¡Gracias.... yo no leo lecturas!

¿Sorprendente…Curioso…raro…o tristemente… muy actual? Porque esa es la expresión que dijo un conocido mío ante el ofrecimiento de un libro para leer. ¿Gracias…yo no leo lecturas? Fue su impasible contestación ante el ofrecimiento de un libro regalado. Y mi amigo es un hombre relativamente joven, acerado por la vida que sin auxilio de la lectura no se sentía abandonado. Y yo me pregunte… ¿Qué estamos haciendo con nuestros jóvenes?
Y allí estaba, ante mis sorprendidos ojos alguien capaz de sobrevivir en la naturaleza, es decir, alguien capaz de nacer, crecer multiplicarse morir y desaparecer ante los demás sin que nadie, ni tan siquiera él, se de cuenta de su existencia.¡Su vida no sirve para nadie, ni para algo más que no sea su propio ombligo!.
Y recordé la conversación de unos jóvenes que hace tiempo, y delante de mí uno le decía al otro con suficiencia ¿Pero tú sabes lo que es un túnel? Y ante la mirada de interrogación del preguntado, este, al parecer más leído, continuaba con su explicación ¡Pues un agujero por el que pasa algo! ¡Ni más ni menos, el túnel se quedaba en agujero de paso! Para que necesitaban saber más.
¡Aristóteles!. ¿Dónde, ha quedado tu filosofía de que los hombres somos animales sociales que nos trasmitimos los conocimientos por la escritura? ¿Dónde, aquello de que si sabes algo y no sabes explicarlo es como si no lo supieses? Y si ya no leemos lecturas ¿Dónde, quedará el patrimonio cultural que nos legaron nuestros antecesores? ¿Dónde, esos autores que hicieron brotar torrentes de poesía en la lengua de Cervantes? ¿Dónde, el porvenir de nuestra cultura?
¿Y si mi conocido, no lee lecturas… qué lee…? ¿Nada…?. Fue en ese momento que mi pensamiento me dijo. ¿Entonces…que existe en su cabeza que le pueda aconsejar o hacerle avanzar en el pensamiento humano? ¿Dónde quedamos los pigmeos actuales, que solo somos grandes cuando nos subimos a los hombros de los gigantes de la historia a través de sus libros y de sus enseñanzas? ¿En ninguna parte? Luego…si ahora no leemos lecturas, tan solo nos queda regresar hacia atrás.
Y este pensamiento es el que más me entristeció y el que más me demostró que es difícil que haya un futuro mejor para nosotros. Y fue entonces que me pregunté… ¿Si estamos ante los nuevos neardentales modernos, para qué es necesario leer?  ¡Pan y circo, nada más, y todos contentos!
Porque, tras esa expresión de que nadie lee lecturas quedan los anhelos de mis maestros, aquellos que me decían convencidos ¡Quien mucho lee, mucho sabe! Porque leyendo, me decían, aprendemos a caminar por otras cabezas sabias que nos legaron sus pensamientos y conclusiones, permitiéndonos que reflexionando sobre ellas saltar hacia el progreso de la humanidad. ¡Que ingenuos, ignoraban el poder que la incultura del que nada sabe y que vive todos los días placidamente dejando que la historia pase sobre sus vidas arrollándolos!.
Pero, más tarde comprendí que mi amigo tenía razón. La espera en los ministerios, en los bancos y en todas aquellas oficinas que por necesidad de la vida actual tenemos que acercarnos para resolver nuestra actividad cotidiana, están llenas de mensajes subliminares de pantallas con caras, imágenes y pequeñas sentencias que nos aconsejan el camino a seguir, y sobre todo a donde acudir para pedir algo y ser felices, sin necesidad de leer casi nada.
Porque en estos mensajes, continuamente bombardeados ante nuestros ojos y oídos, nos muestran el camino que necesariamente debemos seguir si queremos vivir una vida muelle. ¿Luego, para qué necesitamos leer la lectura, si ellos ya nos dicen lo que tenemos que pensar, que elegir y que comprar? Resignémonos a ello, porque sin leer lecturas, estamos acorralando nuestra propia libertad de decisión.
Y fue entonces cuando comprendí la necesidad de adocenamiento actual que algunos precisan imponernos, para que sus ombligos sean cada día mas gordos y lustrosos. No nos engañemos… ¿Por qué se va a leer la lectura? Si ellos ya saben, conforme a sus propios intereses económicos, cual es nuestra utilidad social.
En conclusión, no me queda más que decir con pena: ¡Bienvenidos, rebaños de borregos al mundo actual! ¿Cómo atreverse a decir algo diferente a que no leemos lecturas, si el libro ya no es popular? ¡Adiós libertad de pensar, embarquémonos solamente en el partidarismo social. Bienvenido mundo feliz!