Categorías: Sucesos y Seguridad

“Hoy sí se ha podido, ¿pero y mañana?”

La frontera ceutí vivió la pasada madrugada el intento de entrada masiva de inmigrantes más elevado de los últimos años.

Solo los más viejos del lugar recuerdan noches con alertas de entrada superiores a los 800 indocumentados. Ayer llegaron a concentrarse más de 1.200, entre hombres y alguna mujer, cumpliéndose el peor de los temores que se tenía desde hacía semanas. “Hoy sí se ha podido, ¿pero y mañana?”, se lamentaba un agente de la Compañía de Ceuta cuando, pasadas las 9.00 horas todo parecía haber vuelto a la normalidad. Una normalidad que se rompía a la una y media de la madrugada. A esa hora, informadores marroquíes comunicaban a la Benemérita que se estaba detectando la aglomeración de pequeños grupos de subsaharianos, todos dispersos.
Las alarmas recibidas en el COS apuntaban que se avecinaba una noche muy larga para Ceuta. Los primeros grupos que se detectaron fueron de unos 50 subsaharianos, pero conforme pasaban los minutos, la cifra iba en aumento. De 50 se pasaba a unos 700 y la cifra fatídica del millar se divisaba a través de las cámaras térmicas en torno a las tres de la madrugada.
Las fuerzas marroquíes y la Guardia Civil se coordinaron como nunca en sus funciones. Existía una clara predisposición del otro lado a una colaboración plena, estableciéndose desde el primer momento una comunicación permanente entre informadores marroquíes y la cúpula de mandos de la Benemérita, al mando del comandante Jose María Jiménez, en ausencia del teniente coronel Andrés López García que se encontraba en Madrid para asistir a la cumbre de delegados y jefes de las comandancias de Ceuta y Melilla.
La Guardia Civil recibía de primera mano los pasos que daban los inmigrantes subsaharianos, lo que permitió que en todo momento fueran con ventaja, sabiendo cuántos intentaban acercarse hacia la frontera, qué camino seguían y si tenían previsto cruzar hacia la playa. Una información clave que no existió como tal el pasado 6 de febrero. Aquella fatídica madrugada solo 32 guardias civiles vigilaban la línea fronteriza, ajenos a datos relevantes com o el hecho de que los subsaharinos portaran flotadores y chalecos. Ayer era todo lo contrario. En la frontera había entre 80 y 100 guardias civiles, entre los pertenecientes a la Compañía (se alertó a todos los agentes que pudieran acudir) y los 42 integrantes del Grupo Rural de Seguridad (GRS). Conforme pasaban las horas iban recibiendo noticias de los pasos que seguían los subsaharianos. Que si ahora se detenían, que si parecía que iban a seguir un camino, que si otro... Las fuerzas de seguridad se iban amoldando a las informaciones.
Sobre el terreno, soldados marroquíes y la Gendarmería estaba preparados y dotados con material de contención. Tenían escudos, cascos, porras y sumaban unos 200 en su totalidad; nada que ver con las imágenes del 6-F en las que se apreciaban a agentes marroquíes que huían de los subsaharianos sin poder siquiera frenar su llegada porque no tenían medios.
A las 4.40 horas, un ruido constante de sirenas procedentes de los vehículos marroquíes situados en la frontera alertaba de la llegada, a la carrera, de los alrededor de 1.200 inmigrantes.
No venían todos juntos. Los subsaharianos, que habían estado incrementando su presencia desde la una y media de la madrugada, pusieron en práctica una estrategia que les salió mal, ya que ninguno consiguió su propósito de llegar a Ceuta. “En vez de venir todos juntos y a la carrera, optaron por separarse en tres grupos. Lo hicieron después de un tiempo en el que no se definía muy bien cuál iba a ser su camino”, informaban in situ fuentes de la Benemérita. Los 1.200 subsaharianos optaron por dividirse en tres grupos. Dos, formados por 300 y 400 personas respectivamente, comenzaron la carrera, con poca diferencia de tiempo, por el camino que conduce al Biutz, pretendiendo desde esta zona llegar al nuevo puente Tarajal II, aún sin inaugurar. Pretendían hacer lo mismo que sus colegas hicieron el 6 de febrero: alcanzar desde allí la playa del Tarajal. Pero se toparon con una ingrata sorpresa: la clave de toda esta historia o, escrito de otra manera, el acierto de España y Marruecos a la hora de conformar su dispositivo de control. En esta penúltima estación de escapada los subsaharianos se toparon con un muro integrado por casi un centenar de GRS y mehanis. Pertrechados con escudos, porras y cascos los agentes libraron una particular batalla “cuerpo a cuerpo” con los inmigrantes. No hubo empleo de material antidisturbio ni por parte de Marruecos ni de España, la labor de los agentes de uno y otro lado se centró en la mera contención de dos de los tres grupos de subsaharianos.
Los hombres y alguna mujer se quedaron bloqueados al toparse con un despliegue que no esperaban y que el 6-F fue inexistente. “Antes de echar a correr hacia el Nuevo Tarajal, los inmigrantes estuvieron planteándose la estrategia a seguir, no mostraban claramente cuál iba a ser su intención. Nosotros recibíamos información de Marruecos, sabíamos por dónde, definitivamente, habían elegido cruzar. Ellos no esperaban toparse con todos los agentes allí”, añaden fuentes de la Benemérita.
El tercer grupo de inmigrantes, formado por unas 400 personas, optó por no acercarse, se quedó como mero espectador a la altura del puesto de ITV, en las inmediaciones de la Finca de Berrocal. Estaban siendo los analizadores de lo que hacían sus compatriotas, que se las estaban viendo y deseando para sortear el muro humano que no esperaban. Este tercer grupo es el que, controlada esta primera avalancha, intentaría penetrar de la misma forma y por el mismo sendero en torno a las ocho de la mañana. También sin éxito, salvo el caso aislado de un par de subsaharianos que consiguieron llegar hasta la playa marroquí siendo interceptados por una embarcación ubicada junto al espigón. 

 

El delegado del Gobierno, Francisco Antonio González, se adelantaba ayer en una intervención en el programa La Voz del Faro a valorar lo sucedido. Lo hacía desde Madrid para agradecer el trabajo prestado por Marruecos y por la Guardia Civil. “No me cansaré de felicitar a Marruecos por sus intervenciones en estos temas, pero también tengo que felicitar y de una forma muy efusiva a la Guardia Civil, porque a pesar de seguir siendo cuestionada por personas que no tienen un conocimiento claro de cuál es la actitud de la Guardia Civil, se han sobrepuesto a esa situación y han vuelto a actuar en defensa de las fronteras españolas. Felicitación muy efusiva por el trabajo desarrollado la pasada noche, porque hablamos de más de mil subsaharianos en varios intentos, en grupos de cuatrocientos. Ha sido una actuación impecable tanto por parte de la Guardia Civil como de las fuerzas marroquíes”, sentenció.
El delegado recordó que el intento de entrada de ayer está considerado como uno de los más importantes de la historia, aunque hayan intentado el avance de manera fraccionada. “Lo que ha sucedido va a cortar el efecto llamada, que desde la irresponsabilidad de instituciones, partidos políticos o de personas estaban gestionando de alguna manera una baja moral de la Guardia Civil. Que las mafias se den cuenta de que por mucho que se intente deteriorar la imagen no van a lograr el objetivo. Los guardias han respondido con lo que se espera de ello y han cumplido con la obligación que tienen encomendada. Pienso que lo de ayer será un antes y un después de lo que estamos viviendo desde el mes pasado”, apostilló el delegado.
El éxito del operativo se sustentó también en el despliegue organizado. Se movilizó a los GEAS, al Servicio Marítimo, Salvamento Marítimo  y Cruz Roja, que trasladó varias ambulancias en previsión de que pudieran producirse incidencias.
Cuesta creer que sea así, que la tragedia no asuste siquiera a los inmigrantes que han visto fallecer a sus compatriotas. Pero, casualidades del destino, los más de mil subsaharianos que intentaron llegar ayer a Ceuta  iban a seguir la misma ruta explotada por los fallecidos el 6-F. Les falló la mayor previsión tenida en este lado de la frontera.  Tras el bloqueo de los subsaharianos se daba el paso al amanecer. Era entonces cuando se veían las escenas de inmigrantes interceptados e introducidos en autobuses para retirarlos del lugar, mientras otros se marchaban por el monte evitando ser detenidos por las fuerzas marroquíes. En las filas de la Benemérita empezaba a respirarse cierta tranquilidad. Por fin había quedado abortado uno de los pases más importantes, echándose el cierre a una noche que nadie sabía cómo iba a terminar.
Las autoridades de Marruecos confirmaban horas después que habían conseguido interceptar a “850 emigrantes en situación irregular”, evitando así la entrada en Ceuta. En un breve comunicado, la Wilaya (gobierno local) de Tánger-Tetuán señalaba que los emigrantes fueron interceptados “gracias a la vigilancia de las fuerzas del orden y al dispositivo de seguridad previamente desplegado en el lugar”. Tal y como adelantó este medio la semana pasada, desde el 6-F se ha ordenado un mayor despliegue militar en la zona, con la llegada de dos generales al mando, lo que se ha traducido en una mayor contención del elevado número de inmigrantes concentrados en la zona norte. Fuentes del Ministerio de Sanidad en la ciudad de Tetuán, capital de la región, explicaron que varios inmigrantes habían resultado heridos leves por lo que tuvieron que ser trasladados al hospital Hasan II de Castillejos, pero no ofrecieron más detalles.
El pasado jueves, el portavoz del Gobierno, Mustafa al Jalfi, atribuyó la presión migratoria sobre Ceuta y Melilla al hecho de que Marruecos haya “cerrado sus fronteras marítimas” al paso de las pateras hacia España.
Según Al Jalfi, estos esfuerzos han logrado reducir en un 95% la salida de pateras en los últimos diez años, hecho que ha multiplicado la presión terrestre sobre las dos ciudades españolas.
Las organizaciones pro derechos humanos y de apoyo a los emigrantes aseguran que en los últimos meses los subsaharianos detenidos en las inmediaciones de Ceuta y Melilla ya no son expulsados hasta las fronteras con Argelia, como era habitual, sino que son conducidos a ciudades marroquíes del sur.
A este lugar fueron derivados los inmigrantes interceptados durante la madrugada.

La primera alerta

1:30 horas, se tiene constancia de que los inmigrantes empiezan a concentrarse

La Guardia Civil intercambiaba información al minuto con las fuerzas marroquíes. La frontera empezaba a cambiar su aspecto, se producía el cierre de las puertas, solo se permitía el paso de vehículos y personas a cuenta gotas y comenzaban a llegar unidades de refuerzo de la Benemérita y Policía Local, amén de alguna patrulla del CNP.

La colaboración de las fuerzas de seguridad

En el primer intento de entrada llevado a cabo cuando aún no habían dado las cinco de la madrugada, la dotación de fuerzas de seguridad españolas era mucho mayor que la que se registró el 6 de febrero. Buena parte de los agentes de la Compañía de Ceuta y los GRS se desplegaron en la frontera, teniendo que pedir ayuda a las demás fuerzas de seguridad. Policía Local colaboró con varios vehículos patrulla y aportando 14 hombres que usaron defensas, escudos y cascos para unirse a los guardias civiles. Llegaban al Tarajal en torno a las tres de la madrugada y ahí recibían las instrucciones de los guardias de cómo debían actuar. También se pidió apoyo a la Policía Nacional, que envió a algunos vehículos zeta para intentar apoyar a los demás efectivos. No se consideró por parte de la Policía Nacional que tuviera que desplegar a las unidades de peso en este tipo de intervenciones como es la UIP o la UPR, al menos hasta la llegada del último grupo de inmigrantes, en torno a las ocho de la mañana. Por parte de la Delegación se quiso valorar específicamente el apoyo prestado por estos 14 policías locales.

Actuación “cuerpo a cuerpo”

España y Marruecos no usaron pelotas de goma. Hubo tres guardias GRS heridos

La forma de contención aplicada la pasada madrugada en frontera era el fiel reflejo de la seguridad más rudimentaria. La contención se fundamentó en la lucha del “hombre contra el hombre, del cuerpo a cuerpo”. Los guardias estaban dotados con escudos, defensas, cascos y con esos elementos frenaron la entrada de los inmigrantes. Esta situación quedó reflejada en algunas imágenes. Hubo 3 GRS heridos, uno por  piedras, dos en la contención.

Colaboración plena a los dos lados
Las fuerzas de seguridad se desplegaron por todos los lugares posibles de pase

En la playa, la Gendarmería desplegó entre 20 y 30 hombres por si era necesaria su intervención. Antes del puente, se colocaron otros tantos miembros de la seguridad marroquí. Además existía un blindaje español, el nuestro, que se completaba por unas vallas de obra que se colocaron para prohibir el paso.

Fase crítica
Esta es la barrera que resultó clave para que el intento de entrada fuera un fracaso

Esta escena que ven fue clave en el intento de entrada de ayer que venía a reproducir el 6-F y que de hecho estuvo protagonizado por buena parte de los inmigrantes que participaron en aquella jornada trágica. Pues bien, esa hilera que ven de guardias y fuerzas marroquíes era lo que no se esperaban los subsaharianos, a los que, de esta manera, les resultó imposible acudir a la carrera hacia la playa. Además se habían colocado vehículos a modo de parapeto para hacer más difícil la escapada.

Las cifras que se manejan sobre la presión al otro lado: las oficiales y las oficiosas

El ministro de Interior habla de “emergencia” en Ceuta y Melilla con 80.000 inmigrantes a la espera

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, considera que la situación de las fronteras de Ceuta y Melilla es "de emergencia, delicada" y que el intento de asalto protagonizado ayer por más de  1.000 inmigrantes subsaharianos confirma esta afirmación. Jorge Fernández Díaz ha afirmado que en Marruecos hay actualmente unos 40.000 inmigrantes, la mayoría subsaharianos, esperando para poder entrar en España y otros 40.000 están en Mauritania con la misma intención.
Fernández Díaz ha explicado que estas cifras se las ha facilitado el ministro del Interior de Marruecos, con quien se reunió recientemente en París, y que también han sido corroboradas por los servicios de inteligencia españoles. "Las mafias (que trafican con personas) están pendientes de la situación que se vive en España", ha advertido, con las críticas a la actuación de la Guardia Civil tras el suceso en el que fallecieron 15 inmigrantes que intentaban entrar a nado en territorio español desde Marruecos. Esta "oleada" de miles de inmigrantes esperando poder entrar en España saltando las vallas en Ceuta y Melilla hace que el ministro se reafirme en que la política de inmigración debe ser "comunitaria", una posición que ya defendió el lunes ante la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, con quien se entrevistó en Bruselas. Las cifras oficiales chocan con las oficiosas, las que forman parte de esos informes internos que no salen a la luz y que son realizados por las fuerzas de seguridad para su conocimiento. Rebajan la presión en Ceuta a unos 1.500.      

El temor: el pase por el mar
Preparadas las unidades para evitar que hubiera otra tragedia en el mar  
 

La Guardia Civil está trabajando bajo presión. Y ayer, con más de mil personas intentando entrar en Ceuta, los niveles de alerta eran máximos. La cúpula de mandos estaba en la central COS vigilando y ordenando todo el operativo, mientras el resto de agentes era repartido por todas las vías posibles de entrada. En el mar, unidades de los GEAS y del Marítimo esperaban cualquier acontecimiento. Otra vez el espigón, la imagen del lugar que hace casi un mes fue escenario de una tragedia ahora judicializada. Hubo adecuado intercambio de información y se pidió la ayuda de todas las partes implicadas posibles para conseguir que todo estuviera dispuesto y preparado por si se producía alguna entrada. Desde el 6-F se han sucedido varios intentos de pase. 24 horas después de la tragedia un grupo de 400 subsaharianos se acercaba a la zona y fueron rechazados por Marruecos. Después se han ido sucediendo más entradas, algunas por el vallado, otras por mar en embarcaciones, también en vehículos y la más sorprendente, la acontecida a través de una tubería ubicada al lado de una de las alcantarillas del perímetro fronterizo.

“Queríamos echarnos al agua y nos detuvieron”

Amplio fue el refuerzo policial en la zona marroquí por parte de la gendarmería. Los inmigrantes fueron repelidos mucho antes de llegar a la frontera y todos fueron transferidos a ciudades marroquíes más alejadas de la frontera con Ceuta. Las ONG contabilizan 28 heridos con contusiones en la cabeza y fracturas, atendidos en el hospital Hassan II y luego montados en autobús y repartidos por diferentes ciudades. Buena parte de los inmigrantes que intentaron la entrada ayer son los mismos que lo hicieron el 6-F. Es el caso de Moussa, un camerunés, que no logró su entrada en Ceuta y que manifestó que “queríamos echarnos al agua, pero nos detuvieron mucho antes. Nos han pegado con porras (los marroquíes) hasta a las mujeres".      

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