Se llamaba Moad Zmizem. Nacido en Tetuán. 31 años y desaparecido desde hacía tres días. Ese es el tiempo que su familia no sabía nada de él, hasta que el viernes recibieron la noticia de que había aparecido un cadáver en la playa del Chorrillo de Ceuta. Gracias a las gestiones realizadas por el activista tetuaní Adam, que difundió sus datos en Marruecos a través de redes sociales, se ha podido contactar con sus seres más cercanos que ahora solo desean que Moad pueda ser enterrado en su tierra.
Su primo ha explicado en una entrevista con El Faro de Ceuta, que su familia no sabe “qué ha pasado”. Llevaba tres días desaparecido, “no comunicó que se marchaba”, de hecho tiene mujer y está embarazada. No cuadra que hubiera protagonizado una expedición clandestina a la Península. En estos tres días no se puso nunca en contacto con sus seres cercanos. Abandonó Tetuán y nada más se supo de él.
Moad llevaba solo un año casado, vivía en Marruecos y se ganaba la vida en la frontera como porteador, como tantos y tantos jóvenes del vecino país que encuentran en el Tarajal el único modo de obtener algo de dinero. En el año 2014/2015 había estado en Alemania, después pasó por distintos puntos de España hasta volver a su país de donde ya no se había movido.
Ese periplo y el rastro que dejó al haber sido reseñado en varias ocasiones es lo que permitió al Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil dar con su fotografía. Una vez introducidas las huellas del cadáver en el sistema de identificación, este mostró una imagen que cuadra con el rostro del cuerpo encontrado en la playa. El problema vino con su identidad, ya que la imagen era compatible con varios nombres y apellidos porque el fallecido aportaba variantes distintas cuando era interceptado. La familia ha sido la encargada de decir cuál era la válida, la de Moad.
Al margen de sus deseos por resolver la cantidad de incógnitas que ahora mismo pesan sobre los familiares, que no entienden cómo ha podido morir cuando nunca expuso su intención de cruzar a nado y además esperaba la llegada de su primer hijo, su objetivo principal es poder enterrar a Moad en Marruecos. Un trámite que pasa por la obligada autorización judicial a la espera de conocer los resultados de la autopsia que, a su vez, determinarán las líneas de investigación de la Guardia Civil. Cuando fue encontrado Moad llevaba muerto solo unas horas y no presentaba lesiones de violencia en apariencia.
La noticia de la muerte de este joven choca con la ausencia de informaciones que tienen otras tres familias de Tetuán que esperan saber dónde están sus hijos. Son los tres jóvenes que partieron en kayak y cuya embarcación no ha sido localizada. El viernes la madre de uno de ellos cruzó a Ceuta confiando en encontrar alguna respuesta en la Guardia Civil, pensando que el fallecido era uno de sus hijos. De momento, no hay rastro. Nada se sabe de su paradero.
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