Era una noche como para no salir de casa. El “vendaval”, con sus antojadizas y arrebatadas trombas de agua, se distraía alimentando los susurros de las palmeras, levantando olas de nácar en la Ribera y malogrando el modesto empeño de los paraguas. Era una noche de esas; más propicia a escribir lirismos y sutilezas viendo llover tras la ventana, que para salir a la calle. Así las cosas, algunos decidimos acudir el pasado jueves 25 de octubre, sobre las 20:00 horas, al Salón de Actos de Palacio Autonómico. Lo que allí nos convocó, sin duda merecía la pena. La escritora Sonia García Soubriet (Tomelloso, 1957), de apariencia delicada y voz serena, desmenuzó, ante un numeroso grupo de asistentes, multitud de aspectos de la vida y obra del escritor tangerino Ángel Vázquez. El evento tuvo lugar dentro de los actos del Día de la Biblioteca y como continuación al Homenaje a Ángel Vázquez que el Club de Lectura de la Biblioteca Pública de Ceuta ha estado brindando a dicho autor (EL FARO DE CEUTA, domingo 21 de octubre, pag.27).
Pero antes de que comenzara la conferencia tuvo lugar uno de los momentos más entrañables de la noche. Fue cuando por parte de la Biblioteca Pública se le hizo entrega a dos personas de enorme trascendencia para el Club de Lectura y para la Biblioteca de sendas insignias, como reconociendo a su constante entrega y a la franca y desinteresada disponibilidad que ellas siempre ofrecen. Digo “ellas” porque en este caso se trataba de dos mujeres: Ana Moreno y María Jesús Fuentes. Fue una sorpresa para ambas, a juzgar por sus caras de asombro cuando fueron requeridas desde el escenario. Soslayando el pudor que siempre produce un reconocimiento público, y abrumadas por los aplausos de los asistentes, recibieron así una humilde muestra de nuestro más sencillo afecto.
Después de este preámbulo dio comienzo la charla propiamente dicha. La novelista, hija del prestigioso escritor y crítico literario Francisco García Pavón, con su buen hacer, hizo que pudiéramos trasladarnos a ese Tánger en que vivió y describió en sus obras Ángel Vázquez, ese Tánger que descubrió Truman Capote a principio de los años cincuenta y donde también vivieron Jane y Paul Bowles. Ella misma nos hizo partícipes de cómo a pesar de haberse criado en un ambiente literario y haber frecuentando las tertulias de los escritores amigos de su padre, nunca antes había oído hablar de Ángel Vázquez. Fue cuando a raíz de encontrar en una librería de viejo su primera novela “Se enciende y apaga una luz”, y tras haber leído “La vida perra de Juanita Narboni”, le llamó poderosamente la atención la evolución que había sufrido el autor. Eso fue lo que espoleó su curiosidad e hizo que se le avivara la inquietud por investigar sobre su vida y obra, lo que la llevó a indagar tanto en su correspondencia personal, como en sus artículos de prensa y en sus cuentos. Ángel Vázquez en su obra (como ya hemos podido comprobar en el Club de Lectura), mantiene un esquema narrativo muy similar, y sus temas se repiten casi obsesivamente: mujeres solitarias y descontentas, cercadas por la angustia; matrimonios sin amor y mal avenidos; hombres siempre a la sombra de las mujeres, huidizos y simples; niños siempre tristes; jovencitas desilusionadas; y muertos cuya sombra se proyecta sobre la existencia de los vivos.
Claro está que en el caso de Ángel Vázquez su literatura está ineludiblemente ligada a su vida. Según pudimos conocer por Sonia García Soubriet, el propio autor huía del calificativo de “maldito” con el que en su época fue señalado, y se definió a sí mismo como un autor “descolocado”; descolocado socialmente (su realidad familiar, y personal fue a menudo muy cruda) y descolocado literariamente, pues su falta de posicionamiento político y alejamiento de la península, no propiciaba precisamente que fuese un asiduo a las tertulias y al ambiente literario de la época. También pudimos conocer algunas anécdotas a cerca de la vida de Ángel Vázquez, que sin duda contribuyó a poder entender mejor algunos aspectos de su obra. Así, la conferenciante profundizó en el modo en que un Ángel Vázquez, muy deteriorado por el alcohol y atraído por particularidades de la escritura subconsciente o automática, creó el monólogo de Juanita Narboni , recuperando así el lenguaje y el mundo de su infancia, hasta el punto que él mismo se definió como “un escritor recién nacido”. Había encontrado así su propia voz como escritor. A pesar de haber terminado su novela en 1973, no sería hasta 1976 cuando Jose Manuel Lara, su editor, la publicaría inducido por su mujer. La acogida que tuvo “La vida perra de Juanita Narboni” fue muy dispar, pasando desapercibida y tachada de localista por algunos críticos.
Pero un escritor, ha de ser valorado por su obra, más que por su errática vida, y lo que verdaderamente sacamos en claro aquella noche es que, cainísmos hispanos aparte, Ángel Vázquez fue, sobre todo, un escritor novedoso, capaz de captar los trasluces de la vida y muy diferente a los escritores del realismo social de la generación del 50. Alejado de posicionamientos políticos, anduvo dudando hamletianamente de sí mismo hasta el fin de sus días, inmerso en su propio exilio interior (el exilio más feroz e inhumano de todos). Como autor, la Historia no le ha hecho justicia, y es que la justicia histórica, por lo general, es tan tardía que llega a ser injusta. La conclusión que obtuvimos tras casi hora y media de charla es que la Biografía (con mayúsculas) de Ángel Vázquez está aún por escribir ( no me cabe la menor duda que si hubiese sido un escritor norteamericano ya hace años que habría más de un guión narrando su vida rondando por los despachos de Hollywood), así que si alguien que haya leído estas líneas decide ponerse manos a la obra, ya tendremos excusa para repetir este homenaje dentro de unos años.
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