Categorías: Sucesos y Seguridad

“¡España, España!”

Eran las 5.30 horas cuando los agentes de servicio en la central operativa de la Guardia Civil lanzaban las primeras alertas: cientos de inmigrantes se acercaban, a la carrera, hacia la frontera del Tarajal.

¿Cuántos? Se estima que en torno a 400, pero la cifra real es imposible de concretar. Se encendía la particular alerta roja en la frontera, todos los agentes de servicio de la Guardia Civil, Policía Nacional y Local eran llamados a concentrarse en un solo punto: el Tarajal. Los recuerdos del asalto a la valla del año 2005 asomaban de nuevo. “Temíamos lo peor, se veía a muchísimos inmigrantes llegar a la carrera, en bloque. Venían en grupo desde la parte de arriba y llegamos a pensar que tenían intención de entrar a la carrera por la frontera del Tarajal”, apuntaba sobre el terreno a El Faro un agente del Instituto Armado.
Si en Ceuta se blindaba mar y tierra, en Marruecos los agentes hacían lo que podían. Y bastante fue. Tras cerrar la frontera para evitar el pase de los subsaharianos por esta zona, forzaron a que éstos se desviaran hacia la playa. Allí se detuvo a cientos de subsaharianos, reteniéndolos en varios grupos sobre la playa marroquí. El choque entre inmigrantes y agentes marroquíes terminó con una barraca policial completamente derribada y decenas de sin papeles heridos. Marruecos frenaba la entrada en España y las fuerzas de seguridad españolas hacían lo mismo desde la playa del Tarajal. Finalmente no se pudo evitar la entrada de 91 inmigrantes. “Es imposible, o se cambia la ley de extranjería para que se permitan devoluciones en caliente o esto seguirá pasando siempre”, añadía in situ un agente de la Policía Nacional.
Los 91 subsaharianos que llegaron hasta Ceuta venían pertrechados, en algunos casos, con chalecos salvavidas y, en su gran mayoría, con neumáticos que hacían de flotadores. En realidad no les hacían falta. El agua no les llegaba siquiera a la cintura y su entrada en la ciudad se produjo andando, sin peligro para sus vidas. Nada que ver con las escenas vividas tan solo 24 horas antes, cuando 30 compatriotas habían sido rescatados in extremis por la Benemérita en la zona de Punta Almina tras quedar semihundida su embarcación.
Con los agentes españoles completamente desbordados y asombrados por lo que no se esperaba, el entorno del Tarajal se llenaba de curiosos. La carretera estaba repleta de hombres y mujeres que, con teléfonos móviles, grababan lo que estaba sucediendo. Una mirada hacia atrás, hacia el Príncipe, verificaba la expectación montada, con decenas de personas apostadas para ver lo que estaba pasando. Y es que los subsaharianos conformaron un bloque y se colocaron en un rincón de la playa del Tarajal, justo al lado de una roca. No querían salir del agua ya que temían que, de hacerlo, fueran expulsados a Marruecos y se convirtieron en una masa que, unida, se negaba a avanzar. Desde el Tarajal veían lo que estaba pasando al otro lado de la valla y, la verdad, quienes estaban en España se sentían a salvo.
Mientras allá Marruecos retenía a los subsaharianos y no dudaba en hacer uso de la porra para ‘controlarlos’, en el Tarajal, los policías y guardias civiles, algunos con material antidisturbio, únicamente les instaban a que salieran del agua para ser trasladados a la Jefatura Superior. Al otro lado quedaban compatriotas heridos a golpes y las oenegés denunciaban la muerte, por ahogamiento, de tres varones y una mujer. Oficialmente Marruecos no ha aportado información alguna al respecto.
En el Tarajal, la Policía intentaba sacar a los inmigrantes del agua ¿Y cómo les respondían los subsaharianos? Pues en su idioma: cantando, gritando, mirando al cielo, haciendo gestos religiosos, mostrando su buena suerte al grito de ‘España, España’ o del futbolero ‘Oe, oe, oe, oe...’ y hasta celebrando la llegada de los periodistas de esta Casa. Querían ser fotografiados, una forma de reflejar que ya están en España, así que las alabanzas en forma de gritos fueron más que notorias.
Durante más de una hora, los 91 hombres y alguna mujer que integraban el grupo permanecieron en el agua. A pesar de que algunos estaban heridos por los palos recibidos al otro lado de la valla o por golpes con las rocas y mostraban ya signos de hipotermia, ninguno variaba su postura, en un alarde de ‘la unión hace la fuerza’. Fue necesario llamar a policías nacionales franceses que están destacados en la frontera del Tarajal como parte del programa de colaboración Frontex para que hicieran de intérpretes con los inmigrantes, comunicándoles que nadie les iba a llevar a Marruecos sino que les trasladarían a la Jefatura.
Los subsaharianos permanecían quietos. Llegaba el 061, una unidad de Cruz Roja o las lecheras de la Policía Nacional además de uno de los furgones que emplea el CNP para las expulsiones... pero nada, los subsaharianos no se retiraban del agua y los agentes seguían manteniendo el control en la distancia.

Finalmente, cuando los agentes optaron por colocar los vehículos de traslado en una esquina del Tarajal, los subsaharianos decidieron salir del agua. Costó lo suyo, pero, con gritos de alegría, comenzaron a desplazarse.
De esta manera Cruz Roja pudo comenzar a atender a los más afectados, sobre todo por rozaduras o golpes varios. Movilizaron una ambulancia y varios técnicos en emergencias sanitarias de la ERIE (Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencia), llevando a cabo más de 80 asistencias sanitarias. Entre ellas, una luxación de hombro, una lesión de cadera, una posible fractura en tabique nasal, además de heridas de diversa consideración.
Asimismo, en las sedes policiales de Colón y de San Juan de Dios se llevaron a cabo también algunas asistencias sanitarias a  inmigrantes, que esperaban dentro para ser filiados por los agentes adscritos a Extranjería.
Hasta las diez de la mañana no se recuperó la normalidad en el Tarajal. Hasta esa hora no terminó la tensión de los agentes en este punto concreto, porque continuaba en otros escenarios. En el Hospital, en donde se atendía a algunos de los subsaharianos, o en las sedes policiales, en donde los agentes de Extranjería se veían completamente desbordados con tanta presión.
Y en la mente de policías y autoridades quedaba Marruecos, y el agradecimiento por la colaboración prestada. “Si no llegan a contener a todos los que venían hoy tendríamos a 400 subsaharianos aquí”, espetaba un agente. Una cifra que, teniendo encuentra la capacidad ya sobredimensionada del CETI, hubiera provocado una auténtica crisis en la ciudad, forzando la habilitación de otros espacios para acoger a los sin papeles.
A las 11.30 horas, el delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, comparecía ante los medios de comunicación para valorar lo sucedido y volver a hacer hincapié en una obra que, en estos meses, se ha convertido en una auténtica obsesión para la administración central: alargar el espigón del Tarajal. Ahora mismo se ha convertido en una de las zonas más permeables de la frontera, hasta el punto de que a pesar de la presión ejercida por Marruecos sigue convirtiéndose en la puerta de acceso. Además un acceso fácil. Las imágenes vistas ayer lo demuestran. Si los inmigrantes consiguen literalmente batir a los agentes marroquíes (lo que se vio ayer parecía un partido de rugby), llegan hasta el espigón y de ahí pasan andando a Ceuta.
González Pérez destacó ayer la labor de Marruecos al intentar “dispersar la concentración” hasta lo que se pudo, recordando que las cifras de presión al otro lado son las que son, y significan que lo de ayer puede volver a repetirse en Ceuta y en Melilla.
Las fuerzas de seguridad cifran en unos 600 los subsaharianos que están en el arco más cercano a Ceuta, sin contar la cifra “infinitamente superior” que se extiende contando Tánger o Tetuán. La llegada del invierno y las presiones ejercidas al otro lado provocan directamente esta escapada.
¿Y qué hacer ante esta situación? Quien piense que la inmigración puede ser controlada por mucha valla o mucho sistema tecnológico que se active está equivocado. El propio González Pérez reconoció que “con lo que tenemos” en materia de seguridad “se puede actuar”, pero ante presiones inesperadas como la de ayer, no se puede hacer más que poner en práctica la coordinación entre ambas vallas para repeler episodios que son cíclicos. En verano “se incrementa todos los años el intento de entrada tanto en Ceuta como en Melilla”, avanzaba en declaraciones a los periodistas el delegado del Gobierno. “En otoño y invierno se cierran las posibilidades de entrar por los temporales, el viento en el mar”, valoraba, aunque, “independientemente de las actuaciones colectivas o individuales de inmigrantes, en estos momentos las mafias están activando muchísimo más esta presión”, concretó. A esas organizaciones se le acaba el negocio y actúan a la desesperada aprovechando la calma que desaparecerá con el buen tiempo.
Los 91 subsaharianos llegados ayer ya se encuentran acogidos en el CETI, que, aunque cuenta 150 más acogidos de lo que puede oficialmente contener, sigue teniendo capacidad para evitar pedir apoyo externo. Las salidas a la península también están ayudando. “El CETI ha tenido otros momentos peores con 900 personas y no ha habido nunca ningún tipo de problema, el personal del CETI hace un trabajo extraordinario, trata muy bien a los inmigrantes y estoy convencido que no habrá incidentes en el recinto”, apuntilló González.
¿Y en el Centro del Jaral?, ¿cómo se recibía la noticia de llegada de más compatriotas? Pues entre los trabajadores con cierta preocupación, no así entre los subsaharianos que conocen a algunos de los que ayer consiguieron cruzar la línea. Se dieron situaciones curiosas cuando de entre los rescatados del agua había varones que ya sabían de la estancia de sus amigos en Ceuta. Y otros que, ya salidos del agua, mostraban incluso sus camisetas deportivas o significaban sus gustos por determinado equipo. De la cara más comprometida de la inmigración se pasó a la distendida. Y mientras la Policía Nacional haciendo múltiples viajes, con las sirenas puestas, trasladando grupos de entre 15 y 20 subsaharianos desde el Tarajal hasta las sedes policiales buscando retomar cuanto antes la tranquilidad.
Y es que había que hacerlo, porque, entre otras cosas, la frontera marroquí se cerró bloqueando la entrada de marroquíes para ganar en seguridad. Así estuvo durante más de una hora, dejando el acceso a grupos pequeños hasta que, a las diez de la mañana, se abrió por completo. Las mujeres que trabajan en casas de Ceuta corrían a buscar el hueco en unos autobuses que salían en dirección centro cargados hasta los topes. Y los niños que cursan escuela en la ciudad se quedaban junto a sus padres sin saber bien la razón por la cual se habían quedado sin clase.
Los subsaharianos que estaban siendo curados antes de su traslado al centro contaban sus historias. Así lo hacía Arnold, llegado desde Camerún. Tiene 20 años, es albañil y lleva dos y medio viviendo en el bosque cercano a la localidad marroquí de Castillejos. Allí, en el monte, frente al Estrecho, pensaba cada día en poder cruzar la frontera junto a los compañeros con los que se encuentra. Seri, también camerunés pero de 26 años y de profesión electricista y Djoubi, que viajó desde Costa de Marfil dejando atrás su trabajo como chófer en busca de una vida mejor, son los tres conocidos del bosque que consiguieron cruzar a España. “Estamos muy felices”, dice Arnold cuyo brazo derecho reposa en un cabestrillo. Djoubi tiene heridas en las piernas de tanto correr para escapar de la Policía y caerse varias veces. Cruzar hasta Ceuta fue complicado pero en Marruecos reconocen que fue más complejo poder pasar. “Aquí los policías nos tratan bien”, reconocen. “Nos gustaría trabajar y tener oportunidades de mejorar. En nuestros países no teníamos esa esperanza”, explican. En su grupo de amigos había una chica que también consiguió pasar cruzando un agua que para algunos era desconocida. Agotados, mantienen la sonrisa esperando nuevas oportunidades a pesar de estar heridos. Llevan mucho tiempo esperando cruzar y ayer lo consiguieron.

Coordinación con Melilla: Una hora de diferencia

En avalancha contra la valla

Si en Ceuta la Guardia Civil detectaba la entrada de subsaharianos a la carrera en torno a las 5.30 horas, en Melilla se repetían similares escenas una hora más tarde. Allí los subsaharianos optaban por el asalto a la valla, mientras la ciudad hermana preparaba la celebración de su Día. Unos 300 inmigrantes subsaharianos arrasaron una de las vallas del perímetro, derribándola por completo, cruzando por los pasos fronterizos de Beni Enzar y Barrio Chino. Un centenar de inmigrantes conseguía entrar en la ciudad hermana, dejando tras de sí unos 40 metros en las tres líneas de la alambrada. Además, seis guardias civiles resultaron heridos por contusiones y uno de los inmigrantes fue evacuado al Hospital con fractura de pierna.

Agotados en la playa

Una presión en pleno Tarajal

Los inmigrantes que consiguieron llegar hasta la playa del Tarajal lo hicieron en muy malas condiciones. De hecho estaban agotados y tras salir del agua, algunos no pudieron siquiera mantenerse en pie. En el lado español, todos los subsaharianos fueron trasladados al CETI; en el marroquí se tiene constancia de que hasta 300 sin papeles permanecían anoche en la comisaría de Tetuán. Entre ellos, según las oenegés, varios con documentación de asilo de ACNUR y se supone que protegidos.

 

Atención humanitaria

Cruz Roja y más de 80 asistencias

Los sanitarios de Cruz Roja atendieron a los inmigrantes en la playa. Venían con cortes y diversas heridas, registrándose más de 80 asistencias. Alguno tuvo que ser trasladado al Hospital ya que presentaba fracturas y lesiones más graves. Además repartieron mantas y ropa, sin dejar de recordar a los compatriotas que habían entrado el pasado lunes en Ceuta tras naufragar su embarcación en Punta Almina. Y es que Cruz Roja mantuvo su embarcación para intentar buscar a más personas en el entorno señalado. De igual manera Salvamento Marítimo también estuvo presente. La imagen de estos voluntarios marca la parte más humanitaria de esta tragedia.

Y el uso que se da a lo que se pierde

Los ‘flotadores’ que unos tiran.. los emplean otros

Las cámaras de los subsaharianos quedaron tiradas en la playa, pero hubo quien sacó partido de lo que otros dejan. Así que se hizo con todas las cámaras y se las llevó para venderlas y sacar algo de dinero. Esta escena puso la nota pintoresca de una jornada en la que todo terminó desbordado, en la que poco se podía hacer para controlar una entrada masiva que no se recordaba desde hacía al menos dos años, cuando el pico de presión migratoria trajo a muchos subsaharianos a intentar la entrada por esta parte del Tarajal. Ahora las alertas están activadas y las fuerzas de seguridad españolas y marroquíes esperan movimientos debido a que son muchos los que todavía esperan al otro lado el momento de poder entrar o bien a través de Ceuta o de la vecina Melilla. La problemática migratoria no cesa.

 

Márquez se reúne con su grupo y Carracao tendrá hoy un cónclave con parlamentarios
En la mañana de ayer, el diputado ceutí en el Congreso, Francisco Márquez, se reunió con el portavoz de su partido en la Comisión de Interior de la Cámara Baja para analizar con él la situación en relación con la entrada de inmigrantes que se había producido en nuestra ciudad a primera hora de la mañana y ambos tuvieron la oportunidad de conversar con el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, con quien intercambiaron los últimos datos de los que disponían, siempre en coordinación con la Delegación del Gobierno de Ceuta.
Por otro lado, el secretario general de los socialistas ha provocado para la jornada de hoy una reunión con responsables de Interior dentro de su grupo parlamentario, tanto en el Congreso como en el Senado, Antonio Treviño y Enrique Cascallana, a la cual asistirá también el diputado del PSOE de referencia para Ceuta, Gaspar Zarrías.
En palabras del máximo responsable de los socialistas ceutíes es analizar con ellos la situación de la inmigración en Ceuta para “que no nos suceda lo que estamos viendo que pasa casi todos los días en la ciudad hermana de Melilla. Nuestra idea es tomar una serie de medidas para mejorar el control y que haya más medios para la Guardia Civil en los controles fronterizos para la inmigración y se producirán una batería de acciones en las dos Cámaras. Igualmente señaló que se había reunido con los miembros de la AUGC para que desde el punto de vista técnico le informaran de las necesidades que existían en materia de inmigración.
Una vez que finalice el encuentro con los parlamentarios de su grupo la intención de Carracao es encontrarse con los senadores ceutíes del Partido Popular, Luz Elena Sanín y José Luis Sastre en la propia Cámara Alta.
http://www.youtube.com/watch?v=oF57WvVbD1w

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