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¡Corre Forrest, corre!

Aloha!!!
Ya estamos inmersos en plenas vacaciones. En no tener que madrugar, en poder estar en casita, en tener tiempo libre y pegarle una paliza de escándalo al sofá viendo todas esas películas que no hemos podido ver durante el año…, o ver de nuevo aquellas que por una cosa u otra nos gustaron en su día. El otro día vi de nuevo la película “Forrest Gump”. Si todavía no la has visto te la recomiendo, si ya la has visto… ponte las “gafas de ver” y fíjate en otros detalles en los que no te hayas parado anteriormente.
La historia en si es un claro ejemplo de superación y una fábula fantástica de cómo alguien tan “normal y corriente” puede tener una vida llena de increíbles experiencias gracias a su actitud. Pero esta vez vi en la película algo que no había visto anteriormente.
De pequeño el protagonista, Forrest Gump, tenía un problema en sus piernas y debido a ello tenía que usar unas prótesis que le hacían caminar con dificultad, con rigidez de movimientos y ser el centro de burlas de los niños del colegio. No es mi intención contar el argumento…, pero hay dos escenas claves para desarrollar la idea de este artículo.
Una de ellas es cuando el pequeño Forrest Gump comienza a huir de los lanzamientos de piedras y persecuciones de unos niños que se burlaban de él.  Su pequeña amiga le gritó: “Corre Forrest, Corre!!!” y él… sin pensárselo dos veces, a pesar de que apenas podía caminar con normalidad impedido por sus prótesis metálicas…, paso tras paso consiguió romper los artilugios que aprisionaban sus débiles piernas, comenzar a correr y escapar de quienes querían darle una paliza.
Aquello era un milagro. Apenas podía caminar y debido a que tuvo que solucionar un problema (evitar la paliza de los niños), consiguió paso tras paso romper sus barreras y correr libre…
No importaba dónde, lo que importaba era tan solo huir de sus perseguidores…., correr, correr y correr… para escapar del problema que tenía. Así lo hizo y aquella carrera “hacia ningún sitio” fue el comienzo de una nueva etapa y la solución de un problema.
La segunda escena ocurre años después. Las aventuras y desventuras del amigo Forrest le llevan a jugar a fútbol americano en la universidad. Éste no conocía las reglas, ni que hacer… pero era un gran corredor de velocidad y eso le hacía valioso para estar en el equipo.
Hay un momento clave en el que le pasan un balón…, lo mira y no sabe que hacer…, de pronto le dicen: “Corre Forrest, corre”… y nuevamente inicia la carrera…, correr y correr con el balón en las manos…
Una carrera fantástica, perfecta, inigualable, imposible de interceptar por ninguno de los jugadores del equipo contrario… pero en dirección contraria!!! Marcó en su propia portería!!!
Justamente en esa escena se me encendió el piloto…, allí había una enseñanza de esas ocultas que hay en todo lo que nos rodea y que si prestamos atención las podemos descifrar…
La situación era parecida a cuando el pequeño Forrest huía de quienes le apedreaban…, había un problema de nuevo (que no le quitasen los jugadores del equipo contrario el balón), pero esta vez la velocidad de la carrera no fue la solución al problema… sino un problema más!!! Y terminó marcando en su propia portería!!!
¿Os habéis parado alguna vez a pensar la velocidad que llevamos en nuestro día a día? ¿Habéis pensado alguna vez si sois en vuestras vidas corredores de fondo o corredores de sprint?
Hay momentos en los que ese “sprint” te puede sacar de un problema como le pasó al pequeño Forrest…, pero ¿Es siempre necesario echar a correr a toda velocidad sin mirar donde vamos?
No soy quien para decir si la vida es una carrera de fondo o de sprint. Yo particularmente creo que es una carrera de fondo… e individual, en la que compito conmigo mismo!!! ¿Qué crees tú?
Muchas veces en nuestras vidas se cruzan acontecimientos que no son precisamente los que hubiésemos deseado tener: Crisis, separaciones, pérdidas…, y son también muchas veces en nuestras vidas que intentamos solucionar estos problemas o inconvenientes echando a correr…, sin dirección, sin rumbo, sin un destino determinado… tan solo correr, correr y correr…
Es como un mecanismo de autodefensa. Nos pasan ese balón…, nos lanzan esas piedras de la película.., nos suceden esos contratiempos… y de pronto suena en nuestra cabeza eso de “Corre Forrest, corre”… y allí vamos…, a toda pastilla!!! a toda velocidad!!! No sabemos muy bien donde…!!! Pero ahí vamos…!!!
¿Os habéis identificado alguna vez en vuestra vida con este comportamiento? ¿Habéis echado a correr alguna vez en vuestra vida sin dirección, sin rumbo predeterminado, sin mirar donde vais… con la intención de creer solucionar así vuestro problema? Correr, correr, correr…!!!
¿Conocéis a alguien que haya solucionado un divorcio corriendo y corriendo sin pararse a mirar lo que tenía a su alrededor o dejaba atrás? ¿Conocéis a alguien que tras una pérdida haya creído que correr y correr hacia delante, sin saber muy bien dónde, era el mejor método para solucionar la situación?
Cada uno debemos mirar las ventajas e inconvenientes de la carrera de “fondo” o de la carrera de “sprint”.
En  la carrera de fondo puedes mirar el paisaje, mirar el camino, coger bien las curvas, ver donde vas, controlar la respiración, corregir, dosificar el esfuerzo, girar el cuello para mirar a los lados…
En la carrera de sprint lo das todo en unos segundos, es explosión, no hay curvas… sólo rectas, contienes la respiración, no hay dosificación, hay que echar el resto, y si giras el cuello para mirar a los lados… te lo partes!!! No puedes girar el cuello a tan grandes velocidades… porque te lo partes!!!
Tú sabes cual es el ritmo de carrera que llevas en tu vida, lo que te ofrece uno… y lo que te ofrece otro, lo que te aporta uno… y lo que te aporta otro.
¿Cuál crees que es tu ritmo diario? ¿Ves bien el paisaje a esa velocidad? ¿Crees que es la adecuada y correcta? ¿Te permite girar el cuello y ver lo que te rodea? ¿Te permite dosificar, corregir, controlar la respiración y los latidos de tu corazón…? ¿Va esa velocidad en la dirección exacta… o vas a marcar en tu propia portería?
Algunas veces el “correr”, aunque sea sin dirección alguna, nos puede salvar de un problema…, de que nos muerda algún perro…, de que nos pille un toro en los San Fermines…, pero otras muchas veces el correr es en sí todo un problema… y si corremos sin dirección un problema añadido aún mayor.
Como siempre tú y sólo tú… sabes cuál es la velocidad que llevas en tu vida, si esta velocidad te da tiempo de reacción, si te permite darte cuenta de lo que sucede a tu alrededor, si te permite elegir, si te deja ver el paisaje, si te hace disfrutar de la carrera de la vida…
Como siempre tú y sólo tú… sabes cuál es la velocidad que debes llevar en tu vida. Acuérdate del “Corre Forrest, corre” y piensa si el correr a lo loco… sin dirección alguna no va a hacer que te metas un gol en tu propia portería o partirte el cuello al intentar mirar a los lados!!!
Felices Fiestas!!!
Aloha nui loa!!!

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