“A través del deporte y sobre todo del fútbol he conocido a mucha gente de Ceuta y tengo buenos amigos allí, que espero me puedan ayudar y algún ir allí en persona para agradecérselo”. Quien así habla es Ihab Ettaleb. Nació hace 22 años en Marruecos, concretamente en Nador, donde creció hasta los 13 años, cuando se fue para Melilla. Con nueve los médicos le detectaron un cáncer de huesos que afectaba a su rodilla izquierda y que hacía que cada vez perdiera más fuerza en su pierna.
Por ese motivo y “porque la sanidad en Marruecos es muy mala”, en agosto de 2011, con 13 años, decidió cruzar la frontera de Melilla en busca de una oportunidad de mejorar su calidad de vida. “Entré con pasaporte y me quedé ahí en un centro de menores durante cinco años”, recuerda.
Para cualquier persona que ha estado toda su vida vinculado al deporte perder una pierna podría ser un motivo por el que rendirse o perder la esperanza. Sin embargo, para Ihab Ettaleb este hecho significó un suspiro de aire fresco, “una bofetada de realidad” y la llave que abrió una puerta a un nuevo destino.
En Melilla encontró lo que buscaba, pero el estado de su pierna empeoraba por momentos y el cáncer seguía avanzando. “Me hicieron pruebas y con 15 años decidieron enviarme a Málaga para que me operaran y me amputaron la pierna izquierda por encima de la rodilla”, continuó. Le pusieron “una prótesis básica de la Seguridad Social” y erradicaron de raíz el tumor que tenía.
La pesadilla parecía que terminaba pero no sería así. “Se me estropeó la prótesis. Estaba estudiando y con el deporte siempre y, claro, pues estas prótesis tan básicas con el tiempo se van desgastando. Como era menor de edad y estaba solo en España, no tenía dinero para pagar una nueva. Un colegio de Melilla organizó una gala benéfica y con eso conseguimos los siete u ocho mil euros que costaba una prótesis mejor”, relató.
En el centro de menores siguió viviendo hasta la mayoría de edad cuando pondría rumbo a Jerez de la Frontera en busca de trabajo y, tres años después, se mudó a Bilbao, donde reside ahora y trabaja. Su generosidad y sus ganas de ayudar a otras personas le hicieron encontrar un trabajo en una empresa de transporte, ayudando a trasladarse a personas con discapacidad o movilidad reducida.
Con el trabajo y con el paso del tiempo el implante ha vuelto a estropearse. “Tengo que comprar otra para poder seguir trabajando. Ahora ya me cuesta casi diez mil euros porque necesito que se adapte bien al muñón y que sea de calidad porque si se rompe, se me podría caer una persona y eso no me lo perdonaría”, prosiguió.
Por eso ha comenzado una campaña para recaudar fondos y poder comprar una prótesis ortopédica. Ahora está de baja laboral y durante el confinamiento ha cogido peso, por lo que tiene que cambiar también el encaje del muñón y la rodilla, que “es en sí lo que más vale”. “Parado no puedo estar ni pagar la habitación en la que vivo, que son 300 euros. Con ese trabajo me voy ganando la vida y mando dinero a mi familia que depende económicamente de mí. Por eso, sobre todo, no puedo dejar de trabajar”, lamentó.
Cualquier ayuda es buena. Desde compartir su campaña por las redes sociales para que llegue a cuanta más gente mejor hasta “cinco euros que es el mínimo que se puede donar”. Toda ayuda es bien recibida porque “la rodilla y el encaje son muy caros y con un trabajo a media jornada tampoco gano tanto como para poder pagarla solo”.
Además de para poder trabajar, Ihab necesita una nueva prótesis para poder hacer lo que más le gusta: jugar en la selección de fútbol para personas con discapacidad y en su equipo de baloncesto en Bilbao. En un mes ya ha conseguido 1.657 euros.
Si quiere ayudar a Ihab puede hacerlo en su web: https://www.gofundme.com/f/22pxidjayo?utm_source=customer&utm_campaign=p_cp+share-sheet&utm_medium=copy_link-tip.
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