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Historia de la Pesca en Ceuta

Ceuta a pesar de su gran vocación marinera y pescadora, no tuvo nada fácil esta práctica hasta los últimos años del siglo XIX. Tras la firma del tratado de Wad-Ras en 1860 -donde a la ciudad se le permite ampliar su territorio-, se inicia un periodo de paz, que finaliza con los largos años de asedio a la que estuvo sometida A partir de aquí, las limitaciones que atenazaban a la población marinera finalizaron, y los hombres de mar vieron notablemente ampliado el escenario donde faenar sin peligro y, a la vez, varar sus embarcaciones.
La topografía de Ceuta no es la más apropiada para el varado de botes. Si nos imaginamos lo que éramos cuando el puente levadizo del Cristo nos aislaba del resto del Continente, encontramos que la pequeña playa del Cristo y la Ribera, eran los únicos lugares aptos para tal menester. También estaba la playa de San Amaro, pero quedaba lejos y se corría el riesgo de que cualquier incursión marítima por parte de los aguerridos beréberes -solían hacerlo algunas noches al amparo de la oscuridad-, te quedaras sin barquilla.
El lugar más apropiado eran los bajos del Puente Almina, pero aquí se varaban los botes de desembarco que utilizaba la Compañía de Mar de Ceuta que a través de estas embarcaciones, arribaban a tierra toda la mercancía y pasaje que llegaba a la ciudad.
La técnica de pesca que se utilizaba hasta entonces era muy limitada. Imperaba la “jábega” y su hermano menor el “copo”.  De día se calaba y recogía en las playas de San Amaro y de Los Mártires, como medidas de seguridad, dado que de noche era arriesgado. “La calá del albón” se solía hacer en la playita del Cristo con la marea en el “llenante” y deribando el “calao” un poco al “levante” para salvar la piedra que existía frente a la playita y que fue “volada” aproximadamente en el año 1955 por los submarinistas del CAS. Tuve el honor de participar en la destrucción de la piedra, causante de muchos encalles.
Tras el antes mencionado tratado de Wad-Ras, los pescadores ceutíes y sus jábegas, pudieron desplazarse al Tarajal y Benzú ampliando de esta forma sus pesqueros.
La jábega es un arte de cerco y tiro que se cobra desde la playa. La red se cala por medio de un bote -también llamado jábega” Una vez calado el arte y cuando el patrón lo decide, se cobra desde tierra por medio de los pescadores -que se ayudaban de un estrobo*- (A) y ayudantes accidentales que eran obsequiados con un rancho de pescados.
Existían desocupados ceutíes que siempre estaban alerta al cobrado de las jábegas, Acudir a “echar una mano” era equivalente a llevar a casa un rancho de sardina, caballas, boquerones o -jureles, siempre bien recibido en cualquier vivienda.  (Ver figura 1)
Por estas fechas da comienzo la denominación “caballa”. De ir en busca de unas caballas, pasa a  ir en busca de “los caballas”, para tirar del copo y traer algo a casa.
La jábega embarcación, era simplemente un bote “tirado” a remo. Lejos del policromado de las jábegas que conocemos de la Costa del Sol.
Junto a las jábegas, el sardinal también tenía su protagonismo. Se empleaba un barco de seis a ocho metros de eslora, cuya característica principal era la pronunciada caída del mástil a proa y su larga antena. La proa era recta, formando un ángulo de 90º con la superficie de la mar, a semejanza del Llaut mallorquín. Por el contrario, el codaste de popa era curvo, de forma que el timón poseía también la misma curvatura, ayudando a resaltar la bella estampa marinera de la embarcación. Navegaba a vela latina y aunque poseían remos, estos eran solo utilizados para maniobrar. Caso contrario a la jábega que solo utiliza los remos. Otra variante era que poseían cubierta e imbornales de desagüe.
Solía llevar una tripulación de cuatro a seis hombres más el patrón. Estos pescadores fueron los primeros en utilizar la “fijación o quedada” -la fijá o quedá-, poniendo en prácticas la triangulación con puntos fijos en la costa. Costumbre que aún perdura en Ceuta y que conocemos como “marcas”.
Hasta poco antes de mediados del siglo XX, fueron las embarcaciones más utilizadas en las                                                                                         costas españolas y norte de África (Ver figura 2).
El arte del sardinal, consiste en vaias piezas rectangulares de red unida por sus lados verticales a través de “metafiones” **. Casi como todas las artes, llevan corchos en la parte superior y plomos en la inferior. Este arte se caracteriza porque además de la corchera tradicional, a cada seis o siete  brazas aproximadamente  de la relinga de la red,  posee otro racimo de corchos o boya que, a través del cabo que lo sujeta al arte, se puede regular la profundidad del calado. Este arte se calaba a la deriva y solían medir de treinta a cuarenta brazas*** de largo y cinco o seis de alto. (Ver figura 3)
Por entonces, la técnica de pesca  utilizaba en Ceuta era “la espera”. Lugares como la muralla del jardín de San Sebastián, murallas del puente del Cristo, “El Mirador” -donde hoy se ubica el Caballa-, o el saliente por donde se bajaba hace años a la Playa de la Ribera, se utilizaba como atalaya y el pescador o pescadores se pasaban las horas muertas esperando divisar la “mancha”, el “arda” o el revolotear de los pájaros que le indicaba la presencia de un cardumen o banco de peces.
Si han observado, casi toda la actividad marinera se desarrollaba entre los Puentes del Cristo y  Almina. Es así porque casi todos estos hombres de mar, vivían en esta zona. El arrabal de pescadores se ubicaba en la Brecha y sus aledaños. La calle de la Misericordia donde estaba el Asilo, o la de la Tahona, o Malcampo etcétera, era la residencia de estos hombres de mar.
Cuando los pescadores observaban desde sus atalayas, el resto de ceutíes que pasaban le solían preguntar si esperaban a las caballas. De esta forma y poco a poco, aquellos hombres fueron haciéndose con el sobrenombre de “caballas”. Me contaba mi abuelo paterno -también hombre de mar-, que al principio, el apodo no caía nada bien, más bien lo recibían con disgusto hasta tal extremo, que los “caballas” se defendían llamándoles a los “almineros” -la Almina era el resto de Ceuta tras el Puente de su mismo nombre-, hijos de presos. Luego con el tiempo, la zona dejó de ser el arrabal de pescadores, pero la expresión caballa perduró y paso a generalizarse para todos los nacidos en este rincón de mi alma.
En la primera década del siglo XX, pescadores del Sur y Este de la Península, atraídos por la riqueza piscícola de nuestras aguas vinieron a Ceuta. Encontraron que la pesca era abundante, pero al mismo tiempo el mercado no invitaba a establecerse dado que el número de habitantes en la ciudad era muy bajo. No llegaba a 14.000.
Generalmente los pescadores foráneos, solían hacer la temporada -la “temporá”-, que solía durar entre tres y cuatro meses, para luego regresar a sus lugares de procedencia.
Esta poca demanda, invita a los hermanos Martín Moreno -hijos del conocido Pepe “vinagre”-, a montar dos barcos a motor; “El Africano” y “Voluntad de Dios”. Estos dos barcos, se hacían cargo de la pesca no vendida y con ella a bordo, navegaban hasta Algeciras, Gibraltar,  Tarifa o donde creyeran oportuno, donde la vendían a mejor precio.
Quiero resaltar, que todos estos pescadores venidos de Torremolinos, Estepona, del mismo Málaga, Almería, Las Negras, Garrucha, Cabo de Gata, San José y hasta de la costa levantina como Santa Pola, etcétera, dieron en llamar a los nativos de Ceuta los “africanitos”.
En el año 1912, se procede a la supresión del penal y se instaura el Protectorado Español de Marruecos en la zona Norte. La necesidad de facilitar la comunicación con Tetuán, obliga a construir carretera y vía férrea. A la vez dan inicio la construcción del Puerto y algunas obras importantes más como el Palacio Municipal y la sede de Ibarrola. Esto demanda una mano de obra enorme, que en pocos años logra que el censo ceutí aumente considerablemente, lo que garantiza a los pescadores la venta de sus pescas, sin tener que navegar hasta la Península ni depender de terceros.
Mi abuelo que desde casi una década, hacía la temporada en Ceuta, decidió establecerse aquí definitivamente y la primavera del año 1912, llegó con toda la familia para establecerse a vivir en el número 12 de la calle Misericordia, en el conocido Patio de la Ramblilla. Toda la familia vino a bordo del barco de su propiedad llamado Ntra. Sra. del Carmen. A este barco le apodaban “El Lobo”
dado que en el puente llevaba una metopa de un lobo en bronce. Años más tarde montó el Nuevo Lobo y en el año 1941, botó el Lobo Grande que se hundió el 12 de diciembre de 1949 junto al Isleo de Santa Catalina. Posteriormente fue rescatado del fondo del mar, reparado y vendido a un armador de Barbate.  
Estos pescadores que se establecieron en Ceuta, poseían técnicas mucho más avanzadas que los nativos y poco a poco lo fueron desplazando a un segundo término. En las provincias de Málaga y Almería nació una verdadera “fiebre” por la pesca en Ceuta, y fueron cientos de familia las que se desplazaron a nuestra ciudad, al objeto de vivir una vida más cómoda que en sus lugares de residencia. La abundancia de pesca en nuestras aguas, “enguaó” a todos estos marineros que hoy son los padres y abuelos de muchos de nosotros.
Muchos ceutíes que hoy se apellidan; Sempere, López, Fortes,  León, Sánchez, Mira, Rodríguez, Andujar, Ramírez, Ezcámez, Fuentes y un largo etcétera, son descendientes directos de aquellos valientes lobos marinos, que no dudaron  en abandonar las tierras que les vieron nacer, para venir a vivir al otro lado del Estrecho, como ellos decían, a tierras de Berbería., a tierra de los africanitos… Valga este capítulo y los próximos, como homenaje a su memoria.
*  El estrobo consiste en una bandolera rematada con un cabo de 130 centímetros, que termina en un corcho o trozo de madera que se lía al tiro de la jábega de manera que el trabajo se reparta en todo el cuerpo y no solo en las manos.
**  Metafiones son unos cabos finos cosidos al filo de las redes o de las velas que le sirven  para unir los diferentes paños y telos.
*** Braza es una unidad de longitud náutica, usada generalmente para medir la profundidad del agua. Se llama braza porque equivale a la longitud de un par de brazos extendidos, aproximadamente dos metros, ó 6 pies en el sistema de medición anglosajón. Actualmente es considerada arcaica e imprecisa.
En diferentes países la braza tiene valores distintos:
Una braza española vale 1,6718metros = 2 varas.
Una braza inglesa, llamada fathom en inglés, equivale a 1,82878 metros  ó 2 yardas (6 pies).

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