Se hace insólito que apenas en los albores del curso cinematográfico (el verano, salvo raras excepciones, no cuenta) estemos hablando de una cinta que a buen seguro ocupará un merecido lugar entre las mejores del año. Esta apasionante película, a la altura de las mejores del género de espionaje, sorprende por la solidez y consistencia de un guión extremadamente cuidado y de un trabajo interpretativo de primera línea que impregnan de credibilidad una impecable adaptación a cargo de Matthew Vaugh (Stardust, Kick-Ass, X-Men: Primera Generación) del metraje israelí llamado Ha-hov (2007), y que dirige con cierta carencia emotiva el realizador John Madden (Shakespeare in love).
La premisa argumental es la de tres jóvenes agentes del Mossad, el mejor servicio de inteligencia del mundo, que tienen en la década de los sesenta (estupenda ambientación, por cierto, de la misma) la nada sencilla misión de capturar a un destacado prófugo nazi, convirtiéndose en héroes de la patria tras el éxito (aunque con salvedades no planeadas) de la empresa. Treinta años después, intercalando los flashbacks sesenteros, los protagonistas vuelven a coincidir para atar algunos cabos más que sueltos, saltando de giro sorprendente a giro más sorprendente aún, aportando el libreto explicación serena y coherente a cualquier deseoso de captar errores o de tildar de tramposa una producción sombría y veraz; y es que, bien meditada e hilvanada, con planes perfectamente confeccionados que tienen la posibilidad de salir mal (y de hecho, así ocurre en alguna ocasión), con personajes muy humanos que muestran profundidad, se hace normal que uno se tome mucho menos en serio si cabe a los Jason Bourne, Ethan Hunt o James Bond destrozones de taquillas en todo el mundo y parte del extranjero.
En lo que respecta al resplandeciente elenco, la británica Helen Mirren, inmensa como casi siempre (lo de “casi”, por no exagerar), se antoja la más conocida y reputada, pero igualmente brillante es el trabajo del resto del cartel, con Sam Worthington, Jessica Chastain y Marton Csocas poniendo rostro con solvencia a los agentes de jóvenes, y Ciarán Hinds o Tom Wilkinson realizando el mismo buen trabajo en los pasajes “treinta años después”; no pierdan detalle a la interpretación llena de matices por parte de Jesper Christensen del interesante doctor Bernhardt, que no tiene un solo segundo de desperdicio.
Y si, como yo, van a ver esta película y acaban encantados de haber hecho esta elección, recomiendo no irse de la sala hasta la última letra de los créditos, no porque haya sorpresa final a lo cine de Marvel, sino por disfrutar al completo una impresionante banda sonora que se erige crucial en los momentos de tensión (cortesía del gran Thomas Newman). Así da gusto volver a engancharse al cine tras las vacaciones…
Puntuación: 8
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