Definitivamente y con sólo cinco películas en el zurrón (Ciudadana Ruth, Election, A propósito de Schmidt y Entre copas) previas a la que nos atañe, Alexander Payne se lleva el calificativo de maestro en la tragicomedia humana. Su trabajo transforma al público en observador de una realidad creíble a través siempre de historias sencillas, que generalmente son aquellas que rozan el corazón si se saben narrar con delicadeza; Los descendientes lo es, y además de esa exquisitez narrativa cuenta con un estado de gracia de varios factores (artísticos más que técnicos) que confluyen en el proyecto y que han llevado al mismo hasta la nominación a cinco premios Oscar, algunos en categorías de peso como mejor película, dirección y guión adaptado (faceta que ya le aportó uno a Payne por la citada Entre copas).
Matt King (soberbio George Clooney, alabado con unanimidad y justicia por este sincero trabajo) es un imperfecto marido y padre acaparado voluntariamente por su trabajo que se topa de sopetón con el terrible accidente de su esposa, que la deja en coma, y además tiene entre manos la decisión de qué hacer con un buen pedazo de su hawaiana y millonaria tierra natal, que posee en herencia junto a varios primos. Por si no fuera bastante tanta patata caliente, no va a tener más remedio que hacerse cargo a tiempo completo de sus dos hijas, una pequeña y confusa (Amara Millar), la otra adolescente y conflictiva (meritorio trabajo de réplica cómplice a Clooney a cargo de Shailene Woodley, salida directamente del mundo de la televisión).
La honesta y profunda producción es defendida por un gran trabajo en la adaptación del libreto, y se deja arrastrar por el ambiente informal (todos los personajes parecen alérgicos a los pantalones largos y los zapatos) y sin prisa alguna, tomándose con calma tanto la vida como (para bien y para mal) el transcurso de los acontecimientos que la película relata; a dicho microclima isleño ayuda la curiosa y original banda sonora autóctona que despertará filias y fobias en el respetable.
Poco más previo a su visionado se debe añadir a una historia ingeniosa, sencilla en el mejor sentido de la palabra, que tiene su fuerza en cómo ocurre (naturalmente) lo que ocurre y en el protagonismo otorgado y merecido por parte de un George Clooney que podría haber realizado el papel de su carrera, no precisamente exenta de buenos trabajos ni de éxitos. Claramente y, como acostumbra, sin hacer demasiado ruido, se perfila uno de los favoritos (otra vez) al codiciado Oscar sin necesidad de despeinarse ni teñirse las canas. Y yo que me alegraría de ello. Clooney, What else?
Puntuación: 7
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