El secuestro de los fareros de Cabo Bojador

Para conocer con detalle que sucedió en la Guerra de Ifni-Sáhara, no sólo están los documentos del Estado Mayor del entonces África Occidental Española, algunos de ellos manipulados como más adelante se podrá comprobar en próximos artículos. Hay otros documentos, como por ejemplo el Boletín de Información núm. 287 de la Dirección General de Plazas y Provincias Africanas, elaborado por aquel excepcional periodista y escritor Ramiro Santamaria Quesada (fallecido), corresponsal en aquellos territorios de la agencia ‘Pyresa’, en primera línea de fuego, durante aquella guerra.

Este boletín así decía: “Con la benevolencia del Reino Alauita, el llamado Ejército de Liberación Marroquí tuvo el apoyo y ayuda de países del Este, en concreto de Alemania Oriental, como prueba fehaciente el Informe de los Servicios de Seguridad de Francia, al apresar la Marina de Guerra Francesa al buque polaco ‘Lidice’, el cual transportaba para desembarcar en Marruecos, según inventario: 10 millones de cartuchos de 7,92 mm, 2 millones de cartuchos de 9 mm, 2.200 fusiles Mauser, 2.000 piezas en cajas de recambio, 2.000 metralletas MG-42, y cuyo valor estaba cifrado en unos 1.000 millones de francos”.

Características del Faro Bojador

El Cabo Bojador, que el portugués Gil Eanes dobló por primera vez en 1434, es una roca de 31 metros de altura, que asciende escalonadamente hacia el norte, mientras hacia el sur se encuentra cortada a pico. Desde siempre los navegantes han tenido un gran respeto y precaución en esta costa, ya que estas aguas, a causa de las corrientes marítimas, los bajos y las mareas, entrañan un grave riesgo.

Por dicha razón el entonces Ministerio de Obras Públicas se vio obligado a construir un faro en aquel punto, con categoría internacional, para ayudar y facilitar la navegación en una zona tan rica en pesquerías. Los antiguos le dieron el nombre de Cabo Non Plus Ultra. La necesidad de un faro en aquella zona constituyó a lo largo del siglo XIX una urgencia que había que cumplir sin demora.

Todos los marinos han conocido y conocen estas costas como muy peligrosas, no sólo a causa de los bajos y demás obstáculos naturales, sino como consecuencia del magnetismo de dicha zona.

Esta fue la razón principal por la que tanto se tardó en doblar este cabo y por la que la navegación hacia las naciones de América en pasados siglos tenía que separarse un tanto de la zona costera. El Faro Bojador era y sigue siendo una necesidad internacional de primer orden, dado que acorta las distancias entre Europa y El Cabo al permitir que el cabotaje se aproxime a la costa.

De la importancia de dicho faro, un diario nacional publicaba este editorial: “El Faro Cabo Bojador ha quedado, tras el asalto, sin luz y sin vida. Las ratas del desierto han realizado un cobarde y bestial atentado contra las más estables y valiosas normas de convivencia internacional. Este incalificable atentado contra el derecho de gentes ha sido posible en razón del clima de anarquía y de impunidad del Ejército de Liberación Marroquí”, Diario Arriba, 5 de diciembre de 1957.

Un faro sin luz

Desde las 20 horas del 29 de diciembre de 1957, en el Estado Mayor del África Occidental Española cunde la alarma, ya que la emisora radio del distrito del Regimiento de la Red Permanente y Servicios de Transmisiones del Ejército ni emite ni contesta, y el faro no está encendido. La plantilla de dicho faro estaba compuesta por estos fareros (técnicos en señales marítimas), Antonio Castaños Lamela, natural de La Coruña, Juan Carlos Ruiz Dana, natural de Calatayud (Zaragoza), y Lucas Barrera Segura, de Telde (Gran Canaria), y dos soldados de transmisiones, así como la esposa de Lucas Barrera, Dolores Jiménez Morales.

Según el coronel José Ramón de Diego Aguirre, así narra el asalto: “el personal de Cabo Bojador ni siquiera podía ser considerado como personas de guerra, y a pesar de que se pretendió su canje, mediante la libertad de la familia Derham, no serían devueltos por Mohamed V hasta 8 meses después. La devolución de las 40 personas españolas, haciendo de depositario al Rey de Marruecos, es una de las más turbias actuaciones de la monarquía marroquí, con respecto a las relaciones con sus bandas”.

En el asalto al Faro Bojador los facinerosos destrozaron la emisora de radio del Ejército, así como el mobiliario, inutilizan y dejando inservible, todo el sistema de dicho faro, y como una de las más cobardes hazañas, mataron a golpes a una perra propiedad del personal del faro, llamada Chispa.

La devolución de las 40 personas españolas es una de las más turbias actuaciones de la monarquía marroquí, con respecto a las relaciones con sus bandas

Cuando recuperaron el faro, una Sección de Infantería de Marina de Las Palmas que había desembarcado de la corbeta ‘Descubierta’ vieron las manchas de sangre en las paredes, y por eso en principio se creyó que habían asesinado al personal del faro. Dieciocho meses más tarde, después de un humillante y penoso cautiverio, serían puestos en libertad el personal del faro y el resto de los 40 españoles, entre ellos dos canarios, Bartolomé Falcón Melián y Pelayo Rosa Viera, este último natural de Tacoronte y vecino en la actualidad de Güímar.

Un diario de las islas así publicó la liberación de Lucas Barrera, su esposa y los 38 españoles: “Doña Flora Morales, viuda de Suárez, al nombrarle el periodista que Radio Nacional de España, a las 9 de la noche, daba la noticia de la liberación de los españoles cautivos en Marruecos, esta mujer lloraba de alegría y entre sollozos decía: ¡la Virgen del Pino oyó mis plegarias!”, Diario de Las Palmas, mayo de 1959