¿El mejor de la historia?

Si ya de por sí soy poco partidario de los debates sobre quién ha sido el mejor de la historia en cualquier campo, lo soy menos aún cuando se plantean en caliente. Era más que obvio que el intento de encuesta propuesto por Marca acerca del mejor deportista español de la historia concluiría coronando a Rafael Nadal, especialmente tras un año tan brillante como lo ha sido este 2013 para el tenista. Comprendo su elección dadas las circunstancias, pero me plantea muchas dudas, quizá demasiadas. Trece Grand Slams son una barbaridad, pero vencer cinco veces consecutivas en el Tour de Francia, combinándolo con la victoria en el Giro de Italia durante los años 1992 y 1993, me lo parece mucho más. Sobre todo si tenemos en cuenta que cada temporada alberga cuatro Grand Slam y un solo Giro de Italia antes del único Tour de Francia del año.  Además de la frecuencia de los torneos, se debería valorar el tipo de adversarios que cada deportista tuvo en su época. En el caso de Nadal, no ha tenido ningún especialista en tierra batida que le pusiera en serios aprietos, definiéndose sus principales adversarios por un tipo de juego que se adecúa de manera más eficaz a la hierba (en el caso de Federer principalmente) y a las pistas rápidas y ultrarrápidas (rasgo que sobresale tanto en el suizo como en Djokovic). No olvidemos que entre los Abiertos de Australia y EEUU y Wimbledon, Nadal contabiliza cinco Grand Slams, uno menos que Djokovic, quien, además, suma tres Torneos de Maestros por cero del manacorense. No hace falta mencionar que los rivales de Indurain fueron mucho más numerosos.
Sin embargo, más que en los rivales de Indurain, me gustaría centrarme en los enemigos que ha tenido delante Pau Gasol. Al margen de sus dos victorias en la NBA, el Mundial de Japón, las dos platas cosechadas contra la imponente selección olímpica de Estados Unidos, sus medallas de oro en Europa, etc., lo más importante de la trayectoria del ala-pívot de Lakers es cómo ha logrado todos sus éxitos. En cuanto a su participación en la selección nacional, cabe reseñar que siempre ha liderado las grandes victorias, siendo uno de los motores que permitió un enfrentamiento igualado contra los Kobe, LeBron, Durant y cía tanto en Pekín como en Londres. Estamos hablando de liderar una selección humilde, como lo es la española, contra jugadores que son parte de la historia más lúcida de la NBA y del baloncesto mundial. La selección estadounidense del año 2012 puede admitir más peros, pero la del año 2008 estuvo compuesta por una constelación casi interminable de estrellas sólo comparable a los Jordan, Bird, Magic y demás estrellas de 1992. Eso es mucho, mucho, mucho más que ganar una lista interminable de trofeos.  Pero es que, además, Pau Gasol cuenta en su carrera con el mérito de haber podido ser el escudero de un jugador sencillamente indescriptible como lo ha sido y es Kobe Bryant, en la segunda franquicia más grande de todos los tiempos (para muchos la primera por las finales totales disputadas). Una alianza que se alzó con dos anillos ante rivales de una talla considerable: el primero, conseguido contra la Orlando de un tal Dwight Howard, al que el catalán secó de una manera difícilmente asimilable; el segundo, aún mejor, se fraguó contra los rivales más acérrimos de la historia, los Celtics, en cuyo séptimo partido Gasol salvó los muebles a la franquicia californiana, en un partido y una serie para el recuerdo.
Por supuesto, mucho se podría decir de otros tantos deportistas españoles, pero he querido simplemente mencionar a los que han formado el podio para intentar demostrar que los análisis de este calibre no son tan sencillos. La injusticia suele llevarse a la perfección con las decisiones absolutas, estando casi siempre presente en ellas, de forma más acentuada todavía si se trata de decisiones emanadas del oportunismo y no de una previa y profunda reflexión.  Dicho todo lo anterior, estoy seguro de que cuando Nadal finalice su carrera podrá aspirar al trono de mejor deportista español de la historia sin ningún problema. No obstante, no creo que, aún, su vida deportiva pueda evaluarse en este sentido, pues sería francamente injusto para todos, tal vez incluso para él (por el indirecto desprecio hacia sus futuros éxitos).