Categorías: Opinión

¿Hasta cuándo?

Ya son muchas, demasiadas, las ocasiones en las que un periodista ha visto coartados sus derechos por culpa de actuaciones irresponsables llevadas a cabo por miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado o por los que siguen las órdenes del jefe Sorroche. Ya son incontables las veces en las que se han presentado quejas, formales, verbales… de todo tipo, para buscar, de esta manera, poner fin a esta hilera de despropósitos. Pero pasa el tiempo y todo es lo mismo. Los mandos se lavan las manos y echan la culpa a agentes descarriados. Dicen que les van a advertir de cómo deben comportarse en posteriores situaciones, pero todo es mentira. Es una forma de quitarse el marrón del periodista molesto. ¿Y saben por qué es mentira? Porque no hay forma humana de entender que si un teniente coronel o un jefe superior o un jefe localillo accidental da una orden, ésta no se cumpla. Eso no se lo creen ni ellos, salvo que sean jefes de unos Cuerpos sin orden, plagados de gente con uniforme que se crecen porque llevan arma y grilletes y que se llenan la boca de amenazas. Entonces, de ser así, tendríamos otro problema… ¡qué Dios nos pille confesados!
La pasada Patrona, el teniente coronel Andrés López García dijo que los periodistas y los guardias estaban para ayudarse mutuamente, para colaborar y no enfrentarse. Dijo eso y otras tonterías más que, de cursis, ni él se las cree. Mintió el mando de la Benemérita, mintió deliberadamente, porque esa pretendida colaboración es imposible que exista cuando alguno de sus hombres –y lo triste es que no son pocos- se dedica a apabullar al periodista, a rodearle, a quitarle la cámara, a retirar la pastilla con las fotografías obtenidas, a amenazarle… ¿y qué hace el periodista? Se calla. ¿Sabe por qué don Andrés? Porque es inteligente, porque está en el lugar de la noticia para buscar información y escribir sea la hora que sea, y no puede perder el tiempo en pelearse con un inútil, en jugar a ser más imbécil (*) que el que tiene delante, porque entonces pasan las horas y la edición muere y el lector ha perdido porque se ha quedado sin noticia mientras el periodista ha podido terminar en el cuartelillo esposado. Nosotros tenemos respeto, mucho, por quien hace el esfuerzo de leernos, por eso no podemos dedicarnos a juegos de niños, con pistola, pero niños. Aparece ante nosotros el titán vestido de picoleto, el Goliat vestido de policía nacional o de local, y el periodista a quien nadie protege pero que se convierte en protector de todos los que vienen a contarle sus penas, termina herido en su trabajo, violentado, sin poder trabajar como quisiera.
Eso es lo que está pasando don Andrés. Así que si en la próxima Patrona quiere dedicar unas líneas a los periodistas, piénseselo antes u ordene que coloquen unas letrinas cerca para poder vomitar porque allí iremos todos los plumillas. Que la misma cantinela se la aplique su ¿colega?, el todavía jefe superior de Policía, José Luis Torres, porque arrastra los mismos vicios. Y también el jefecito Sorroche, ese al que no le gustan los periodistas, que se afana en vender que va a terminar con los vicios dentro de la Policía Local, el don Perfecto. Sí, las etiquetas que se quiera poner, pero capaz de tener a policías que hoy podrían estar sentados en el banquillo. Otros más señor Sorroche, porque fue uno de sus localillos el que se hizo el chulo y amedrentó a uno de mis compañeros. ¿Hará usted algo jefe accidental o se callará y mirará a otro lado con su jefa política Yolanda Bel?, ¿no es esta consejera la que defiende la libertad de los periodistas cuando se les ataca?, ¿o solo lo hace con la Tele Pública y los ataques de Caballas?, ¿y con los ataques de sus chicos con pistola y los periodistas de El Faro? Espero su mensaje, aunque lamento avanzarle que seguro que se callará, como hace siempre.
No se preocupen, nos pueden llamar cuando organicen esas puestas de medallas, sí hombre, cuando se las reparten entre ustedes por méritos de no sé qué y años de no sé cuántos… ¿Para cuándo una medalla por saber respetar los derechos de los demás?
Quizá los periodistas representamos una violencia moral y entonces nos atacan porque sospechan que vamos a hacer algo que va más allá de la ley. No se las den de listos, ni jueguen a ser jueces de lo que no saben juzgar. En la noche del pasado viernes varios de sus agentes se divirtieron de lo lindo jugando a ser fascistas, dictadores con pistola ante dos periodistas de esta Casa. Enhorabuena, les pueden dar una medalla a la chulería. Espero que la asociación de la prensa hable. Y espero que este 2012 traiga respeto, que es lo mismo que pedir simplemente profesionalidad entre sus agentes. ¿Hasta cuándo?

* Imbécil: 1. adj. Alelado, escaso de razón. (Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua)

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