Hace tiempo que no escribo sobre Cataluña. Tampoco quisiera hacerlo para lanzar reproches a nadie, sino para poner en valor a la buena gente catalana emprendedora y a las muchas personas que allí viven de otras regiones, muchas de Extremadura. Tengo en Cataluña familia y amistades, gente honesta, sencilla y trabajadora. Nada tengo contra ella ni los catalanes normales que, en general, estimo y aprecio.
Pero lo que sí me inquieta, sin poder silenciarlo, son las muchas impertinencias de siempre del separatismo radical, como: la falsa historia que presentan de Cataluña; supremacismo, creyéndose superiores al resto de españoles, fanatismo radical y sectario, visión excluyente de la sociedad discriminando a quienes no piensan como ellos; que, si son nación, que su “derecho” a ser independientes, que referéndum de autodeterminación “sí o sí”, su unilateralidad impuesta, su violencia golpista a veces con barricadas incendiarias, vías y calles cortadas, su “volveremos a hacerlo”, privilegios que se arrogan sin tenerlos saltándose la Constitución, las leyes y sentencias, cometiendo toda clase de desafueros. ¿En qué país de Europa y del mundo civilizado sucede eso?
Han hecho de la Cataluña cosmopolita, culta y próspera, un incordio permanente, siempre insaciables exigiendo, continuos retos, amenazas, desafíos y pulsos al Estado. Todo eso perjudica mucho a su renombre y reputación. Más de 7.500 empresas huyeron de allí ganándolas otras regiones, el capital se retira, los catalanes divididos y familias enfrentadas por el fanatismo, hay más paro, económicamente pierde el liderazgo, también turístico, que si no fuera por España habría ya quebrado, Europa y el mundo les señalan, los tienen ya “calados”. Todo eso sucede desde 2017 (el “procès”). Es una evidencia innegable. Y ante tanta arrogancia, prepotencia, injusticias y falsedades, no puedo callar.
Ortega y Gasset, gran conocedor de Cataluña, dijo del separatismo catalán: “Es un pueblo frustrado en su principal destino, de donde resulta la impaciencia en que se ha encontrado respecto de toda soberanía, de la cual ha solido depender. Su discordia, su descontento, su inquietud, vendrían a hacer del pueblo catalán un personaje peregrinando por las rutas de la historia en busca de un Canaán que él solo se ha prometido a sí mismo y que nunca encontrará”.
Y ahora, pretenden imponer allí el catalán para erradicar el castellano. Como precedente de ello, recuerdo que a principios de octubre de 2017 publiqué un artículo informando sobre un plan secreto que descubrí, llamado “Enfocats”, elaborado en 1990, que debía culminar en la independencia de Cataluña. Bajo el engaño de la llamada “cogobernanza”, se inventaron supuestos “agravios comparativos” contra Cataluña, que nunca existieron. Los entonces socios Durán Lleida y Miguel Roca, lo calificaron de “impresentable” y “descalificable”.
Aquel viejo plan, tenía como principal objetivo la utilización del catalán para apoderarse de Cataluña por medio del idioma, sirviéndose de él como instrumento de adoctrinamiento general con el que pretendían dirigir, manipular y ganarse a toda la población escolar, desde la Enseñanza primaria hasta la universitaria, a base de programas, consignas y directrices con las que se exaltara la nacionalidad catalana, el espíritu independentista catalán, la elección de “educadores idóneos” que estuviesen en sintonía con los soberanistas e incidieran en las asociaciones de padres, aportando gente y dirigentes con ideología separatista.
Del plan, nació el “victimismo” catalán, las amañadas frases del “España nos roba”, el Estado nos expolia y nos reprime; exigencia de implantar “balanzas fiscales” para pedir más dinero, que con sus propios datos estadísticos acredité entonces en otro artículo que no existía tal desequilibrio económico catalán que tanto lloriquean. Al revés, las más perjudicadas son las demás Autonomías, respecto de Cataluña.
Ciertamente, no fue sólo culpa de los independentistas, porque en aras de aquella “cogobernanza”, todos los gobiernos de distinto signo que sólo obtenían mayorías minoritarias necesitando los votos catalanes para poder gobernar, hicieron la vista gorda mirando hacia otro lado, con tal de detentar el poder. El lema de éstos fue: “Vótame en España y haz lo que quieras en Cataluña”, pensando que nunca se atreverían a declarar su independencia.
Pero sólo a pocos días de haber publicado aquel artículo mío, todos vimos, atónitos y estupefactos, cómo solemne y ostentosamente declaraban la independencia de Cataluña 27 años después de haberse ideado aquel plan; aunque sólo tardaran ocho segundos en aplazar su vigencia hasta saber si España les pagaba aquella locura, porque no tenían dinero para pagar aquel mes a funcionarios: Sanidad, servicios, organismos e instituciones. Habían desviado y hecho desaparecer el dinero que malversaron, según sentencias posteriores; ningún país reconoció su independencia ni les apoyó. Hicieron el ridículo.
Aquel plan tenía como objetivo implicar y todos los sectores para que se inculcara en las aulas y a toda la sociedad catalana la idea fija de una España “malvada”, causante de todos los males de Cataluña y que mientras no se independizara no llegaría a ser grande, próspera y libre. Igualmente debía aplicarse a los llamados “paisons catalans”, Baleares, Valencia, Andorra, etc.
Pues ahora pretenden reactivar aquel viejo plan para “volver a hacerlo”. Aducen que es para “salvar el catalán”, blindándolo como lengua única en Cataluña, excluyendo a los hispanoparlantes y los catalanes constitucionalistas. Como los separatistas son de “pensamiento único”, también único tiene que ser allí el catalán, laminando por completo el castellano hasta en aspectos tan absurdos como la prohibición de rotular los establecimientos comerciales en castellano, pese a que el Tribunal Constitucional ha fijado en sus sentencias 337/1994 y 31/2010, corroborándolo el Tribunal Supremo y el TSJC que “es constitucionalmente obligado que el castellano y el catalán, rijan en Cataluña como lenguas vehiculares, teniendo el derecho y la obligación de conocerlos”.
Y para ese blindaje - la de siempre - exigen al Estado otros 57 millones de euros para hacerlo idioma único y pagado con los Presupuestos Generales del Estado, como requisito imprescindible para que ellos voten que “sí” en el Congreso tales Presupuestos, cobrándolos por adelantado, aunque Cataluña deba desde hace muchos años una deuda al Estado de más de 80.000 millones, que algunos han dicho que no pagarán.
Encima, tienen el cinismo de llamar a esa monstruosa imposición dictatorial suya del catalán: actuación “democrática” emanada de las urnas, porque aducen que “ya basta” de que sean los jueces los que les dicten cómo tienen ellos que hablar, limitándoles sus derechos”; es decir, allí se habla y se hace lo que a los separatistas les da su real gana, y… punto; sin dar audiencia a la población afectada y sin consultas previas.
Y para mayor mofa y escarnio público a España (que también son ellos), con tan flagrante cacicada contra el castellano, antes ya adoptaron como segundas lenguas el chino y el árabe, lo que se estima que es toda una indignidad para el idioma español, al que no dan ni agua; no podrían hablar español en España, porque los secesionistas dicen que su lengua “madre” debe ser única en Cataluña, si no, se pierde. Y el catalán debe ser una lengua muy respetada, enriquecedora de toda la cultura española, pero mucho más debe respetarse el castellano; ambos tienen como mismo “padre” el latín, pero el catalán no es común, sí lo es el castellano.
Pretextan que en una encuesta entre alumnos de 4º de la ESO en medio centenar de centros, el catalán ha bajado del 56 % que lo hablaban en 2002 al 39 % actual, en las relaciones alumno-profesor. Y entre los estudiantes, se ha desplomado del 67 % en 2006 a sólo el 20 % ahora; habiéndose el govern marcado como objetivo formar (“adoctrinar”), a los profesores, las familias, los monitores de comedor y todas las actividades extraescolares para que todos los que viven allí forzosamente tengan que hablar en catalán y así borrar del mapa el castellano, sirviéndose del primero como instrumento eficaz para volver a preparar el una nueva intentona golpista, con la que tantas veces nos amenazan con su: “Volveremos a hacerlo”.
¿Y por qué cada vez el catalán se habla menos?. Pues, por la mayor utilidad práctica y solvencia lingüística del castellano frente al catalán en todos los terrenos. Los soberanistas, con una visión localista y supremacista, piensan que todo lo suyo es mejor y más importante, teniéndolo muy por encima de lo español, sin alcanzar con su mente a discernir que hablando catalán sólo se entienden con menos de la mitad de los habitantes de Cataluña, unos 4 millones; pero, si no hablan también castellano, no se entienden ni con el resto de españoles, ni con los más de 580 millones de hispanoparlantes que hay en todo el mundo. Dice al efecto el Premio Nóbel de Literatura Vargas Llosa, “Cuando los catalanes salen de Cataluña, el catalán no les sirve. Son españoles”. Pero su ceguedad separatista les borra el conocimiento y el sentido común. Prefieren perjudicarse antes que entrar en razón.
Y ahora, pretenden imponer allí el catalán para erradicar el castellano. Como precedente de ello, recuerdo que a principios de octubre de 2017 publiqué un artículo informando sobre un plan secreto que descubrí, llamado “Enfocats”, elaborado en 1990, que debía culminar en la independencia de Cataluña. Bajo el engaño de la llamada “cogobernanza”, se inventaron supuestos “agravios comparativos” contra Cataluña, que nunca existieron
El castellano crece, hablándose cada vez más en el mundo y es común en toda España. Cada vez más países lo adoptan, siendo ya la segunda lengua más hablada de todo el orbe. No sólo sirve como comunicación personal, sino también para el comercio y los negocios en un mundo cada vez más interdependiente y globalizado. ¿Quién comercia con quién en catalán?. Hacerlo idioma único sin el castellano, es tener muy cortas miras y retroceder a las remotas cavernas. Con ello cometen la flagrante inconstitucionalidad de hacer desaparecer del mapa el castellano, aunque jamás podrán conseguirlo, porque es el idioma oficial de España, de superior cultura, de alcance internacional e inextinguible por su propia naturaleza y más amplio uso.
El nuevo plan a imponer ahora prevé actuar sobre 200 centros, creando “grupos impulsores” (de presión) que los dirijan, porque dicen que el “modelo catalán de política lingüística visual así lo exige, necesitando de una revisión a fondo”, según ha declarado en rueda de prensa la Consejera de Cultura, añadiendo que todos los departamentos de la Generalidad están muy implicados en el fomento del uso exclusivo del catalán” en sus respectivos ámbitos de salud, justicia, seguridad social, administración, etc, siendo considerada como una acción prioritaria de “país”. Por cierto, el Senado acaba de crear la ficción que le han “colado” de que Cataluña es un “país”, sin haber pasado nunca de ser un mero condado.
Dicen rebelarse contra las sentencias judiciales que se pronuncian en castellano, proponiéndose laminar éste en colegios, institutos, FP, etc, porque, añaden: “basta ya” de resoluciones judiciales; el que gobierna es el govern “democrático” nacido de las urnas y no los Tribunales. El plan regirá todas las 72.000 aulas catalanas; habiéndose opuesto abiertamente la Asamblea educativa, que aboga por una Escuela bilingüe, denunciando que se trata de presionar a alumnos y profesores con más “inquisidores” en la enseñanza, imponiendo el monolingüismo.
Los perjudicados, han presentado también denuncia al Defensor del Pueblo, pidiendo que la primera enseñanza se imparta también en castellano, denunciando 500 adoctrinamientos a niños en Cataluña, lo que supone discriminar a los hispanohablantes, al imponerles los exámenes en catalán. En el acceso a la Universidad reclaman enunciados en castellano, quejándose de que a quienes piden examinarse en éste les obligan a reclamar individualmente, viéndose “señalados” y registrados, en contra de lo fallado por el TSJC. En Cataluña hablan el castellano 6.973.500 habitantes. En cambio, a 2.785 estudiantes del Valle de Arán, sí les permiten examinarse en aranés.
Creo que cometerían un “lingüicidio”, una impresentable aberración jurídica y dictatorial en todos los sentidos, una tropelía manifiesta, haciéndolo con absoluto desprecio de la Constitución, leyes, Estatuto Catalán y Tribunales de Justicia y, además, tienen la desfachatez de presentarlo en nombre de la “democracia”. Es una cacicada en toda regla, un manifiesto abuso de poder engañosamente disfrazado de medida “democrática”; lesionando gravemente los derechos y la cultura del pueblo catalán y actuando en su propio perjuicio, con tal de expulsar el castellano para hacerlo desaparecer de Cataluña. Es todo un capricho deliberado. Y es todo un monumento a la irracionalidad humana. Quieran o no, el castellano es la mayor riqueza que como nación atesoramos. A los separatistas lo que les encantaría es “catalanizar” España.
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