Huelga presidencial

Desde el 22 de diciembre del pasado año, el Gobierno de los EEUU de América ha decidido el “cierre parcial del gobierno ante la negativa demócrata de autorizar cinco mil millones de dólares para la construcción del muro fronterizo con México y la oposición del presidente Trump a promulgar leyes que no impliquen dicha suma para el muro”. Aunque parezca una broma macabra, o una de las más de 8.000 fake news que dicen difundió el presidente Trump el pasado año, no lo es. Es la pura realidad. Y no es la primera vez. En concreto, según podemos ver en la Wikipedia, el gobierno federal de los Estados Unidos ha procedido al cierre de la Administración hasta en 19 ocasiones, desde 1976.

Esta es una situación impensable en cualquier país democrático, pero que se puede dar en los EEUU debido a su sistema de separación de poderes y a su propia Constitución, al permitir que diferentes ramas del gobierno federal estén controladas por distintos grupos políticos. Por esto, cuando el Presidente y una o ambas cámaras del Congreso no resuelven sus desacuerdos sobre asignaciones presupuestarias, se producen estas situaciones, con evidentes perjuicios a la ciudadanía, sobre todo a los sectores más pobres, y a la imagen exterior del país. En el presente caso, los “delirios de grandeza” del presidente Trump, y su empecinamiento en construir el muro fronterizo con Méjico son de tal magnitud, que incluso ha llegado a no permitir la salida al exterior de la Presidenta demócrata del congreso, por falta de fondos.

Hace años que un grupo de profesores e investigadores de la Universidad de Granada participamos en algunos de los congresos anuales de la American Public Health Association (APHA). Por esta razón, figuramos en sus bases de datos y, a veces, incluso, se nos pide que evaluemos algunas de las miles de comunicaciones que se presentan. Una de las últimas comunicaciones que hemos recibido de la actual Directora de relaciones gubernamentales, está relacionada con este incidente. La transcribo literalmente (traducida):

“Querido Jose, a medida que nos acercamos a la quinta semana del cierre parcial del gobierno, las consecuencias para la salud pública son cada vez más preocupantes. La Administración de Alimentos y Medicamentos ha suspendido las inspecciones de alimentos de rutina, excepto en "instalaciones de alto riesgo"; la Agencia de Protección Ambiental ha suspendido las inspecciones de fábricas de productos químicos, centrales eléctricas y operaciones de tratamiento de agua; y la falta de fondos en el Indian Health Service está amenazando los servicios de salud críticos para las comunidades indígenas americanas. El cierre también está amenazando la salud y la estabilidad económica de los 800,000 trabajadores federales que han sido despedidos o trabajan sin remuneración, y de numerosos contratistas federales que trabajan para proteger nuestra salud y seguridad. Un cierre prolongado continuará poniendo en riesgo la salud y la seguridad de nuestra nación. La semana pasada, APHA se unió a más de 280 organizaciones que instaban al Congreso y al presidente a reabrir de inmediato al gobierno para minimizar cualquier impacto adicional en la salud y el bienestar del público. ¡Ahora, necesitamos que se inste a los miembros del Congreso a tomar medidas para poner fin rápidamente a este cierre por el bien de la salud pública!. Sinceramente,”.

Cualquiera que lea esto puede darse cuenta de la magnitud de la tragedia y de los graves perjuicios que se les están ocasionando a las personas más vulnerables. Mahatma Gandhi nos decía que “La verdadera valía de una sociedad se encuentra en cómo trata a sus miembros más vulnerables. Esto es así. Es la base del avance de las sociedades democráticas. Pero, parece que en EEUU están dispuestos a salirse, aún más, de esta senda de solidaridad y progreso. El presidente Trump ha batido todos los records sobre comportamiento irresponsable y peligroso. Para su país y para el resto del mundo. En solo dos años se ha convertido en una auténtica pesadilla para la mayoría de países del mundo. Y en un firme aliado de los gobernantes “gamberros”, que ganan elecciones a través de la práctica de la difusión de falsas noticias (fake news) por las redes sociales.

No es algo que me esté inventando. Ni una ocurrencia. Ya hay estudios y evidencias suficientes de tráfico y robo de datos personales. Incluso de venta de estos datos desde las grandes corporaciones de las nuevas tecnologías. El caso de Faceebok ha sido difundido y conocido en los medios hace poco. Datos que, una vez en manos de esas compañías piratas, son utilizados para bombardearnos, de forma selectiva, con estas falsas noticias. Un poco de ingenio, potentes ordenadores y software capaces de trabajar con grandes bases de datos (minería de datos, big data…), son suficientes para que la masa de indecisos de unas elecciones sean capaces de inclinar la balanza hacia los que menos nos esperábamos. Pasó en EEUU con Trump. También en Brasil con Bolsonaro. Y dicen que en Andalucía con Vox.

Evidentemente, la alternativa no puede ser hacer lo mismo, pero en sentido contrario. Esto sería jugar sucio. Pero, son los ciudadanos los únicos que pueden revertir la situación. Una forma es en las elecciones. Otra es con la acción decidida en la calle, siempre que se respeten los derechos de los demás. Los “chalecos amarillos” franceses, quizás nos han dado una lección. No es posible que el mundo camine hacia una situación de cada vez mayor desigualdad y que la única solución sea que los gobiernos caigan en manos de indeseables, contrarios a las esencias de la democracia y la solidaridad. Es necesario que despertemos del largo letargo en el que estamos.

“La pobreza no es solo la falta de dinero; es no tener la capacidad de desarrollar todo tu potencial como ser humano”, nos dice Amartya Sen. Y esto es lo que está ocurriendo en muchas partes del mundo. También en la américa de los supermillonarios. Por eso, a mis amigos americanos, además de solidarizarme con ellos, también he de decirles que hay que ejercer medidas de presión más allá de los simples escritos a los congresistas. A los políticos, a veces, no se les despierta solo con escritos. Son necesarias otras acciones más contundentes.