¿Agua o H2O?

Aprovechando el periodo de exposición pública del Plan Hidrológico de la Demarcación Hidrológica de Ceuta hemos traslado a la Administración nuestro punto de vista sobre los criterios que consideramos fundamentales a la hora de conservar, proteger y gestionar nuestro patrimonio hidrológico. El factor clave a tener en cuenta es la capacidad de carga del ecosistema local. A este respecto, el grupo de expertos que trabaja para la Comisión Europea sobre el tema de las ciudades sostenibles viene insistiendo en los documentos que ha redactado sobre la necesidad de que “reconozcan la capacidad de carga del medio ambiente a nivel local, regional y mundial como principios de referencia dentro de los cuales se pueden discutir otras consideraciones”.
Existe, por tanto, unanimidad entre los científicos y expertos en sostenibilidad sobre la urgente necesidad de abordar la delicada cuestión de equilibrar el tamaño de la población con la capacidad de carga de los territorios que los acoge.
Tal y como manifiesta de manera explícita  la red internacional de academias de ciencias (IAP), en su informe sobre Población y consumo, el establecimiento de limitaciones en el crecimiento poblacional no está exento de derivaciones éticas. Sin embargo, aún reconociendo este peligro no podemos dejar de abordar esta cuestión con prontitud, sobre todo en territorios que, como Ceuta, ha superado con creces su capacidad de carga ambiental y social.
A nosotros nos preocupan ambos aspectos, pero observamos con perplejidad y asombro la falta de respuesta institucional y ciudadana ante los problemas sociales que está provocando el desbordamiento de nuestra capacidad de carga. Cuando nos referimos a este término, nos estamos refiriendo –tal y como recoge el documento de la Comisión Europea sobre Ciudades Sostenibles– “a la capacidad de la ciudad, en tanto que sistema social, de satisfacer las demandas y aliviar las tensiones sociales. El colapso del orden social de las ciudades puede considerarse análogo al de los ecosistemas físicos, ya que es el resultado de tensiones (por ejemplo, la contaminación, en un caso, o la pobreza en el otro) que superan la capacidad de los mecanismos (por ejemplo, la absorción y el reciclado de contaminantes, en un caso, y la ayuda de la colectividad y los mecanismos de autoayuda en el otro) para asimilarlas”.
Partiendo de los postulados anteriormente expuestos, disentimos de manera tajante con la idea subyacente en el Plan Hidrológico de planificar con el objetivo de satisfacer una demanda en permanente crecimiento de recursos hídricos.  Por el contrario, consideramos que la planificación del agua en Ceuta debe ser “limitada por la oferta” y no “dirigida por la demanda”. Este criterio debe poner en relación con una visión holística de la problemática ambiental de Ceuta, hoy día caracterizada por las consecuencias derivadas del desbordamiento poblacional en un territorio de las reducidas dimensiones de Ceuta. La planificación territorial y la estimación de los recursos disponibles, como el agua, no pueden separarse como se ha hecho hasta ahora. Es un contrasentido planificar de manera sectorial asuntos como el agua, la energía o el suelo, ignorando la capacidad de carga del territorio para absorber más población y hacerse cargo de sus insumos.
Otro aspecto con el que no estamos nada de acuerdo es en continuar el proceso de artificialización de los medios de producción y distribución del agua en Ceuta. A este respecto, compartimos el parecer de autores como Iván Illich, quién en su conocida obra H2O y las aguas del olvido, se negaba a aceptar que todas las aguas puedan ser reducidas a un compuesto químico, el H2O . El agua, cada día más manipulada por el hombre, ha devenido en H2O, que es, en palabras de Illich, “una creación social de los tiempos modernos, un recurso escaso que requiere un manejo técnico. Es un fluido manipulado que ha perdido la capacidad de reflejar el agua de los sueños”.
Nosotros nos sumamos a la reivindicación de Illich y Jean Robert, en su trabajo Las aguas arquetípicas y la globalización del desvalor, de poder “saciar la sed sin recurrir a H2O  entubado, embotellado, desinfectado”. La verdadera agua es la que brota de los manantiales y fluye libremente en las corrientes de agua. Por ello solicitamos que el agua procedente de los manantiales de Benzú no se mezcle con el H2O  producida en la planta desalinizadora. El agua de los manantiales y de las fuentes naturales localizadas en distintos puntos de Ceuta tendría que estar disponible, de  manera libre y gratuita, para todos los habitantes de la ciudad.
Se da además la circunstancia de que los usuarios del H2O  local desconfían de su calidad, tal y como demuestra el hecho de la enorme cantidad de agua embotellada que se consume en Ceuta. Aunque no existen razones sanitarias para recelar de la salubridad del agua que llega a los grifos de las viviendas ceutíes, sus inquilinos prefieren beber agua adquirida en el supermercado. Lo cierto es que ni el sabor ni el olor del agua satisfacen a los habitantes de Ceuta. Pero esta realidad no quiere ser reconocida por las autoridades locales, que se aferran a los resultados de sus análisis químicos del H2O  de Ceuta.
Es una paradoja que administrándose el agua con criterios empresariales, de hecho es una empresa pública la que se encarga de esta labor, nunca se haya realizado una encuesta del grado de satisfacción de los clientes sobre  la calidad del “producto” que suministran. Para suplir esta carencia hemos sugerido, en nuestras alegaciones al Plan Hidrológico de Ceuta, que periódicamente se realicen encuestas sobre la percepción de la calidad del agua entre los ceutíes, así como se analice los hábitos de consumo de agua, en especial del consumo de agua embotellada.