¿Banqueros? Éstos no, gracias

Fue Lavoisier el que postuló que “la masa ni se crea ni de destruye, sino que se transforma”. Posteriormente Albert Einstein relacionó la masa y la energía en su famosa fórmula E=mc2 como consecuencia de su famosa “ley de la relatividad”, dando origen al principio de conservación de la energía, y, por lo tanto, de la masa, tomando ésta como energía concentrada.
El negocio bancario es uno más de los inventos creados por el ser humano para cubrir un hueco, una necesidad. Como tal negocio, es lícito y hasta conveniente que sea rentable. Pero también, como tantos otros, es susceptible de degenerarse y desviarse del fin para el que fue creado.
Los banqueros se han convertido en un grupo de presión que condiciona la vida política, social, y por supuesto económica, de los países. En tanto que los gobernantes se han rendido a sus pies (muchas veces por intereses espurios), el “sistema financiero” ha conseguido alterar la vida de las personas a quienes debía servir, y ha logrado llegar a un punto en que son los ciudadanos los que dependen de ellos. Ellos, los banqueros, deciden “cuándo”, deciden “cómo”, deciden “cuánto”, y deciden “a quién”.
Un ejemplo paradigmático: El Banco Central Europeo va a destinar este miércoles medio billón (con B) de euros a los bancos al interés del 1% (ya les dieron en los dos últimos años otro medio billón), para que éstos abran el grifo del crédito. Para poder hacernos una idea de cuánto es esa astronómica cifra, vamos a pasarla a “tiempo”. Un millón de segundos son 11 días. Un billón (con B) de segundos son…. ¡¡¡30.000 años!!!. Pues bien, con ese BILLÓN de euros, las entidades bancarias, en lugar de prestarlos a los ciudadanos, compran deuda pública de países como España (la demanda de ésta siempre es más de 3 veces superior a la oferta… ¿no les parece curioso?) que paga una rentabilidad del 4% a un año. Los bancos ganan limpio un 3% anual, sin escrituras, hipotecas, préstamos a autónomos y consumidores, etc… y lo más importante, sin riesgo de impagados: España, como país solvente, siempre paga. Y el banco siempre gana. La pregunta es evidente: ¿Por qué no es el Estado el que, por medio de un organismo creado ad hoc (tenemos al ICO) no se convierte en el receptor de los recursos europeos (al 1%) y los presta al consumidor? Al sistema bancario le saldría una competencia legítima y leal, y se evitarían los abusos que conocemos.
Otra demostración de manipulación son las agencias de calificación de riesgos, conocidas como agencias de “rating”. Las más conocidas son “Standard and Poors” y “Moody’s”. Ellas se encargan, entre otras cosas, de evaluar la solvencia de los países. Y de ellas depende que las “primas de riesgo” y por tanto los intereses que tendrán que pagar los Estados por su deuda pública, suban o bajen. Su creación fue necesaria pues orientan a los inversores (entre los que estamos los ciudadanos) sobre el grado de riego del destino de su inversión. Pero ello hasta que decidieron aparentemente manipular el mercado financiero, para, también aparentemente, unos pocos sacaran beneficios grandes y rápidos. Ellas, las agencias de calificación, son una especie de “empresa de peritación”, y para emitir sus informes sobre países evalúan varios parámetros como inflación, déficit público, desempleo, PIB, etc. Pero la pregunta que todos nos hacemos es… ¿tienen en cuenta SUS PROPIOS INFORMES entre los parámetros para bajar la calificación de un país?. Porque lo que está claro por lo evidente, es que, en el momento en el que ellos deciden bajar la calificación de un país, a éste se le sube la prima de riesgo, tiene que pagar más intereses por sus créditos (y por tanto todos nos empobrecemos), la bolsa baja, los bancos cierran más “el grifo”, etc. Y, como consecuencia, volverá a bajar la calificación que le darán la próxima vez. No son infalibles, como lo demuestra el hecho de que la calificación que tenía Lehman Brother el día anterior a su quiebra era la máxima AAA. En su defensa hay que apuntar que, en sus 90 años de existencia, los errores se cuentan con los dedos de una mano, y sobran dedos. ¿Quizás es que, siguiendo instrucciones de unos pocos, últimamente no son tan objetivos a la hora de calificar? Seguramente habría que reverdecer la idea de crear una “agencia de calificación europea” que, por lo menos, tendría más posibilidades de ser “neutral” y sería más creíble.  
El caso es que, al final, el dinero con mayúsculas (ése que “estuvo”, y casi nadie sabe donde “está”) no cumple con la noble misión para la que fue creado que no fue otra que  CIRCULAR, y por el momento está en los bolsillos de unos pocos “privilegiados”. Porque, lo que está claro, es que, como dijo Lavoisier y confirmó Einstein, “la materia (y el dinero es materia) ni se crea ni se destruye”.
POSDATA: Después de tres semanas en las que los títulos de mis colaboraciones fueron el famoso “….. ¡NO, GRACIAS!”, con ésta finalizo esta especie de “trilogía” dedicada a las tres patas que considero que sostienen el tablero responsable de la situación que estamos viviendo en lo económico y en lo social. Nótese que están dedicados a “los políticos”, “los sindicalistas”, y “los banqueros”. En ningún momento me he referido a “la política”, “los sindicatos”, y “los bancos”, actividades nobles, pero que, lamentablemente, han perdido la esencia para las que fueron creadas merced a las bastardas acciones de sus actores. Por eso concluyo que… “¿POLÍTICOS? ¿SINDICALISTAS? ¿BANQUEROS? ¡ÉSTOS NO, GRACIAS!”.