El fin de semana nos ha mostrado una auténtica jauría humana mostrando su lado más inhumano en torno al bochornoso debate sobre si hay que salvar vidas o dejarlas hasta transformarse en muerte. Sí, también se ha hablado de las mafias, de la publicidad del Open Arms, del negocio que tienen montado, de si los inmigrantes que aparecen están macizos... de todo eso y demás. Hay muchísimo tiempo libre, tanto como héroes de los mojones escondidos detrás de un teclado capaz de convertirles en líderes de ‘me gustas’, de caritas y de aplausos. Con eso, ya ven ustedes, hay muchos que se van contentos a la cama, tan contentos como cuando de chicos nos íbamos pensando en que los Reyes Magos pedidos iban a ser reales porque habíamos descubierto a los padres encerrando las ilusiones en papel de regalo.
De todos esos debates no voy a hablar ni a reflexionar, habiendo antes algo mucho más sagrado como es salvar vidas. Después ya veremos si los criminalizamos o si no, si los hundimos más en la miseria o no... porque el deporte nacional se basa en eso en opinar de lo que no se sabe, en convertir en real las mentiras reiteradas en ridículos mensajes de twitter que todo el mundo cree. Aunque ahora el premio se lo llevan los vídeos difundidos por wasap de los que no sabemos su origen ni fecha, pero que se comparten de manera compulsiva con tal de fundamentar las reflexiones contrarias a la humanidad más básica. A todo eso le añadimos el ‘zasca’ y nos llueven aplausos.
La comunidad internacional, hundida en la miseria por su incapacidad de reacción a tiempo, amenaza ahora con sancionar las conductas que considera delictivas, cuando es ella misma la que ha amparado y potenciado todo esto abrazando el discurso del miedo y la inoperancia.
Humanidad, control de lo que está pasando, sentimiento... son conceptos que no se han tenido en cuenta, que no se han atendido y que ahora acogen un escenario vergonzoso en el que cualquier mensaje alejado de la auténtica clave -salvar vidas- es válido.