La Sección VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta ha dictado un auto en el que acuerda no haber lugar a la revisión de la sentencia condenatoria de Mohamed A., conocido como Tony, quien solicitó el pasado mes de abril a través de su representación letrada ser expulsado a Marruecos y dejar de cumplir la pena que le queda en España. El autor confeso de la muerte de la joven estudiante de Enfermería, Laura Gutiérrez, fue condenado en el año 2013 por la propia Audiencia a 13 años y 9 meses de prisión por un delito de homicidio con agravante de abuso de superioridad además de a otros cuatro años y seis meses por agresión sexual consumada. Posteriormente, en noviembre de 2014, el Supremo rebajó esa pena global a 14 años y medio.
La pretensión del conocido como Tony era que se sustituyeran las penas de prisión impuestas -esa ejecución se extingue en 2026- por su expulsión a Marruecos, en aplicación del artículo 89 del Código Penal. La clave para la resolución de la Audiencia radicaba en aclarar qué normativa debía aplicarse y si era factible acordar una expulsión del territorio nacional a la que se oponía tanto la Fiscalía como la Acusación Particular al no concurrir los requisitos para ello, debiendo aplicarse la actual regulación por ser considerada más favorable al preso. En el dictado de la condena inicial nunca se solicitó la expulsión, ni llegó a plantearse ya que pese a ser un ciudadano extranjero tenía su residencial legal en España.
Tal y como ha confirmado El Faro de Ceuta por fuentes judiciales, la Audiencia considera que no cabe aprobar dicha expulsión al resultar improcedente la revisión de la sentencia a la hora de valorar la sustitución de las penas de cárcel. Algo que pretendía Mohamed A. quien intentó cuestionar la validez de su arraigo en nuestro país argumentando que su permiso de residencia había caducado mientras estaba preso y que, aunque tenía una hija en España, no tenía relación con ella.
La Audiencia concluye que no cabe la revisión de esa sentencia ni, por lo tanto, esa sustitución de pena por expulsión argumentando que ello no le resultaría beneficioso. Así también considera que la sustitución por expulsión de esas penas privativas de libertad no conllevaría un plazo máximo de cumplimiento, por lo que el tribunal podría disponer su ejecución por completo, siendo posible solo la expulsión en el caso de una clasificación en tercer grado o tras disfrutar de una libertad condicional. El criterio del tribunal sería el cumplimiento de la totalidad de dichas penas -que serían mayores con la legislación vigente superando los 19 años- al objeto del necesario restablecimiento de la confianza en la justicia. Más si cabe con delitos como los que se cometieron -contra la vida y contra la libertad sexual- y en las circunstancias en que se produjeron. Lo contrario podría generar una sensación nefasta en la sociedad de considerarse no solo que el que comete delitos se beneficia de cierta impunidad sino que además por el mero hecho de ser extranjero puede librarse de un cumplimiento más largo de privación de libertad aunque ello suponga ser expulsado de España.
En la comparecencia celebrada el pasado abril, el condenado hizo uso de la palabra indicando que, hasta ahora, seguía arrepentido de lo que hizo y pedía perdón por ello.
Dijo que llevaba en España desde 1999 y en 2000 le dieron la residencia que ya le ha caducado estando preso. Declaró también que sus padres murieron y no tiene relación con su hija. La Acusación Particular resaltó que ni siquiera había abonado la indemnización a la que se le condenó.
La muerte de la estudiante de Enfermería, natural de La Línea, Laura Gutiérrez, se produjo en diciembre de 2011 en el interior del piso al que se había desplazado para prepararse unos exámenes previos a la obtención de la diplomatura. En ese piso, en el que solo iba a estar unos días, vivían otros amigos suyos además de Mohamed A., trabajador en un bar de copas, quien le arrebató la vida en la madrugada del 6 de diciembre de ese año. Por la mañana se entregaría en la Jefatura Superior de Policía a donde acudió para comunicar lo que acababa de hacer. Esa confesión le serviría después de atenuante en torno a uno de los sucesos que mayor conmoción generó en la ciudad debido a la violencia empleada y a la hilera de situaciones que rodearon la muerte de la joven. Con motivo de la celebración de la ceremonia de graduación de Enfermería se hizo un acto simbólico en homenaje a Laura, a la que tan solo le faltaban unos exámenes para haber terminado la carrera.
Su muerte supuso un mazazo para toda la familia, que no pudo reponerse ante una situación así, tan cruel, tan dura y tremendamente injusta para quien tenía toda una vida por delante. Sus padres y hermana pidieron justicia entonces y la siguen pidiendo ahora, habiéndose opuesto a la pretensión de expulsión cursada por el condenado.
Esta imagen se corresponde con el momento en el que Mohamed A. fue detenido por la Policía Nacional tras verificar la versión que este daba de que había dado una “paliza de muerte” a su compañera de piso. Fue algo más.
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