Categorías: Opinión

¿A qué equipo aspiramos?

Con sinceridad, bien que me gustaría equivocarme, pero el fútbol en Ceuta es algo que está quedando ya para los recuerdos o para el sofá de casa. Hace ahora 30 años que la extinta Agrupación subió a Segunda División, cuando en sus filas militaban nada menos que diez jugadores de Ceuta, algo que hacía que todos nos sintiésemos más identificados con nuestro primer representante. Qué tiempos aquellos cuando los colores blancos suscitaban pasiones y el partido de turno de ‘A. Murube’ se convertía en el gran atractivo del domingo. Ahora la afición es mínima. Sin ir más lejos, fíjense en la imagen. Corresponde al penúltimo partido de liga cuando, aún siendo gratis la entrada y el equipo todavía con ciertas aspiraciones clasificatorias, uno de los fondos de gol aparece semivacío. ¿A qué aspiramos en estas circunstancias?
La masa de seguidores del Ceuta cada vez es menor por muchas causas, pero muy especialmente por los reiterados fracasos de bastantes temporadas a esta parte, lo que ha agravado de forma alarmante el éxodo de aficionados.
Campaña tras campaña no ha existido continuidad en las plantillas, lo que, consecuentemente, imposibilitó contar con un armazón básico. Y para qué hablar de los entrenadores, cuando sólo tres de ellos fueron capaces de terminar la temporada a lo largo de los casi tres lustros de existencia del club. La guinda ha sido la figura del director deportivo (?), un hombre al que no hemos visto por la ciudad, responsable de una serie de fallidos fichajes, nunca en línea con las necesidades y los planteamientos del entrenador. Así le fue al bueno de Orúe, al que también se cesó, cómo no, para reemplazarle por un Pastelero que aún está muy verde y que lo ha hecho mucho peor que el jerezano, como lo demuestra el balance de sus 14 partidos en el banquillo en los que el equipo sólo logró 20 puntos de los 42 en disputa.
Creo que ha llegado el momento de poner las cosas en claro. No se puede seguir derrochando los dineros de la Ciudad para mantener a flote a un representante al que van a ver unos mil aficionados por partido y con un rendimiento impropio de su presupuesto, uno de los más altos del grupo.
Los números son evidentes. El Ceuta nos cuesta 1.267.000 euros, más los 400.000 del ‘plan de saneamiento’ (?), que, unidos a lo que aportan las empresas municipales, nos montamos casi en los 2 millones. El asunto es para reconsiderarlo, aún con ese recorte previsto de un cuarenta por ciento como consecuencia de la crisis.
Hemos llegado a un extremo en el que por mucho que nos duela, a mí el primero, habrá que decir que el que quiera fútbol que lo costee. Como en el Ceuta no existen los socios, aquí no caben las asambleas ni tampoco nadie estaría dispuesto a hacerse cargo del club si las arcas municipales no respaldaran holgadamente a quien asuma la presidencia. Que se cerrara ahora el grifo, y la ayuda quedara en una cantidad algo así como la de los 120.000 euros del Murallas, a ver quien tiraba de la entidad, que en las condiciones actuales difícilmente podría constituirse en sociedad anónima, como habría que hacer, caso de ascender a Segunda.
Hay que ser coherente con la realidad. Se impone una etapa de transición. Al fin y al cabo con ella seguirían subiendo al campo los mismos. Transición en la que mucho tendrán que decir los valores de la cantera debidamente formados y promocionados desde unos equipos filiales que, partiendo de la 1ª División Nacional de juveniles, seguirían por la División de Honor de esta categoría, trampolín para el equipo de Tercera División, club del que ya algunos podrían saltar perfectamente al primer equipo de 2ª ‘B’, jugadores foráneos incluidos.
Lo que no es de recibo es la situación actual donde cada uno va por su lado y los pocos valores que salen de la cantera terminan marchándose a clubes de la Península. Una inversión para el fútbol en las condiciones anteriores sí que podría ser rentable y coherente bajo todas las perspectivas.
Cuando escribo esta columna la actual directiva aún continúa en su puesto, mientras suenan los nombres de dos candidatos a la presidencia, uno de los cuales parece ya cantado. De confirmarse, habrá que ver con qué proyectos viene y si es capaz de levantar algo que parece una causa perdida, menos para esos extraordinarios incondicionales de siempre, claro. Los mismos que, aún si simplemente se aspirara a la permanencia en 2ª ‘B’, seguirían arropando al Ceuta de sus amores contra viento y marea.
Es lo que hay.

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