Por eso pedí destino para el País Vasco. Allí me dijeron que había mucha acción. Y sí que la tuve. Estuve en un grupo operativo infiltrado en Francia para obtener datos de unos señores que se decían llamar ETA. Eran muy peligrosos. Y lo demostrarían unos años después, por 1973, cuando empezaron las acciones. Para algo había valido estudiar el francés con ese hombre. Las viandas y el vino se transformaron en hablar y comprender un idioma muy parecido al nuestro. A la vez pude estudiar y hacerme en poco tiempo primero cabo primera. Luego sargento. Creo que los golpes que dimos tanto en Euskadi como en Francia fue la reacción que tuvieron en intentar amedrentarnos. Sufrí un total de dos atentados. Donde tuve suerte. En el primero tuve el empujón de que mi padre se me presentará en un sueño y me dijera: “José ten cuidado mañana. No conduzcas tú. Ponte de copiloto. Unos mal nacidos intentarán matarte”. Me quedé de piedra. Tenía que levantarme a las cinco para ir de París hasta Irun. Y esta revelación sería sobre las dos y algo. Ya no pude coger el sueño. Las incógnitas me pusieron a cabilar y los nervios me pillaron de pleno y no pude pegar ojo. Llevábamos a un hombre integrante del grupo indicado. Cuando nos quedaba muy pocos kilómetros para llegar a España de repente escuché como nos disparaban. Vi como mi compañero y a la vez mi conductor murió instantáneamente. El que llevaba al detenido que se encontraba en la parte de atras del vehículo estuvo a punto también de morir. Yo tuve suerte y de la buena. Normalmente me gustaba conducir a mí. Pero al sentirme cansado por el sueño delegué en este pobre hombre. Pude ser yo el que ocupó ese féretro que despedimos días después. El coche volcó y yo salí despedido pero estuve siempre consciente. Ya que vinieron a rematarnos y llevarse al detenido. Yo pude disparar y ahuyentar a esas hienas que fueron a por todos nosotros. El detenido se quedó conmigo. Otra felicitación que la verdad no me gustó ya que un gran amigo mío perdió la vida y otro estuvo unos meses en el hospital. Aparecieron unos gendarmes franceses y le contamos lo sucedido y nos ayudaron. Pero debo el estar vivo a la intervención de mi querido padre. Muchas gracias Joselito.
En la segunda ocasión que fueron por nosotros estábamos paseando por Francia cuando de repente un coche nos ametralló. Yo iba con otro compañero que le metieron dos impactos en las piernas. Yo resulté ileso. Otro gran día de suerte y otra plegaria que tuve que agradecer a mi padre. Tras este último atentado me planteé muy seriamente de irme del País Vasco. Tenía familia y tras ese segundo atentado mi mujer y mis hijos estaban que rebotaban. Pedí destino para Málaga y a los pocos meses me dieron el destino. Yo estaba contento pero más estaban todos mis familiares.
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