Saoirse Ronan, la chiquilla cuyos casi inexpresivos ojos glaciales llamaron la atención de los espectadores de Expiación o Camino a la libertad, tiene ahora algunos años más y se ha convertido en una muchacha que encarna un brutal personaje de acción como raramente se había visto con anterioridad; y lo hace de la mano de Joe Wright, el director que precisamente sacó lo mejor de ella en la citada Expiación y también responsable de Orgullo y prejuicio (significativo cambio de registro el que da con esta obra de acción por los cuatro costados).
El misterio envuelve el motivo por el que el padre de esta jovenzuela, interpretado por Eric Bana (buen actor, pero con rostro amable que no cuadra mucho con el papel de soldado letal), un antiguo agente gubernamental (imaginarán de qué gobierno, claro) de élite, entrena hasta la extenuación a su hijita para que se convierta en una portentosa máquina de matar, con un físico de apariencia frágil y realidad muy distinta y una sangre fría que deja a Harry el sucio a la altura de una hermanita de la caridad.
Rodada y montada con impecable factura técnica y artística, la cinta gana enteros en los momentos vertiginosos, con coreografías artesanales realmente trabajadas, con una atípica bestia parda de protagonista que hace a uno alegrarse de estar al otro lado de la pantalla, si bien cuenta con ligeras lagunas de guión y momentos menos atractivos que ponen tropezones a la fluidez argumental del proyecto. Las ansiadas explicaciones, que son lo que nos tiene intrigados desde el principio, a fin de cuentas no acaban siendo muy satisfactorias por su simpleza y carencia de originalidad, pero el viaje para toparse con las mismas es electrizante. Eso sí, haremos la vista gorda con la imagen que se vuelve a dar de España como flamenco por las calles y absolutamente nada más: la ignorancia es una pesada condena.
En esta ocasión, la más fea (en el sentido más estrictamente interpretativo) con la que ha tocado bailar, la mala de la cinta (al menos en apariencia, los acontecimientos dictarán sentencia) es Cate Blanchett, una actriz de relumbrón para un papel de pez gordo del Servicio Secreto muy poco lucido que podría haber quedado mejor y también podría haber recaído en el trabajo de otras muchas.
El gran mérito de Ronan reside en lograr que apariencia gélida, abundantísimas escenas de entrenamientos, disparos y peleas, y una actuación que transmita un mínimo de emoción para ir más allá de "papelito de tortas del montón" confluyan y encajen con armonía.
Si usted se la encuentra en cualquiera de las circunstancias con aire de ida y aspecto angelical, no se fíe y corra, que podría tener cuarenta maneras de asesinarle con un zapato…
Puntuación: 6
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