En estas mismas páginas de “El Faro”, algún tiempo atrás, dejé escritas una serie de razones sobre la ‘refundación’ del PSOE, a modo de diagnóstico. Los términos, ‘a priori’, pudieron parecer confusos. Algo tienen en común: fundir no fundar. Lo primero, es el resultado de una combustión y en consecuencia un producto nuevo. Lo segundo, es derribar los fundamentos, los pilares y hacer algo nuevo, diferente. Ambos se atraen y no se repelen. En el acto de la fundición lo que hacemos arder es chatarra y la resultante, algo ‘nuevo’.
En la refundación, los valores, las doctrinas, incluso la liturgia, ya dejan de ser elementos de referencia y quedan, por obsoletos, en los archivos.
El PSOE ha padecido, en algunos casos con cierto estigma entre sus bases, graves crisis de las que ha salido fortalecido: la del exilio, Suresnes, el 27 Congreso, renovadores y guerristas, la división interna de 1933 –en plena 2ª República-: besteiristas versus caballeristas (ahora, los de Pedro y los de Díaz). Aquellos ni se saludaban y hasta se cruzaban acusaciones entre parlamentarios y dirigentes.
Al final el ‘dictum’ latino: “Primun vívere, deinde filosofare” que en román paladino viene a decir: “Primero a vivir y después lo que venga”. De lo que se trata es de priorizar los ‘egos’ y relegar la acción política como algo colateral y subsidiario. Los que así piensen están muy equivocados. A la política se viene a servir y no a servirse de ella. Este es un viejo mantra que hay que erradicar. Anteponer lo personal al interés general es un craso error. En todos, o en casi todos, los partidos cuecen habas. Sólo basta echar una mirada a nuestro alrededor. El hacer de la política un ‘modus vivendi’ es como traicionar los principios constituyentes de cualquier organización política.
El PSOE debe dejar de mirarse al ombligo y acudir -¿cuántos han leído la ‘Historia del Socialismo Español’?- con más frecuencia al legado que dejaron los ‘padres’ fundadores: Iglesias Posse, Largo Caballero, Don Julián Besteiro, el más intelectual que formó parte, aunque su afiliación le cogió algo maduro, de las filas socialistas. Como anécdota, recordaré que junto a la puerta por la que se accede al hemiciclo del Congreso se halla el busto en bronce de Don Julián. Un tributo a su memoria.
El Partido deambula sin rumbo y sin nadie relevante en el puente de mando. El barco va a la deriva si no se corrige, lo que se llama ahora, ¡es un anglicismo!, la ‘hoja de ruta’. Hay que dejar fuera, y ya va siendo hora, el cainismo, algo coexistencial en este partido, y buscar más la solidaridad entre todos, abolir los antagonismos entre personas y remar en la misma dirección. Sólo así se podrá recuperar, tarea harto difícil pero no imposible, la quintaesencia, la intrahistoria de este centenario partido, vertebrador de nuestra historia reciente.
Cuando estudiaba el Máster en Madrid (92-93) y como memoria final de curso, redacté una ‘tesina’, calificada de Sobresaliente, en la que exponía, inspirándome en las consignas de McCaskey, politólogo norteamericano de reconocido prestigio, cuatro grandes principios para ‘refundar’ el Partido: hay que sumar y no restar; dividir no es aconsejable y sí multiplicar; la disidencia, (los ‘díscolos’, -y los hemos visto- el 23-O en el Comité Federal y –vía TV- en el Congreso), aunque necesaria, no debe ser un ‘leit motiv’ rompedor; si abres heridas hay que prever las curas y de imprescindibles están los cementerios llenos, como decía Pablo Iglesias, el fundador.
Sólo así, el Partido, antes del próximo -sine die- Congreso Extraordinario, recuérdese que el papel asignado a la Comisión Gestora es la de ‘pacificar’ las facciones de cara al evento que está por venir. No tiene otras atribuciones. Hay que calmar el gallinero. Muchas manos pueden echar a perder el caldo. Hace falta un buen director, ya lo hay, que sepa afinar los distintos instrumentos para que suenen con armonía. Hay que conciliar las distintas sensibilidades. De lo contrario, sería como un ‘totum revolutum’.
Harold Wilson, ex Primer Ministro británico, ya fallecido, dejó dicho: “A week is a long time in politics” (Una semana es mucho tiempo en política). Por escueta, su significado es, cuanto menos, contundente. Qué decir de aquellos que pretenden perpetuase en el ejercicio de la tarea política. Hay quienes la consideran como un patrimonio al que no se debe renunciar. Los que así piensen han elegido la senda equivocada.
Al político hay que juzgarle por lo que hace, no tanto por lo que dice. Habría que evaluarle al final de cada legislatura para medir su ‘rendimiento’ y si es merecedor de su ‘renovación’. Si no pasa la ‘ITV’, al cubo de la basura.
El Partido tiene que afrontar su propia catarsis, una especie de ‘strip-tease’ y hacer emerger sus propias vergüenzas a flote. De lo contrario, entrará en una dinámica de no retorno y esto afectaría, a modo de metástasis a todo el conjunto. La terapia llevaría algún tiempo para visualizar sus efectos paliativos. No servirá de consuelo aquello que oímos decir ‘entre todos las mataron y ella sola se murió’.
Como dejó dicho Groucho Marx: ‘Éstos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros’.
PD. El Portavoz del GPS en el Congreso, (lo fue con Sánchez, siendo un sanchista fiel hasta que dejó de serlo), ha declarado a los medios que se ‘arrepiente’ de parte de su discurso en el acto de investidura para la presidencia del gobierno. La ideología y la ambición de poder son como el agua al aceite. ¡Vivir para ver!
Tras el conocido Black Friday llega el próximo lunes el Cyber Monday, una jornada de…
El esperado evento está a la vuelta de la esquina y los comercios en Ceuta ya…
China ha dado un paso clave en su política de apertura internacional al anunciar una…
Los ceutíes que se han acercado en la tarde de este domingo a la Sala…
La noche del sábado dejó un regalo muy especial para los vecinos de Ceuta y…
Las bibliotecas de Ceuta tienen preparada una programación variada para la semana que comienza el…