Opinión

Idus de marzo

Los idus eran los días de buen augurio en el calendario romano. Para los meses de marzo, mayo, julio y octubre, ese día era el 15. Para el resto de los meses, el 13 era la jornada designada en el calendario. Los idus desaparecieron a partir del siglo III, al igual que el propio calendario romano. Sin embargo, la Historia no ha retenido estas fechas por su importancia religiosa, sino por el magnicidio que en ese punto del calendario del año 44 a.C. se cometió y, por supuesto, por la obra Julio César de Shakespeare.

En 1599, el autor británico agregó al texto de su obra de teatro una frase que se incrustaría en el imaginario popular: el “cuídate de los idus de marzo” que una vidente le decía al personaje de César y que presagiaba lo peor. Al margen del magnífico texto del autor de Ricardo III, el asesinato de Cayo Julio César supuso un giro en la historia de Roma. A partir del asesinato del vencedor de la Guerra de las Galias, la república que vio nacer a Rómulo y Remo se transformó en un Imperio. El apuñalamiento de César fue una conspiración de las poderosas de entonces contra quien pretendía unos drásticos cambios en la forma de gobernar.

Transparencia de gobierno, persecución de los abusos de las gobernadoras de las provincias, retorno a la legalidad constitucional, democratización de las asambleas y reparto de tierra y trigo a las más necesitadas eran algunas de las medidas que el padre adoptivo del que sería el emperador Augusto pensaba llevar a cabo.

En esa época, una mínima parte de las romanas tenía en sus manos toda la fortuna, mientras que la inmensa mayoría sólo tenía hambre.

Un clásico. Obviamente, la corrupción de las instituciones era moneda de curso corriente

Nada nuevo. Julio César quiso acabar con los privilegios, pero las poderosas, bajo el lustroso y falso pretexto de defender la libertad, acabaron con él y con los anhelos de cambio. Seguro que le suena. Si embargo, las senadoras que cosieron a puñaladas al patricio de la gens Julia no fueron las únicas culpables. Como siempre, hubo mucho más.

Algunas no quisieron saber nada, otras miraron para otro lado, muchas se fueron para no presenciar el magnicidio, aun sabiendo a ciencia cierta lo que iba a ocurrir; no pocas no estaban donde tenían que estar para proteger al César y el resto se apuntó al bando ganador de turno.

Las hojas afiladas fueron las que materialmente asesinaron a Julio César, pero, como siempre, no fueron las únicas culpables. Y en esas estamos.

Con todos los defectos que se le pueda achacar, la democracia es un sistema que, al menos, nos permite expresar nuestro desacuerdo con ella. Pruebe algo igual en una dictadura. La democracia, dentro de su imperfección, nos ofrece la posibilidad de elegir a las que nos gobiernan (o desgobiernan) y mandarlas al paro cada cuatro años. Intente esto en un régimen totalitario.

El sistema democrático, incluso con los recovecos que utilizan las expertas en fangos y basuras varias, tiene a gala la separación de poderes que idearon las luces de la Revolución francesa. Ya me contará la independencia que tiene el poder judicial en una dictadura

La democracia establece un régimen de libertades y, en principio, contempla a las ciudadanas como iguales en la Constitución. Evidentemente, por las rendijas del código penal se cuelan las chorizas varias, pero eso nunca puede invalidar el conjunto.

Renunciar a la libertad por las acciones de las filibusteras de la Ley equivale, como decía el poeta anarquista Léo Ferré, a “encadenar un edificio bajo el pretexto de que las poderosas viven en una cloaca”. Trate de desarrollar algo así con una bota en el cuello.

En un sistema como el nuestro, las descontentas, las que aspiran a más libertad o las que están en desacuerdo pueden manifestarse, escribir, reunirse y gritar en plazas, periódicos o locales afines. En las dictaduras, todo lo expuesto también se puede hacer, pero en los campos de concentración. Básico. Así, queda claro que frente a la intolerancia institucionalizada y de estado, nuestra democracia es, como aseguraba Churchill, el menos malo de los sistemas.

Por ello, cuando precisamente ahora se demoniza la democracia con planteamientos pseudopolíticos que van calando de manera preocupante en mucha capas de la sociedad, bueno sería contemplar las presuntas “salvaciones” que se nos quieren vender.

Frente a la libertad de expresión y a la divergencia de opinión, nos venden las bondades de una única voz indiscutible e infalible. Frente a la diversidad de opinión, nos hablan de la bondad de un guía que sea un líder fuerte.

Frente al librepensamiento se quiere anteponer el pensamiento único o el prefabricado, que para el caso es lo mismo. Ellas mandan, usted obedece. Fácil. Frente al debate, se quieren instaurar de nuevo los partes de guerra y, como alternativa a las legítimas reivindicaciones, siempre está presente la vigencia de los desfiles al paso de la oca.

Evidentemente, la importancia de la persona y de sus creencias y opiniones ni siquiera entra en el debate. Obvio.

Sin embargo, a pesar de las múltiples evidencias, muchas continúan como un alienado équido domado, cabeza baja, ojos tapados y dando giros sin sentido alrededor de la noria, sin preguntar por qué y para quién

Otras no dudan en blandir el puñal para atacar hasta por la espalda. Un número importante de las ciudadanas sólo espera a comprobar la nueva dirección del viento para aplaudir a quien corresponda. Y mientras, quienes tienen el deber de defender la democracia siguen sin hacer caso a los nuevos idus de marzo.

Terrorífico. Usted, como siempre, sabrá lo que más le conviene, pero ante la inminencia de las negras tormentas que se ciernen sobre nuestros horizontes sociales y políticos, más nos valdría proteger la democracia. Frente a la ola de intolerancia que nos invade sin pausa y sin pudor, nuestra cómplice pasividad nos convierte en asesinas. Vitriólico.

Claro que siempre puede quedarse en su atrio y esperar tranquilamente a que le comuniquen la muerte de Julio César, como si no fuese con usted. No obstante, nunca se olvide de que con la desaparición del imperator también se sepultaron los anhelos de las que nada tenían.

Fácil de entender. El retroceso de la democracia siempre trae consigo el ruido de cadenas, la sinrazón del totalitarismo y un inconfundible olor a naftalina y a pasado. Lo tremendamente alarmante es que, hoy en día, como dice el maestro Ramoneda, “para algunas, el futuro es el pasado”.

Para este H2S04 resulta aún más preocupante que esas “algunas” vengan pateando fuerte ante una preocupante indiferencia, cuando no complacencia, del grueso de las electoras.

Penoso, máxime cuando este avance se nos antoja ya imparable y para contrarrestarlo, se sigue sin favorecer el pensamiento crítico para hacer frente a tanta concentración de intolerancia y de odio. Otra cosa es que nos neguemos a verlo.

Lo de siempre. Mientras, el César ya está avisado de los peligros de los idus de marzo. A pesar de todo, sigue subiendo las escalinatas del Senado sin hacer caso a las evidencias. Lo que viene después, ya lo sabe. De sobra. Nada más que añadir, Señoría.

Entradas recientes

El Camoens da la cara, pero cae ante el filial del Melilla (3-0)

El Camoens da la cara ante el filial del Melilla Torreblanca, pero no consigue puntuar…

23/11/2024

La UA Ceutí no levanta cabeza y alarga su crisis (0-4)

La Unión África Ceutí no levanta cabeza y son cuatro derrotas consecutivas las que acumula…

23/11/2024

Ceuta recibe con los brazos abiertos la Navidad

Ceuta ha recibido con los brazos abiertos la Navidad. Este sábado se ha llevado a…

23/11/2024

Primera derrota del Ceuta B en liga (2-1)

El Ceuta B encaraba la jornada 12 de la liga ante el líder Puente Genil…

23/11/2024

Jornada agridulce para el balonmano ceutí

Nueva jornada agridulce para el balonmano ceutí con la victoria del BM Estudiantes y las…

23/11/2024

El “mercadeo” de medallas en la Guardia Civil y Aldama

La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), con representación en Ceuta, ha mostrado su preocupación…

23/11/2024