Aquí, en el número 35 de la calle Fernández Amador de Ceuta ha vivido los últimos 70 años Maimona Haddu Mohamed. Hasta hace unas horas estos menos de 20 metros cuadrados eran su casa, pero ahora ni siquiera tiene las llaves. Las pocas pertenencias que atesoraba, ropa y medicamentos están ahora en una caja. Inevitablemente se emociona al recordar todo lo vivido en su hogar en Hadú, pero desde hace algo más de un mes está atrapada en un sinvivir.
Un mes llamando a Bomberos, con encharcamientos en la vivienda, ruidos, golpes, cortes de agua, amenazas… todo un sin fin de despropósitos que ya no puede aguantar más. “Hemos estado en Servicios Sociales y lo único que te dicen es que esto lo solucionas tú, los alquileres los buscas tú y con una pensión baja es muy difícil. Aún así hemos encontrado, pero todos son a partir del día 1, mientras tanto no nos dan ninguna solución”, comentó emocionada Yasmina Bachir Mohamed, nieta de Maimona.
A las puertas de la que ha sido su casa y a sus 85 años ahora se ve en la calle esperando a que Servicios Sociales le dé alguna solución para tener de nuevo un techo bajo el que guardar las pocas posesiones que ha podido llevarse consigo. Yasmina Bachir Mohamed es su nieta y se ha criado también en esta casa, por lo que habla en su nombre ya que Maimona, a pesar de toda una vida en Ceuta, sabe muy poco español.
La historia de Maimona, sin embargo, empieza mucho antes. Nació en Marruecos, donde se casó y tuvo a sus cuatro primeros hijos. Con poco más de 20 años su primer marido murió y se vio sola y con sus niños pequeños. Este revés hizo que tuviera que buscar ayuda desesperadamente e ingresara en una casa de acogida en Tetuán.
Con 25 años la situación de su familia era insostenible y decidió buscar un mejor porvenir en Ceuta. Aquí se enamoró y se casó por segunda vez y tuvo hasta 11 hijos más, de los que solo cinco viven aún. A pesar de que no los tiene consigo, ella los sigue contando y recordando. Los momentos más duros de su vida, además de la pérdida de sus dos maridos, han sido cuando sus gemelos se murieron al poco tiempo de nacer y otros tres hijos fallecieron después. Pero se aferra a los recuerdos felices que todos juntos vivieron en esta casa que ahora le arrebatan y que desde hace años presenta deficiencias.
A pesar de sus 85 años y todo lo que arrastra a sus espaldas, Maimona todavía prefiere vivir sola y tener su independencia. Aunque sus hijos y nietos vienen a por ella y se la llevan muchas veces, quiere seguir valiéndose por sí misma y viviendo en su casa. “Ella sabe que la casa de sus hijos la tiene, pero al ser una persona mayor no le entra que al valerse por sí misma y hacer sus cosas quiere tener su independencia”, continuó su nieta.
La pasada madrugada todos los recuerdos de Maimona se desmoronaban. El techo de su dormitorio se vino abajo justo sobre su cama debido a que desde hace un mes en el piso de arriba hay fugas constantes de agua que han deteriorado incluso las vigas del edificio. Podría haber ocurrido una desgracia, pero justo la pasada noche sus hijos la convencieron para que no durmiera sola debido al peligro del mal estado en el que se encuentra la vivienda.
En estos últimos días las llamadas de Yasmina a la Policía Local y Bomberos han sido constantes y este jueves de nuevo han tenido que acudir, pero ahora para precintar definitivamente la casa de Maimona. “Ya han precintado la vivienda y nos piden que vayamos nosotros a asuntos sociales porque ellos no se pueden trasladar a donde está ella, una persona de 85 años, con diabetes y con achaques de la edad”, prosiguió Yasmina.
Aunque Maimona es una mujer fuerte y que ha pasado por demasiados infortunios, esta situación en la que vive ha hecho que ni siquiera tenga ganas de probar bocado y esto hace que esté más floja de salud. “Después de lo que ha pasado en la vivienda siente miedo, siente impotencia, han sido muchos golpes, que está amargada, no come ni se pone la medicación. Nosotros le mandamos siempre la comida. Pero ella no quiere estar con nadie, quiere una vivienda digna en la que pueda pasar el resto de los días que le queden”, comentó emocionada la nieta.
Han sido muchas las noches que ha pasado en vela por el acoso que ha recibido por parte de los propietarios de la vivienda para que la abandonase. Maimona recibió la notificación de desahucio en 2013, pero aún no hay sentencia firme.
Ella fue una de las afortunadas que obtuvo una de las viviendas de Loma Colmenar en 2016, pero al final no tuvo suerte y continuó en su casa de Hadu. Una casa a la que este jueves acudían Policía Local y Bomberos para valorar la situación de habitabilidad y realizar un informe. Tras la inspección y ver todo el techo de la habitación caído y el riesgo que hay de que las vigas también se desplomen, lo agentes precintaban el hogar de Maimona durante 70 años, en el que no sabe si volverá a entrar algún día. Ahora está viviendo con su familia a la espera de que Servicios Sociales le de una solución.
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