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Las heridas del coronavirus en Paco: “38 días en la UCI, he visto la muerte cerca”

Dicen que los ojos son el espejo del alma. Y en los ojos cansados y llorosos pero transparentes de Francisco José Villanua Heredia se pueden apreciar las heridas que el COVID le ha dejado. A sus 52 años, ha acariciado con los dedos a la muerte, aunque ha conseguido burlarla. Fue dado de alta el pasado 13 de noviembre del Hospital Universitario de Ceuta tras haber estado en la Unidad de Cuidado Intensivos 38 días por el maldito coronavirus. Ha logrado superar el COVID-19, un virus que ha visto muy de cerca y al que conseguido sobrevivir tras más de dos meses. La familia Villanua Gaona respiraba algo más tranquila.

Hace algo más de una semana se despedía de sus ‘ángeles’, todo el personal sanitario que le ha estado cuidando. Paco empezó a tener síntomas el pasado 15 de septiembre. “Tuve un poco de fiebre y fui a Urgencias de Asisa. Allí me sorprendió porque lo primero que hicieron fue ponerme el termómetro ese que es digital a distancia y decía que no tenía fiebre. Entonces, les dije que yo me la había tomado en casa y tenía 39 de fiebre y comprobaron que el termómetro estaba mal. Me atendieron desde la puerta y salió una médico y nos dijo que podía ser una infección de orina”, recuerda, sentado en un banco cerca de su casa en la avenida de Madrid.

Aquel día le mandaron paracetamol e ibuprofeno y “me vine para casa”. “Esa noche con la medicación pues se me quitó. Pero al día siguiente, tenía otra vez fiebre y al tomarme las pastillas se me iba bajando. A los tres días ya me encontraba muy mal, muy mal y fui allí de nuevo. Les dije que cómo podían decirme que era infección de orina si ni me habían hecho una analítica ni nada y que probablemente podía ser que tuviera el coronavirus y les pedí que me hicieran la prueba. Me vine a casa y a la semana, el día 21, vinieron a hacerme la prueba PCR y claro dio positivo”, lamenta. No sabe cómo lo cogió, todos sus familiares dieron negativo días después, pero en esos momento no tuvo miedo porque se encontraba bien.

Estuvo aislado en el salón de su casa y “aguantando bien sin dolerme nada y sin muchos síntomas”, pero llegó un momento en el que empezó a preocuparse porque “me asfixiaba, me faltaba el aire y ya tenía 39 y medio de fiebre y tuve que llamar al 061 para que vinieran con una ambulancia porque vi que aquello no pintaba bien”. Fue entonces, el 26 de septiembre, cuando entró en Urgencias y allí estuvo dos días.

“El día 28 ya pasé a la UCI. Cogí una neumonía bilateral que me afectó a los dos pulmones, estaban contraídos y ya no podía, o me ponían un máquina para que respirara por mí o me moría. También me fallaba un poco el riñón, pero lo complicado era la neumonía, que es lo que te mata. Recuerdo que el doctor Enrique Laza me dijo que me subían a UCI y le dije que sí, pero ese es el último recuerdo que tengo. En UCI la verdad que ya no recuerdo nada hasta que me desperté, es una sensación muy extraña y cuando me dijeron que había estado allí 38 días pues la verdad que sorprende y asusta. Cuando me desperté al principio, según me cuentan, me dio como un ataque de nervios al ver tantos médicos y que no podía moverme, perdí toda la masa muscular del cuerpo, era incapaz de mover las brazos y las manos y me vi con una traqueotomía hecha y lleno de tubos y de vías, y eso me impresionó mucho. He perdido 16 kilos, que se dice pronto”, continuaba Francisco intentando abrir y cerrar las manos, algo que aún le cuesta.

Aunque ya lleva algo más de una semana en casa, a Paco no paran de saludarle vecinos para preguntarle cómo está. Ahora se encuentra “con fuerzas para seguir luchando”, pero lo cierto es que le ha visto ‘las orejas al lobo’ y tiene todos esos días muy borrosos. “Te asustas y al principio estás entre la realidad y los sueños porque no asimilas y mezclas todo, pero cuando ves a tus familiares ahí, te van dando ánimos. Lo pasas muy mal. Si me hubiera muerto, no me habría enterado porque estaba dormido como yo digo, que en realidad es en coma”, comenta.

Pero si Paco ha podido superar el coronavirus ha sido posible gracias al personal del Hospital de Loma Colmenar y a su familia que ha estado ahí, al pie del cañón. “Gracias a Dios he tenido la suerte y el apoyo sobre todo de mi familia, del comandante general de Ceuta, el comandante de la USBAD, el capitán, el coronel de La Legión, su mujer, amigos, conocidos y familiares que siempre han estado preocupados. Han llamado a mi esposa, han estado dándole apoyo y se han sentido arropados porque realmente ella es la que ha llevado el peso de todo. Muchos han ido a misa, han estado rezando por mí y quiero agradecerles el apoyo que le han dado a mi familia. Se pasa mal, pero sobre todo lo pasan mal tus familiares y ante cosas así sacas lo positivo, y lo positivo es que sé que hay mucha gente que nos quiere bien y que se ha preocupado de corazón por mí”, rememora sin poder evitar las lágrimas.

Secuelas físicas, pero sobre todo psicológicas

A los 12 días de estar en UCI, Paco dio negativo, estaba estable, aunque sus pulmones no comenzaron a reaccionar hasta 20 días después, que “fue cuando ya me pudieron quitar la respiración asistida porque recuperaba capacidad pulmonar”. Pero las imágenes que ha visto y vivido en la UCI, aunque descontextualizadas, no se borran del recuerdo de Paco. “Hubo una noche que saltaron todas las alarmas y todas las máquinas empezaron a pitar. Estuvieron intentando reanimar a uno, que al final lo consiguieron. Pero estaban desbordados y preocupados. También es verdad que en el tiempo que yo he estado allí desgraciadamente murieron diez personas y todo eso lo he visto yo”, confiesa.

La mejor de las noticias fue cuando le dijeron que ya podía marcharse a casa. Aún así, tras salir de la Unidad de Cuidados Intensivos, Francisco José tuvo que estar dos semanas más ingresado en planta para comenzar la rehabilitación, sobre todo con los fisios. “Ya cuando salí de la UCI estaba muy contento de poder ir a planta, pero claro tenía muchas ganas de volver a casa. En planta iba dando algunos pasos, tres o cuatro, y días antes de venir conseguí con mi hijo ir hasta el cuarto baño yo solo y eso era para celebrar”, recuerda sonriente (aunque no pueda apreciarse por la mascarilla).

Ahora queda un largo camino por recorrer “para poder recuperarse de las consecuencias que deja el virus”. Todavía tiene que hacerse algunas pruebas en el neumólogo para ver cómo están sus pulmones porque el resto de órganos “parece que están bien”.

“Llevo un pulsómetro siempre porque a veces me entran taquicardias y se disparan las pulsaciones cuando me muevo un poco o si hablo mucho. Imagino que a consecuencia de estar tantos días en el hospital mi corazón todavía se tiene que ir acostumbrando. De hecho, yo no puedo andar todavía. Ando seis pasos y me ahogo, me asfixio y tengo que sentarme y recuperar aire. Con el tiempo me iré recuperando, pero cada día noto mejoría. También tengo que ir al fisio para recuperar masa muscular y todavía no puedo coger muchas cosas. Pero es que antes no podía ni coger la cuchara, me tenían que dar de comer. Eso es lo que más me daba susto, que era un saco de patatas como digo yo y al principio me tenían que bajar de la cama con una grúa porque no podía ponerme sentado, ni girarme. Eso es lo que de verdad da miedo porque piensas que no vas a salir de ahí”, comenta.

Se siente afortunado por haber sobrevivido, aunque le ha tocado bailar “muchos días con la muerte”. “Yo lo he superado, pero hay mucha gente que no lo consigue y muchos se lo toman como si esto fuera broma y esto me marcará para toda la vida. Esto es como una ruleta y hay a quien por suerte le toca y no le afecta, pero a otra mayoría nos coge y nos destroza. No es solo mi caso, hay muchos más y desgraciadamente muchos pierden a un ser querido, que eso es ya irrecuperable”, continúa.

Un “privilegiado” y un ejemplo de que se puede superar el COVID y ganarle la batalla a un virus maldito. Un mensaje y unas buenas noticias que también hay que transmitir: “Ahora tengo un amigo en la UCI y hay que darle esperanza. Se sale si el virus te deja escapar. De verdad, a todos animarles, que se supera y que poco a poco vas volviendo a ser tú mismo. Al principio lo ves todo muy negro porque cualquier cosa de tu día a día no la puedes hacer, pero de verdad que poquito a poco te vas recuperando. No hay que desesperarse ni desanimarse, que no están solos y que se queden con lo positivo: el cariño de los médicos y el apoyo y amor de la familia. Sobre todo, de mi mujer, de mis dos hijos y de mis tres nietos”, concluye abrazando a Adela.

Los sanitarios: sus ‘ángeles’

“No paran ni de día ni de noche. Se desviven por los enfermos y con unas ganas de trabajar y salvar vidas que es increíble” 

Sus ‘ángeles de la guarda’ y los que le han devuelto a la vida han sido los sanitarios de la UCI, dirigidos por su amigo Enrique Laza, intensivista responsable de UCI en el Hospital Universitario de Ceuta. “Un gran equipo médico que me ha tratado con un cariño, una alegría y una dulzura que no tengo palabras... enfermeras que me cantaban el Himno de la Legión, donde estuve muchos años, para animarme. Me abrazaban, me arropaban y me cantaban. Es increíble. Sobre todo, el doctor Enrique Laza, que se ha portado conmigo como si fuera un padre. Rosa, del equipo de fisios, o Mohamed... es que todos, todos se han portado de una manera increíble conmigo con una humanidad que no tiene límites. Si hay algo positivo en todo esto es el apoyo que he tenido de todo el mundo y muestras de cariño”, explica como puede por la emoción.

Paco y su mujer, Adela Gaona Morales, no tienen palabras ni saben cómo agradecer la atención y dedicación de los sanitarios con él, “que ha ido más allá de lo profesional”.

“Cuando tenía insomnio los veía trabajar porque no podía dormir y no paran ni de día ni de noche. Se desviven por los enfermos y con unas ganas de trabajar y salvar vidas que es increíble. Yo lo he visto y lo he sufrido en mis carnes y aún así, siempre están con una sonrisa en la cara y pendiente de todos. Eso hay que estar allí enfrente como estaba yo para verlo. Gracias a ellos estoy aquí hoy porque yo tenía un pie más fuera de la vida que dentro”, asegura.

Un mensaje a la ciudadanía

Concienciación, “por favor”: “Esto es real y el que no se lo crea que se pase por la UCI”

Paco lo repite una y otra vez: este virus mata y el próximo podría ser cualquiera. “Sobre todo la juventud que no se lo toma tan en serio, pero tienen que tener cuidado porque tendrán un amigo o un familiar que tendrá a sus abuelos o a alguien que sí le afecte. Esto es real y el que no se lo crea que se pase por la UCI y vea el trauma que están pasando los sanitarios y sobre todo, los familiares, que son los que lo sufren porque al fin y al cabo yo he estado ahí 38 días en UCI, pero dormido. Tus familiares son los que sufren si te vas a ir o no te vas a ir. Yo he estado con un pie más allí que aquí. Esta enfermedad ataca y ataca duro, al que coge, lo coge con ganas y una vez lo has cogido, te conciencias. Yo mismo pensaba que algún día lo cogería porque lo cogeríamos todos, pero que el día que me llegara no me iba a atacar tanto y nada más lejos de la realidad porque había momentos en UCI que no contaban conmigo”, asevera.

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