Ayer, domingo, fue un día en el que existió presión desde bien temprano y que fue aumentando hasta las ocho de la tarde, porque a esa hora daban comienzo todos los partidos de fútbol que quedaban para dar por terminada la Liga española en su máxima categoría. No lo tomen a ligereza, lo ruego, pues hay que tener en cuenta que el deporte - el fútbol en concreto - interesa a muchísima gente. Gente que disfruta o sufre, según le vayan las cosas a su equipo, y que esa gente entiende mucho de las particularidades de cada equipo y de cada encuentro que tiene lugar a lo largo de la temporada. También hay gente entendida - y muy profundamente - en otros deportes, pero el fútbol está en cabeza y a mucha distancia de los otros, Ayer, domingo, como les decía, se habló mucho de fútbol y pienso que también se hablaría de ello en las reuniones convocadas con motivo del 15 M.
Es que las personas somos así, universales, y esa característica se hace más patente cada día que pasa, pues la tecnología de la comunicación ha avanzado muchísimo y se pueden tener noticias, al mismo tiempo, de lo que está ocurriendo en muy diversos lugares. Cada momento tenía importancia - mucha - pues se trataba de saber si tal o cual equipo descendía de categoría o, por el contrario. conseguía alcanzar lo que deseaba mucha gente , especialmente sus seguidores de toda la vida. Claro que resultaba difícil estar completamente al tanto de los que ocurría en cada segundo de tiempo, pues las noticias llegaban siguiendo un orden establecido por quienes estaban encargados de informar, tanto por la radio como por la Tv. Todo se estaba desarrollando al mismo tiempo, pues el horario había sido fijado el mismo para todos.
Si para quienes esperaban las noticias la cosa resultaba difícil, aunque personalmente estuvieran viendo otro partido, precisamente el de sus preferencias, los que jugaban lo estaban pasando igual de mal pues luchaban contra reloj para lograr el resultado que necesitaban, a efectos de clasificación que significaba lo mismo que salvación. Cualquier persona que haya tomado parte en alguna competición sabe lo que es la angustia del reloj; a veces porque ya se está al límite de las fuerzas y las piernas se le han vuelto de plomo; no sabe si podrá aguantar hasta el final y no pasar la vergüenza de retirarse exhausto. ¿Cuántos minutos faltan para terminar? ¿Podremos no encajar un gol que nos arruinaría? El balón adelante, hacia la portería contraria, pues hay que marcar ese gol que necesitamos. El corazón ya no puede más, la respiración es cada vez menos reposada; pero hay que ir adelante, a darlo todo hasta el último momento.
Y al final el esfuerzo, agotador, dio el fruto esperado. Cuando ya no faltaba nada para terminar llegó el gol deseado y el mundo fue otro para los vencedores y sus seguidores. ¡Cuántas ilusiones colmadas! ¡Cuántos sufrimientos bien empleados! La victoria. lograda por medios nobles, es el gran premio que toda persona persigue porque proporciona felicidad y experiencia de sufrimiento, de entrega a un fin noble - el del esfuerzo humano por un ideal - la entrega personal para hacer felices a los demás, para que las ilusiones se sigan manteniendo a lo largo de la vida, porque la vida se nos ha dado para ponerla al servicio del bienestar de los demás, sin hacer daño a nadie.
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