Hay que trabajar mucho

Puede ser que muchas personas que, desgraciadamente, no tienen trabajo miren con escepticismo ese título. Esas personas lo que quieren, antes que nada, es tener un trabajo, estar contratadas para prestar unos determinados servicios y recibir unas asignaciones económicas por ese trabajo. Lo demás, cualquier cosa que se trate sobre el trabajo no les interesa o, en todo caso, está en un plano completamente diferente al que a ellos les incumbe. Sin embargo, es completamente cierto que hay que trabajar mucho y esto nos obliga a toda persona, cualquiera que sea su situación y condiciones en las que se desarrolla su vida. Veo salir a la calle, a diario, a niñas y niños que van en sus carritos asistidos por sus madres para trabajar –a su modo– en lo que deben aprender en las guarderías.
Ya empieza, en esas condiciones, a prepararse para el futuro, ese tiempo de años y años con toda clase de vicisitudes para cualquiera y que hay que poder afrontar con la mayor y mejor preparación posible, en la que debe estar incluida la mejor forma de encontrar algo que satisfaga sus aptitudes, tanto físicas como mentales. Recuerdo, con satisfacción, el patio, con suelo de arena, en le todos íbamos corriendo tras un balón para conseguir darle una patada. Daba igual que fuera hacia uno u otro lado; lo que importaba entonces –hace ya bastantes años de ello– era correr y alcanzar el balón; no importaba que fuera hacia un lado u otro, lo que sí se conseguía es que se prendiera a convivir aunque fuera a base de esquivar patadas en las espinillas y seguir corriendo tanto o más que otros. Era una labor más de colegio.
Han variado mucho, a mejor, las instalaciones deportivas en los colegios y recuerdo –de no hace mucho tiempo– a un estudiante de Universidad que se calzaba las zapatillas para correr en unas pistas adecuadas para pruebas atléticas. Esa persona necesitaba mantenerse en forma y aprovechaba algún descanso para trabajar sus piernas y el ritmo de todo su organismo durante alguna carrera de unos cientos de metros. Aprovechar el tiempo sea, probablemente, una de las cuestiones más difíciles para muchas personas. Hay quien lo pierde de forma lamentable y con ello está perdiendo posibilidades –las que sean– para su vida. No estará suficientemente preparado para muchas cosas, entre ellas para las exigencias de la vida, que no son pocas y además muy importantes.
Un gran sabio llamado Aristóteles dejó dicho algo muy importante en esta época en la que se dedica mucho tiempo a la diversión y a ir dejando pasar la vida como si en ésta no hubiera exigencias; que las hay en cantidad y además muy importantes para nosotros mismos. Decía así Aristóteles: “Lo que con mucho trabajo se adquiere, más se ama” . Yo creo que conviene hacer caso a la recomendación de Aristóteles: trabajar seriamente y muchas horas –todas las que sean necesarias– para dominar técnicas y métodos de empleo para que a la hora de darlo todo estemos preparados para conseguir los objetivos deseados, tanto por necesarios como porque sean vocacionales. Y todo eso se adquiere con eso que siempre se llamó estudio e ilusión. Quizás nos falta fuerza y dedicación. Es una cuestión personal.
Es mucho lo que hay que dar de sí, tanto los profesores como los alumnos y también quienes ocupan puestos de responsabilidad en el Gobierno de la Nación. Estos han de ser ejemplares en la realización de sus misiones pues todos estamos pendientes de sus actuaciones y si cometen algún error deben solucionarlo de forma inmediata; con hechos y no con frases más o menos bien construidas. Hay que trabajar mucho pues hay gran cantidad de personas que están esperando decisiones adecuadas para poder encontrar un trabajo y atender sus necesidades y las de sus familias. Lo saben, sin duda, y trabajan en ello pero es necesario un esfuerzo aún mayor.