Paco Antonio durante estos años de lucha contra la enfermedad. Era tal su vocación política que estaba dispuesto a dedicar todas las fuerzas que le quedaban a trabajar por y para Ceuta. Y, desde nuestro punto de vista, ha sido el mejor delegado del Gobierno que hemos conocido durante nuestros quince años de trabajo cívico en pro de la defensa, el estudio y la difusión del patrimonio cultural y natural de Ceuta. A diferencia de otros delegados del gobierno que hemos tenido en Ceuta, Paco Antonio no venía a hacer su trabajo sin causar demasiado revuelo. No venía de ningún lado porque él era ceutí. Conocía a la perfección la ciudad, su economía, la idiosincrasia de los ceutíes: amaba a esta tierra y a sus gentes. Todo este conocimiento y su larga experiencia política le llevaron a idear acciones, proyectos e iniciativas para solventar problemas como las construcciones ilegales, el desempleo, la inseguridad ciudadana, el desbordamiento poblacional, las carencias de equipamientos educativos, etc… Nadie, hasta su llegada a la Delegación del Gobierno, había ido a la raíz de los problemas que afectan a Ceuta. El primer de ello la superación de la capacidad de carga del territorio ceutí para soportar la desorbitada densidad de población que soporta un frágil lugar de apenas diecinueve kilómetros cuadrados. Aquí estaba la raíz del problema y Paco Antonio supo verla. Pero no sólo verla, también intentar atajarla con decisión, coraje y con el suficiente tacto político para que un tema tan delicado como este no causara graves tensiones sociales y políticas. Si no llega a ser por Paco Antonio las cifras de población hubieran seguido creciendo hasta llevarnos al colapso ambiental, económico y social. De estas tres dimensiones de la sostenibilidad las que más le preocupaban a Paco Antonio eran la económica y la social. Los temas ambientales no eran su prioridad, aunque sabemos, porque él mismo nos lo dijo, que su mujer es una persona muy sensible con la naturaleza y que le insistía mucho en este tipo de asuntos. No obstante, Paco Antonio ha sido el delegado del Gobierno con el que más veces nos hemos reunido, más hemos hablado y más apoyo nos ha prestado. Él siempre se quejó de la falta de “masa crítica” que padece nuestra ciudad y por eso que creemos que nos valoraba y apreciaba. Las diferencias de planteamientos entre él y nosotros era bastante acusada en algunos temas, pero esto no impedía que existiera una mutua consideración y aprecio. El diálogo elevado e inteligente ha sido el principal instrumento para la construcción de la política, la filosofía, la cultura y el arte. Y para que este diálogo sea eficaz tiene que basarse en la sinceridad, la lealtad, la sabiduría, el valor y la templanza. Sinceridad para decir lo que cada uno piensa de una manera bien argumentada. Lealtad para no desvelar el contenido de las conversaciones para beneficio propio y para fomentar el chismorreo. Sabiduría para ver la naturaleza esencial de las cosas, algo que no depende tanto del nivel de estudios como de la intuición, que le sobraba a Paco Antonio. Valor para defender los propios ideales y para llevar a cabo las ideas y los proyectos en los que uno cree. Y templanza para no dejarse llevar por el impulso del momento y medir las palabras que uno dice. Todas estas virtudes eran propias del discurso de Paco Antonio, aunque no siempre consiguiera el difícil equilibrio entre la sinceridad y la templanza. Puedo asegurar que quien escribe este artículo no lo hace llevado por la amistad. No pude decirse que fuera amigo de Paco Antonio. Lo hago impulsado por mi admiración por una persona valiente, justa, cordial, sincera, intuitiva, leal y, sobre todo, amante de Ceuta y los ceutíes. Tampoco lo hago llevado por mi proximidad ideológica con Paco Antonio y el Partido Popular. Mis ideales políticos nada tienen que ver con los que encarnan el PP. Simplemente lo hago llevado por la justicia. Creo que es justo reconocer la entrega de una persona que ha dado lo mejor de sí misma al servicio de Ceuta y los ceutíes en el peor momento de su vida. Ha sido todo un ejemplo de valentía personal y política. Y en estos tiempos que corren necesitamos personas capaces de transmitir virtudes como la sabiduría política, el valor, el equilibrio y la justicia. Paco Antonio ya no está entre nosotros, pero su trabajo y esfuerzo merece ser recordado y reconocido. En este sentido la propuesta de poner a su nombre al nuevo parque de Santa Catalina no sabemos si es la más acertada, aunque no nos parezca mal. Quizás para recordar a un zoon politikon (un animal político, en el sentido aristotélico del término) convendría poner en marcha una idea de la que tuvimos hablando con Paco Antonio en su despacho: la creación de un grupo de análisis, estudio, pensamiento y política de Ceuta. Necesitamos, más que nunca, mucho análisis serio y riguroso sobre Ceuta, hecho por y para los ceutíes, como paso previo a la renovación de nuestros ideales y el diseño de iniciativas y proyectos que permitan la reeducación de nuestro pensamiento y la reconstrucción de nuestros paisajes y bienes culturales. Y, sobre todo, necesitamos mantener vivo el recuerdo de personas como Paco Antonio que dieron todo lo mejor de sí mismo en beneficio de sus conciudadanos. Paco Antonio supo unir amor, ética y política. Puso su voz y su trabajo al servicio de los demás y gracias a ella logro a buen seguro una vida digna, plena y rica. Una vida, aunque prematuramente agotada, que por su actitud seguro que le ha merecido la pena vivir. Descanse en paz, querido delegado.