¿Bozal sí o bozal no?

Propietarios de mascotas se muestran en contra de extender la obligatoriedad a todos los animales de compañía y consideran que con la cartilla de vacunación basta

Bozal sí o bozal no. Esa es la cuestión. Y es que desde que el pasado día 8 se declarase un foco de rabia en Ceuta se exige a todos los propietarios de animales de compañía que soliciten autorización a los Servicios Veterinarios de la Ciudad para sacarlos de Ceuta al considerarse área restringida, así como a llevar a todas las mascotas con correa y bozal por la vía pública.
En líneas generales, los dueños de estos animales de compañía consideran que estas medidas son “demasiado drásticas” y que si se ha detectado un foco de rabia lo que tendría que hacer la Administración es actuar solo y exclusivamente para que este desaparezca, pero no ejercer presión sobre toda la población canina.
En las calles ceutíes puede verse, por un lado, que algunos de los ceutíes han optado por colocarles ya el bozal a sus animales de compañía y, por otro, que un colectivo numeroso aún no lo ha hecho, aunque muchos de ellos admiten que si finalmente se comienzan a interponer multas por no llevarlo cumplirán con lo expuesto por el Gobierno local.
Ramón Morales y Jorge Ruiz paseaban ayer en el Parque Urbano Juan Carlos I a sus mascotas, Goss –golden retriever– y Reko –setter inglés–, respectivamente. Ambos consideran que estas medidas anunciadas por el Gobierno local son demasiado drásticas y que la solución al problema no pasa por ellas.
Reko, por ejemplo, no acepta el bozal y su propietario asegura que está vacunado, por lo que “deberían preocuparse por los que no lo están”. Goss, por su parte, ya lleva bozal, pero se muestra muy incómodo cuando sale con este a la calle. Los propietarios de los perros indican que en numerosas ocasiones se comportan de manera extraña al entender que el bozal es un castigo y muchas veces ni pueden orinar porque se ponen nerviosos.
Propietarios de mascotas han mostrado su incomprensión a obligar a colocar un bozal a canes de la raza bulldog francés, chiguagua o yorkshire, que tienen un hocico muy corto.
Por este lugar también paseaba un matrimonio con su mascota, Drago, de raza labrador. Llegaron el pasado lunes a la ciudad autónoma tras acabar sus vacaciones y se encontraron con la noticia. Recuerdan que ya se obligaba a ocho razas a llevar bozal al ser consideradas peligrosas, pero consideran que el resto no deberían llevarlo “porque el que tiene un animal en casa lo tiene en condiciones, sino no lo tiene ya que el primero en ser mordido puede ser su propio dueño. A nadie le interesa tener un perro sin vacunar en casa y hoy día se lleva más a la mascota al veterinario que al niño al pediatra”. De esta manera, sí ven bien que se pida la cartilla de vacunación, además de llevar las bolsas para recoger sus excrementos. De hecho ahora “siempre” llevan encima la cartilla de vacunación para acreditar que todo está en regla. En cuanto al bozal, no han encontrado el tipo que necesita su mascota debido a que se ha agotado, por lo que esperan que llegue.
En desacuerdo con la obligatoriedad de poner bozales a todos los animales de compañía para transitar por la vía publica también está Laura Rodríguez, cuya mascota se llama Ricky, un perro de 15 años de la raza podenco. Esta joven no entiende por qué tiene que ponerle bozal “si está súper sano y todos los años lo llevo a vacunar contra la rabia”. Así, considera que estas medidas son “incomprensibles” y que no beneficia a las mascotas porque “les impide respirar bien”. En esta línea, dijo que entiende que tengan que ir atados pero no con bozal.
Propietarios de estos animales también denuncian públicamente que están siendo tratados últimamente como “delincuentes” y que en vez de extender esta presión a todos los animales de compañía deberían centrarse en localizar y actuar sobre los perros salvajes que están abandonados en lugares como “el Hacho o García Aldave”, y que se exija un control en estas zonas “durante todo el año”.
La mayoría de los entrevistados también se muestran en contra de ejercer una presión sobre los animales de compañía para acabar con el problema, sino que hay que actuar de manera intensa en el foco.  En cualquier caso, todos coinciden en que la solución no pasa por cumplir a rajatabla con el refrán “muerto el perro se acabó la rabia”.

Medio millar de personas piden que no se obligue a todos a llevarlo

Unos 500 ceutíes han pedido ya al presidente de la Ciudad, Juan Vivas, a través de la página www.change.org, que la obligatoriedad del bozal no se extienda “a perros que circulen con sus dueños con collar y correa, que por su naturaleza y características no representan ninguna peligrosidad”. Esta iniciativa es en relación al Decreto de la Consejería de Sanidad y Consumo de 2 de agosto de 2012 que establece en los puntos 9 y 10 el sacrificio de animales sanos que han pasado el periodo de observación en Perrera Municipal de 21 días. Pues bien, los firmantes solicitan también “que estos animales sanos que han pasado el periodo de observación y descartado su posible contagio sean entregados a la Asociación Protectora para cumplimentar su identificación, vacunación de rabia y demás protocolos sanitarios previos a su adopción. Así como los cachorros que por edad no pueden ser vacunados”.
Este colectivo también pide que estas medidas “no supongan un sacrificio masivo de gatos callejeros y que de una vez se afronte su control poblacional con una campaña sanitaria de castraciones”.
La página web a través de la que se ha puesto en marcha esta iniciativa dirigida al jefe del Ejecutivo local, Juan Vivas, recoge protestas y peticiones a nivel mundial.

Los bozales pequeños se agotan en los establecimientos tras el anuncio

Las tiendas de accesorios para animales han vendido numerosos bozales en los últimos días y en algunas se han agotado las existencias de los más pequeños, que hasta ahora apenas se vendían debido a que no era obligatorio. Propietarios de algunos de estos establecimientos han comunicado a este medio que han vendido todos los ejemplares de los pequeños y que solo les quedan de los normales, y que están a la espera de recibir nueva mercancía. Y es que aunque la mayoría de los propietarios de canes entrevistados están en contra de la medida, aseguran que si finalmente comienzan a multar acabarán cediendo y colocando el bozal a sus perros. “Si el bozal vale 20 euros y una multa puede llegar a los 300 yo creo que está claro, máxime en una situación económica ya complicada”, comenta uno de ellos.