Volvió a suceder. El hombre que fue interceptado por la
Policía Nacional en Ceuta, en la barriada de
Benítez, cuando intentaba
quemar unos cables, volvió a cometer otra acción similar relacionada también con el fuego en la que tuvo que intervenir la Guardia Civil. Los agentes del Instituto Armado se vieron obligados a actuar ya que a punto estuvo de causar un incendio forestal cerca del vallado, en las inmediaciones del perímetro fronterizo. Se trata de una persona que mentalmente no está bien, que vive en la calle, pero que ha causado dos incidentes relacionados con el fuego en menos de 24 horas. En el primer caso,
el de Benítez, la Policía Nacional no llegó a detenerlo, aunque sí procedió a su traslado a las dependencias policiales una vez que se recibió el aviso de que estaba prendiendo fuego a unos cables de un poste. Horas después, esta misma persona estuvo a punto de causar un incendio cerca de la valla, teniendo que intervenir
la Guardia Civil para evitar que dicho suceso terminara materializándose, teniendo como finalidad del servicio la de proceder a su puesta a disposición judicial.
La reacción esperada que ni es ágil ni llega
Si no existe una acción en este ámbito que pase por un ingreso en centros adaptados o no se activan recursos sociales para atender la situación de este tipo de personas de forma rápida teniéndolos al menos atendidos, las consecuencias persisten pudiendo ser muy negativas, sobre todo cuando existe una fijación con la comisión de determinadas acciones. ¿Se pueden desentender las fuerzas de seguridad ante situaciones así?, ¿hasta qué punto una detención tiene consecuencias exitosas en cuanto a que aminoren la comisión de posibles delitos? El problema está en si sucesos de este tipo pueden terminar en males mayores ante la falta de una reacción ágil y pronta del sistema como por ejemplo está sucediendo en este caso.