Opinión

Hernán Cortes con la espada y la cruz

Ya conocen la polémica carta enviada por el presidente de Méjico, López Obrador, al Rey de España y al Papa Francisco, exigiéndoles perdón por los abusos, agravios y atrocidades supuestamente cometidos por españoles durante la conquista, en la que los hombres mandados por Hernán Cortés, la gran mayoría extremeños, descubrieron, conquistaron y evangelizaron Méjico y demás territorios hispano-americanos, empuñando la espada y la cruz, algunos de cuyos excesos yo mismo admitía como posibles en un reciente artículo, pero entendiendo que era enormemente injusta la “leyenda negra” que otros países sobre España se inventaron, resentidos y comidos de envidia por no haber realizados ellos tan gloriosa gesta.

Aquellos hechos denunciados, si algunos fueron ciertos, ocurrieron hace ya 500 años y tendrían que medirse y valorarse con el metro histórico de aquel tiempo. Pero aporté manifestaciones escritas por prestigiosos historiadores americanos que coinciden en señalar que las supuestas crueldades no fueron más que tergiversaciones sistemáticas hechas por De las Casas y otros críticos, que el tiempo luego se ha encargado de desmentir académicamente, en el sentido de que los hechos no sucedieron así, y que lo que en realidad allí se dio fue la gesta más gloriosa de la historia del mundo.

La denuncia del presidente López Obrador, tenía por cómplice a su esposa, Beatriz Gutiérrez, que ya adelantó a la ministra española de Justicia. Tal petición de perdón es un insulto y una afrenta a España y los españoles, pero también a los mejicanos, que está completamente fuera de contexto y de lugar, no cabiendo reputarla sino totalmente extemporánea desde el punto de vista jurídico, porque una culpabilidad tan grave, no imputable retroactivamente, sino sólo conforme al principio general de derecho “Nullum crimen, nulla poena sine praevia lege” (ningún delito, ninguna pena sin ley previa); de manera que si aquellos hechos denunciados fueron cometidos hace ya 500 años, tan impertinente petición de la pareja presidencial es una aberración. Jurídicamente, ni siquiera se entra a conocer sobre el fondo; se archiva el caso por extemporaneidad, sin más trámite. Más la culpabilidad tiene que acreditarla quien la imputa, y ninguna prueba mínimamente creíble aportan los denunciantes.

Si luego se fija uno en los nombres, apellidos y fisonomía del presidente mejicano y su cónyuge, resulta que Andrés Manuel López Obrador y Beatriz Gutiérrez, ambos de tez blanca, esbeltos, con rasgos y facciones inequívocamente hispanos, nada sospechosos de pertenecer a etnia indígena alguna, ni siquiera mestiza, pues necesariamente hay que darle la razón al premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, peruano, cuando durante la celebración en Argentina del VIII Congreso Internacional de Lengua Española, tan oportunamente defendió a España y criticó a López Obrador, manifestando:

"Tengo la impresión de que se equivocó de destinatarios, tenía que enviarse la carta a él mismo y responder a la pregunta de por qué México, que hace cinco siglos se incorporó al mundo occidental gracias a España, tiene todavía tantos miles de indios marginados, pobres, ignorantes, explotados. El problema no está allí, en el pasado de hace 500 años; este problema no es el de los españoles de hoy, los que se quedaron en España (…) Casi ninguno de los países latinoamericanos ha resuelto la "injusticia proverbial" de los indios en América, ni siquiera los que tienen una gran población aborigen ni en las poblaciones amazónicas, donde siguen viviendo en la edad de piedra (…).

Afecta fundamentalmente a los españoles que vinieron y se quedaron aquí, los abuelos, bisabuelos y tatarabuelos de López Obrador y los míos y los de millones de latinoamericanos que estamos orgullosos tener ancestros españoles (…) El presidente mexicano no parece informado de que las grandes matanzas de indios no fueron solo en aquellos años. Países como Argentina, Chile o el propio Perú cometieron matanzas espantosas de indios durante la República, y se han seguido cometiendo en la Amazonía en la época del caucho (…) La lengua española y la cultura no llegaron solas a nuestras costas muchas otras cosas (…) Llegó Grecia, Aristóteles, Platón y Roma con sus juristas, el Renacimiento y valores que son lo mejor de esta cultura occidental de la cual es parte integrante y protagonista el español: la libertad, los derechos humanos y una conciencia moral que juzga nuestros actos".

López Obrador hunde sus raíces en Ampuero, Cantabria (España), donde nació su abuelo, que se fue a “hacer las Américas”. En 2018 visitó Ampuero con Revilla, presidente cántabro, razón por la que éste fue luego invitado a su toma de posesión en Méjico. Y resulta que, consultada la estadística de los actuales habitantes de Méjico, el 90 % son de origen español. Pues si todo ese elevado porcentaje de mejicanos tienen vínculos de sangre con los que, según él y su mujer, cometieron las presuntas masacres y crueldades, resulta más que apropiado, lógico y razonable que exijan el perdón a tales mejicanos lejanamente emparentados con aquellos antiguos conquistadores y colonizadores hispanos, empezando por pedirlo el mismo López Obrador, que no se ha dado cuenta de que “obrando” con tanto desatino, ni siquiera ha alcanzado a comprender que no sólo su imputación es una afrenta y un insulto para los españoles, sino mayor todavía para ese 90% de los actuales mejicanos, incluyéndose él que, de esa manera, se ha hecho su propios afrenta y autoinsulto.

En América, tras la independencia de más de 20 naciones, apenas hubo nacionalismo. El movimiento indigenista nació en 1940 de la mano de Lázaro Cárdenas, que promovió la insurgencia cristalizada en un movimiento nacionalista identitario. Ya en las elecciones presidenciales mejicanas de 1944, algunos políticos pretendieron con mucha demagogia - como ahora - que España pidiera perdón a Méjico por los mismos hechos. Pero el entonces candidato a presidente de Méjico, Diego Fernández de Cevallos, replicó: “Esa es una tontería que va a seguir, pero que el gobierno de España le vaya a pedir perdón a Méjico es una sandez (…) “Acabaron teniendo familia aquí. Y el mestizaje llama a España “madre patria”, porque compartimos costumbres, lengua y religión. Es algo que vamos a reivindicar”.

El director de la Academia Mexicana de la Lengua, el mejicano Gonzalo Celorio, aseveró un día después que Vargas Llosa: “No creo que España tenga que pedir perdón. En primer lugar, porque eso pasó hace quinientos años. En segundo lugar, porque no eran los Borbones sino los Austrias. Y en tercer lugar, porque ha habido un proceso de conquista espiritual tan fuerte que nosotros, los mexicanos, somos de alguna manera los responsables de la marginación que sufren los indios (…) Paradójicamente, la conquista no la hicieron los españoles, la hicieron los indígenas. Y la independencia, la hicieron no los indígenas, sino los españoles. (…) Si no hubiera sido por las fuerzas nativas sometidas por el imperio mexica, Cortés no hubiera encontrado la alianza necesaria para poder derrotar al imperio mexica y tomar la gran Tenochtitlan” (entonces con más de 200.000 habitantes).

Efectivamente, Cortés llegó a Tenochtitlán con sólo 300 españoles, pero aprovechándose de la división interna de los indígenas, que vivían bajo la tiranía y el terror de Moctezuma y cosidos a impuestos confiscatorios, pues supo pactar inteligentemente con totonacas y thaxaltecas, llegando a formar una alianza con los 300 españoles de más de 80.000 guerreros. Luego, si sobre el 99 % de los conquistadores fueron indígenas enemigos de los aztecas, mientras que los españoles sólo eran los restantes. ¿No sería entonces más justo y razonable que López Obradora y esposa exigiera el perdón a los propios mejicanos indígenas que se aliaron con Hernán Cortés?. Igual pasó con la conquista de Perú por otro genio extremeño, Francisco Pizarro, que conquistó el imperio inca aprehendiendo al todopoderoso Atahualpa con sólo 200 conquistadores españoles, más los indígenas que se le unieron para poder luchar contra 7.000 incas.

Con razón dijo Vargas Llosa: “Los que vivimos ahí tenemos más que ver con esa conquista que los que se quedaron en España”. “Lo que hicieron los españoles fue que lo otro se comportara como lo uno, para que dejara de ser otro, y perdiera su otredad. ¿Cómo lo hicieron? A través de la castellanización, de la catequesis, de la conquista espiritual. Somos herederos de esa conquista espiritual, somos parte de la hispanidad. (…) Es curioso, con la independencia política empezamos a magnificar a los indios muertos, hicimos grandes museos de las grandes culturas prehispánicas, a quienes les otorgamos valores de clasicismo e identidad nacional, pero al mismo tiempo seguimos despreciando a los indígenas vivos, los seguimos marginando, los seguimos humillando”.

Y el catedrático de Historia, Alfonso Muñoz de Mendoza, comentando la exigencia de perdón de López Obrador, refiere: “Sencillamente, una idiotez. Alguien tiene que ser el culpable de que todo cayera en picado después de la independencia, cuando durante el dominio español tenían el mismo nivel cultural que los EE.UU. No se puede hablar de conquista, porque lo que hubo fue una incorporación sucesiva a España de pueblos indígenas, la mayoría de los cuales se unieron a Hernán Cortés para huir del dominio de Moctezuma”. Claro, ahí estuvo el talento de Hernán Cortés, en aprovecharse de los indígenas estaban ya hartos de Moctezuma y de su totalitarismo opresor sobre los demás indígenas, consiguiendo mediante pactos diplomáticos una suerte de revolución para derrocar al duro régimen azteca.

¿Va a exigir López Obrador perdón a los indígenas, que cebaban hasta 30.000 jóvenes al año, para luego asesinarlos, extrayéndoles el corazón y después comérselos practicando el canibalismo?. El cronista de Cortés, Bernal Díaz del Castillo, cuenta en su historia de la conquista, cómo a sus compañeros capturados en la Noche Trite - los aztecas la llamaron “Noche alegre” - les aserraban por los pechos y les sacaban los corazones bullendo.

Una encuesta publicada en 2015, da fe de que cuando el 16-09-1810 los mejicanos se independizaron, los españoles dejaron allí el 53 % de indígenas y el 20 % de mestizos. Ahora sólo queda el 23 % de los indígenas. ¿Dónde están, o quiénes han “masacrado” el 27 % de esos indígenas que faltan?. Más 300 años antes de que los españoles llegaran, fueron los aztecas los que invadieron el valle de Méjico y lo conquistaron, imponiendo su ley, su idioma y las numerosas crueldades que contra los aborígenes cometieron. ¿Pedirá el matrimonio Obrador-Gutiérrez perdón a los primeros indígenas originarios?. Puestos a pedir, ¿a cuántas civilizaciones tendría que exigir perdón España por haber invadido, masacrado y saqueado el territorio español, entre otros, íberos, celtas, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, visigodos, árabes, franceses en 1808?.

El expresidente mexicano Vicente Fox (gobernó entre 2000-2006), ha cargado contra López Obrador por la exigencia de perdón al rey de España, diciéndole en su cuenta de Twitter: "Te has convertido en la burla de todo el mundo" (recogido por Europa Press). “López Obrador está desprestigiando a México a nivel mundial". Califica la petición de perdón como una "barbaridad" y advierte que el mandatario "no representa" a México con su postura "tan ignorante y tan fuera de lugar". ¡"En cabeza de quién cabe tal estupidez"!, exclama Fox, añadiendo, que con las "tarugadas" que dice "sin pensar López Obrador", "no hay quien se quiera acercar" a su "gran país". "¡Nos estás quemando!".

Esa exigencia de perdón a España es una ofensa intolerable. Una insensatez. López Obrador prestaría excelentes servicios a Méjico con sólo dedicarse con el mismo ímpetu a velar por la seguridad de su país que, según los medios, aparece con 7.200 muertos a manos de los narcotraficantes sólo en los pasados meses de enero-febrero. Sólo por eso, Méjico parece un Estado fallido incapaz de poner orden; cientos de secuestros, estudiantes desaparecidos que luego aparecen enterrados en fosas comunes; narcotráfico, crimen organizado y delincuencia como en pocos países hay.

Por lo demás, España hizo de Méjico y unos 20 países hispanoamericanos estados independientes y soberanos. Tenemos en común muchas cosas: siglos de historia juntos, sangre mestiza, cultura, lengua, religión, cordiales lazos de amistad y fraternidad y excelentes relaciones económicas y comerciales que favorecen a ambas partes. Dediquémonos a unir, pero nunca a separar.

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