Pues esta semana le he hincado el ojo a Chicos buenos, una muy divertida comedia estrenada hace justo un año (hace bien poco, si tenemos en cuenta que este año no está existiendo). Lo que aparentemente podría catalogarse en sus diez primeros minutos de metraje como una cinta para público infantil o preadolescente, coincidiendo con el rango de edad de los protagonistas, es en realidad una propuesta encaminada a sacar una sonrisa constante a nostálgico público adulto.
La historia trata de manera sencilla los tremendos líos en los que tres amigos de doce años se meten por torpes, cosas de la edad, y por intentar ser mayores antes de tiempo. En realidad dichos tremendismos en la óptica del espectador quedaran en “ahogarse en un vaso de agua”, pero hay que ponerse en el pellejo de los susodichos críos.
La fortaleza de la película reside en los hilarantes disparates que se dicen unos a otros para darse lecciones de lo que es la vida, en “las primeras veces de muchas cosas” y la ternura que da oírlos. Es por ello que decimos que claramente los personajes son un instrumento para llegar hasta el público adulto con unos diálogos muy, muy elaborados con ese fin.
Se trata de una producción provocadora y políticamente muy incorrecta que por encima de todo, es muy divertida, con un ritmo muy ágil y un cásting indudablemente acertado, que se torna el principal argumento para un resultado satisfactorio.
Muchos de los gags de los pequeños amigos son graciosos por su ingenio y frescura, y la ya mencionada ternura se hace la tónica general imperante.
Para los que disfrutaron de American Pie, pero con algún decibelio menos, da alguna que otra lección a fórmulas que han sido explotadas hasta el cansancio y que ponen a prueba la paciencia.
Se agradece que, desde un principio, todo suceda sin demasiados rodeos; además, el contraste entre el tono de las situaciones que están elaboradas siguiendo al pie de la letra la receta, y la naturaleza de los personajes cuya química es innegable, resulta suficiente para sostener un vehículo de entretenimiento que, sin ser nada del otro mundo, ofrece algo de novedad al subgénero; tiene encanto y no se toma nunca demasiado en serio; hasta cumple con el típico mensaje sobre crecer, madurar y dejar ir.
Evidentemente Chicos buenos no es para todos los gustos, pero el humor a veces desde la inocencia de lo que vemos, a veces desde un punto de vista mucho más socarrón, llegara a un abanico de espectadores mayor de lo imaginable.
Puntuación: 7