Soy un barco navegando en la poesía.
Mucho movimiento y poca sintonía.
Digo siempre, que mi buen amigo,
siente mi miopía.
Y quiere ser un poco egoísta
Sentado en su mesa de trabajo,
juega ser poeta.
Buscando nuevas órbitas
para poder aterrizar.
Y encuentra, mientras tanto,
una buena romería.
Las vibraciones le pone en un cohete de ideas.
Donde las mismas,
se impregnan en bulerías.
Siente la voz de David Bisbal.
Y salen solas, a base de palmas.
El movimiento de su cuerpo se recupera.
Madre mía cuánto te quería.
No me apartes de tu vista.
Y mis lagrimas, las veo caer, en la tierra.
Las observó y vienen a mí, tu bella cara.
Y salen burbujas, donde se entrevén alegrías.
Son pura pación que se arrimaba.
Pongo mi corazón en remojo y cordura.
Encuentra un sendero de emociones,
que me ata.
Ya que no quiero caer, en una amargura.
Lloro con toda mi alma.
Y descienden las ideas magníficas.
Gracias te doy mamá mía.
Donde cada palabra tiene una sintonía.
Tus recuerdos y ganas de enredar.
La misma que tiene un turista.
Enamorado del arte de
nuestra querida España.
Que desea ver buenas tablas.
Al clamor de unos buenos
cantaores y bailarinas.
Tocando las palmas, con vino de garrafa.
Que da el calor, a la noche, de una fiesta
en toda la profundidad de la madrugada.
La transferencia fue una buena resaca.
Aunque viendo el producto, valió la pena.
Que con unas aspirinas,
se pudo mantener una buena cara.
Con una nariz roja, que tilda de buena espesura.
Aunque todos que con una cerveza.
Pueda ser un buen remedio de la casa.
Y pudiéramos hacer una buena pensada.
Que los cuartos valieron, como una libra.
Y que nuestras neuronas
funcionan a su medida.
Para decir a sus amigos:
“Ven para España”.
Que aquí se pasa de maravilla.