“¿Es España?, gracias Dios mío”

La tranquilidad duró poco. La bonanza que desde hacía semanas vivían en el CETI, en donde se había conseguido rebajar el nivel de ocupación a las 600 personas (se llegó a finales de octubre a las más de 800), terminaba ayer cuando se recibía la noticia de la entrada de un grupo de 45 subsaharianos. Todos varones y todos a nado, ayudados de flotadores y chalecos salvavidas. Se repetía así la historia que ha marcado el verano, cuando los días no permitían el respiro y eran constantes los rescates de sin papeles en balsa o a nado.

Y así sucedió ayer, cuando las cámaras del COS de la Benemérita detectaban, cuando rondaban las ocho de la mañana, la aproximación de un grupo considerable de subsaharianos a la carrera desde terreno marroquí en dirección al espigón del Tarajal.
Los agentes marroquíes consiguieron interceptar en la playa a un grupo de seis. En los montes, el número era más elevado, según las informaciones que trasladó la Gendarmería a la Benemérita. “En los montes han actuado con un número importante”, apuntaban fuentes oficiales. Mientras, en Ceuta, volvía a cobrar protagonismo el factor sorpresa y las patrullas de la Benemérita y de la Policía Nacional se topaban con los subsaharianos ya en aguas españolas.
En un principio, los inmigrantes se quedaron separados por grupos en el agua o bien sobre las rocas, pero sin aproximarse a la arena. Así permanecieron hasta la llegada de las ambulancias de la Cruz Roja, pasadas las ocho de la mañana, que fue cuando las fuerzas de seguridad indicaron a los inmigrantes que se aproximaran a la arena. Entonces llegaron las horas del júbilo. “¿Esto es Sebta?, ¿Marruecos?”, preguntaba a ‘El Faro’ uno de los inmigrantes. “No, estás en España”, respondía este medio, dando paso a las risas, los gritos y los estallidos de júbilo seguidas de los rezos, las miradas al cielo buscando a su Dios y los gestos de agradecimiento. Había quienes cantaban y bailaban todavía encima de las rocas mientras los agentes se quedaban con cara de sorpresa.
Esa es el rostro de quienes han soportado las redadas masivas llevadas a cabo en Marruecos con motivo de las elecciones, quienes han burlado, ocultos en los montes, la llegada de los agentes para detenerlos y trasladarlos a la frontera de Uxda con Argelia. Así que los que ayer llegaron eran los más fuertes de Beliones. Unos con camisetas del Madrid o del Barcelona, otro del Betis y alguno, incluso, con el chandal del Ejército español habían conseguido llegar a Ceuta y sabían perfectamente que ahora les toca esperar, confiar, pero no ser deportados al  otro lado de la frontera.
Y mientras la Guardia Civil con cara de ‘habérsele colado’ algo más de la cuenta y la Policía pensando en qué calabozos iban a entrar los inmigrantes y de qué manera iban a filiarlos, pero, sobre todo, con qué coches ya que llevan arrastrando un déficit de vehículos que saca los colores a la misma cúpula. Hubo momentos en que las fuerzas de ambos cuerpos se solapaban en sus funciones, clara muestra de que la entrada del grupo les pilló desprevenidos. La UIP de Valencia también acudió al Tarajal.
Cruz Roja reconoció sanitariamente a todos los subsaharianos, facilitando mantas para que entraran en calor ya que estaban mojados, evitando de esta manera la aparición de los síntomas de hipotermia. De todo el grupo se atendió a tres personas por heridas leves y una por hipotermia. Ninguno necesitó traslado a centro sanitario alguno pues todos gozaban de buen estado de salud.

El detalle

La situación en el CETI, sometida a continuos cambios
Hacer planes en el CETI es un imposible, aunque la dirección intente ir recuperando la normalidad en cuanto a la presión registrada. La inmigración no tiene vetos, ni puede prometerse una tranquilidad a pesar de los continuos compromisos de colaboración y ayuda entre gobiernos. El último intento de entrada masiva, por el espigón del Tarajal, tuvo lugar en noviembre, con motivo de la celebración de la Pascua del Sacrificio. Hasta ayer tan sólo se habían registrado las entradas aleatorias de balsas como la que tenía lugar el pasado lunes, pero en ningún momento se había atisbado el intento de entrada de mayor número de personas. Así hasta que ayer, de forma inesperada, tenía lugar, a la carrera, el pase de estos inmigrantes. Fuentes policiales recalcan que algunos intentan la entrada en varias ocasiones a pesar de haber sido rechazados a Argelia, tal y como informan a los policías nada más producirse sus primeros contactos. Mientras, de manera paralela a estas entradas, siguen organizándose salidas a los CIEs de la península, según los criterios que marca el Ministerio de Interior para inmigrantes que han sido reconocidos por sus países para retornarlos.

La entrada, prácticamente andando, por el Tarajal

Los inmigrantes no tienen complicación para cruzar, prácticamente andando, el espigón del Tarajal. Como tienen miedo se colocan flotadores o chalecos, pero como se aprecia en la imagen no existe profundidad y simplemente, cruzando tranquilos, nada les puede pasar. Los guardias civiles controlaban sus movimientos y ellos caminaban hacia la arena.

“Queremos la libertad”
Detrás de cada inmigrante hay una historia y en la del grupo que consiguió su entrada en la mañana de ayer predomina, como denominador común, una clave: la búsqueda de la libertad. Eso es lo que persiguen, ser libres o, lo que es lo mismo, tener vida. Dejan atrás, confiesan, un periplo marcado por la escapada de sus países y la supervivencia en los montes. Sus compatriotas han sido deportados pero hay quienes consiguen permanecer ocultos hasta que encuentran el momento de buscar la oportunidad. Deportados a Argelia, los subsaharianos vuelven a intentar su acercamiento hacia las proximidades fronterizas para intentar la entrada. Mantienen contactos con quienes constituyen la población residente del CETI. Ayer, un día después de la fiesta del Achura, buscaban encontrar una relajación marroquí. Es la primera entrada masiva del mes.