Corría el año 1983. En aquellos días estaba transcurriendo la campaña electoral de las municipales. Yo iba en coche, acompañado de algunos amigos, cuando al pasar por la Avenida de África oímos, a lo lejos, una voz potente y bien timbrada que hablaba por megafonía, diciendo muy bien lo que quería decir. Agradablemente sorprendido, pregunté a mis acompañantes si sabían quien era aquel excelente orador, y uno de ellos me respondió: "Ese es Paco Antonio, el de Nuevas Generaciones". Aquello quedó grabado en mi mente. "Me gustaría conocerlo", pensé, "pues ahí hay un político en ciernes de mucha categoría".
Pasaron unos años hasta que en 1988, me afilié al PP, una vez producida la llamada refundación. Por aquel entonces conocí personalmente a Paco Antonio, a la sazón, portavoz del grupo popular en el Ayuntamiento de Ceuta. Un joven fuerte, alto, cuya buena presencia era acompañada por la voz y la oratoria que me impresionaron años antes. Con el trato fui sabiendo que era madrileño, que vino a Ceuta porque le tocó hacer aquí el servicio militar (¡qué suerte tuvimos!); que se quedó por amor, pues se había enamorado de Adela, una bella joven ceutí; que antes de venir había estado preparándose para ingresar en la Academia General del Aire; que trabajaba en una empresa naviera y que le sentía por la política verdadera pasión.
En 1993 entramos a formar parte de la candidatura del PP en Ceuta para las elecciones generales. Él iba para Diputado, y José Luis Morales y yo para Senadores. Ganamos, aunque el PSOE permaneció en el gobierno, lo que nos llevó a la oposición. Aquellos años fueron complicados para nosotros, pero a pesar de todo no cesamos en nuestra tarea de intentar obtener frutos favorables para la ciudad que representábamos.
Formulamos un elevado número de preguntas escritas y orales al Gobierno sobre cuestiones relacionadas con Ceuta. Además –han pasado ya más de veinte años– nos tocó bregar en el Parlamento, contra viento y marea, con el proyecto de Estatuto de autonomía de la Ciudad. Fruto de una negociación, no llenaba nuestras aspiraciones, y a pesar de que ya venía consensuado, conseguimos introducirle algunas mejoras, como, por ejemplo, su aprobación por Ley Orgánica o el nombramiento por el Rey del Presidente. El texto final no quedó tan horrible ni tan perjudicial como se decía y, en todo caso, tampoco se nos podía pedir que votásemos en contra de una ley cuyo artículo 1º, textualmente, dice: "Ceuta, como parte integrante de la Nación española y dentro de su indisoluble unidad...". En esa compleja misión comprobé una vez más el espíritu luchador e incansable de Paco Antonio, así como su capacidad de aguante. A él, en el Congreso, y a mí, en el Senado, nos tocó intervenir en el debate de su aprobación.
Como Diputados y Senadores pueden asistir a las sesiones de ambas Cámaras, Paco Antonio se sentó a mi lado el día en que se debatió dicho Proyecto en el Senado, y recuerdo que estando en el uso de la palabra la portavoz de IU-Iniciativa per Catalunya, aludió a una supuesta postura que ese grupo siempre había tenido: "la españolidad de Ceuta y Melilla", lo que provocó que Paco Antonio dijese en voz alta "¡Falso!". En el Diario de Sesiones del Senado correspondiente al día 22 de febrero de 1995 aparece la siguiente apostilla, tras la frase de la interviniente: "Un señor Senador: ¡Falso!". No fue un Senador, sino un Diputado, el Excmo. Sr. D. Francisco Antonio González Pérez, representante de Ceuta en el Congreso ¡Cómo nos emocionamos y disfrutamos después, el día en que Basilio Fernández, primer Presidente de la Ciudad Autónoma, tuvo el honor de izar por vez primera la bandera de Ceuta, junto a las de las demás autonomías, ante la fachada del Senado!
Cuando Felipe González decidió anticipar las elecciones generales al año 1996, yo pensé no volver a presentarme, pues estaba cansado de viajar, pero fueron mis compañeros Paco Antonio y José Luis Morales quienes me persuadieron para que no lo hiciese. Formábamos un equipo, y con sus razonamientos e insistencia acabaron por convencerme. Por cierto, hablando de viajes, he de decir que Paco Antonio era un conductor que no hubiera desentonado en la Fórmula 1. En cierta ocasión regresé en su coche, con él al volante, y de noche, desde Madrid a Algeciras. Batió, sin duda, todos los récords.
Como antes decía, los tres volvimos a integrar la candidatura del PP, obteniendo un gran resultado. Y de nuevo a viajar a Madrid, con la ventaja de que en esa legislatura éramos parlamentarios del partido en el poder, lo que nos valió para poder gestionar loa asuntos de Ceuta con mucha mayor confianza y libertad. Así hasta principios de 2000, en que terminada la legislatura, se disolvieron las Cámaras. Paco Antonio y José Luis Morales siguieron, pero a mí, ya decidido a no presentarme más y a punto de cumplir 66 años, me sustituyó Nicolás Fernández Cucurull.
Después vino el cese voluntario de Paco Antonio como Diputado y su época en la Fundación Crisol de Culturas, sobre la cual tuvimos ocasión de hablar en varias ocasiones. Y, por fin, la Delegación del Gobierno, donde me consta que se ha esforzado al máximo, pese a arrastrar esa terrible enfermedad contra la que supo luchar una y otra vez con gran entereza, ganándole muchas batallas, pero que, desgraciadamente, ha acabado por vencerlo en la definitiva. Parece mentira que un hombretón como él, en lo mejor de su madurez, ya no esté entre nosotros. Hemos perdido un gran valedor Dejo constancia de mi más profundo sentimiento de dolor a Adela y a sus hijos.
Descansa en paz, Paco Antonio, amigo y compañero, madrileño de cuna, ceutí de corazón, político de raza, luchador tenaz... Ceuta está en deuda contigo.
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