Ha unos días leía con sorpresa la propuesta presentada por el Sr. Gutiérrez, diputado local del PSOE, relativa a la inclusión en el expediente de modificación de los presupuestos de la Ciudad de una partida de 90.000 euros, para según se justifica, «finalizar la rehabilitación de las bambalinas del palio de la Hermandad de los Remedios… al objeto de recrear el dibujo original…». En el expediente de modificación hay algunas propuestas más, pero sólo comentaré esta por afectar a nuestras hermandades… y por no perderme en las procelosas aguas de la política local.
No me cabe duda de que la propuesta vino de la mano de la buena voluntad, y del interés por solucionar los problemas que está teniendo la Hermandad del Mayor Dolor en la recuperación de parte de su patrimonio que, actualmente, se encuentra en poder de un taller de bordados; como tampoco me cabe duda que de haber salido adelante la propuesta nos hubiera traído más perjuicios que beneficios.
Este asunto tuvo varios actores que conviene recordar: la Hermandad, que sería la beneficiaria y que de alguna manera lo solicitó (o no se opuso a ello), conocedora como debe de los acuerdos del Consejo de Hermandades para la distribución de la subvención municipal y del Convenio con la Ciudad para su otorgamiento; el Delegado del Gobierno, que llevado de la buena relación que siempre ha existido entre Hermandad y Delegación se prestó a colaborar con aquella, desconociendo que el Consejo tiene su propio reglamento de subvenciones; el proponente, Grupo Socialista en la Asamblea que se hace cargo del asunto, supongo que para dar muestras de su receptividad y sensibilidad para la conservación del patrimonio artístico de las hermandades y que lo es de la ciudad, lo que siempre es de agradecer; y el grupo de gobierno, que según dijo habría de aceptar la propuesta, por lo que todos los calificativos positivos dados hasta aquí se los puede también hacer propios ¡Cada uno sabrá qué de cierto le va en ello!
"Más bien creo lógica la intención, conociendo de primera mano el asunto de las subvenciones, por haberlo padecido y trabajado"
El viernes pasado se retiró la propuesta por parte del Grupo Socialista, lo que es de agradecer, ya que de seguro nos va a evitar complicaciones a todos. A muchos les parecerá un tanto extraño que la Mesa del Consejo, con su Presidente al frente, tomara la iniciativa de aconsejar su retirada, personalmente a mí no me lo parece. Más bien creo lógica la intención, conociendo de primera mano el asunto de las subvenciones, por haberlo padecido y trabajado, así como la trayectoria del Consejo para con la Ciudad y las hermandades en esta materia.
Desde 1990, año en que se produce el tránsito de Junta de Cofradías a Consejo de Hermandades y Cofradías, es preocupación de las diferentes Mesas Permanentes la promoción de un medio reglado de acceso y reparto de la subvención municipal, así como mantener el compromiso de evitar las peticiones individuales, encuadrando el otorgamiento en un solo perceptor y concepto; asunto que se ha venido concretando a través de convenios con la Ciudad, sucesivos reglamentos elaborados por el Consejo y reiterados acuerdos de su Pleno en materia de subvenciones; a fin de cuentas representa el interés general de las hermandades y el reparto obedece a los criterios que se tienen acordados.
No voy a entrar en lo que la Hermandad pueda hacer o no con fondos recaudados entre sus hermanos, feligresía, trabajo o patrocinadores, en su libertad y buen criterio queda (aunque para ello también haya normas diocesanas y cofrades al respecto), así que sólo me referiré a lo público y proveniente de la Ciudad.
Para comprender mejor lo sucedido quizá sea necesario contar cómo va esto de la subvención anual, así que intentaré explicarlo a continuación.
"El resultado final, suma de todas las actividades realizadas, fue una asignación total por hermandad que osciló entre los 3.471 euros la que menos y 10.238 euros la que más"
El actual Convenio con la Ciudad es de 2016 y en 2022 se le otorgó al Consejo 140.000 euros; a grosso modo las cuentas fueron las siguientes:
La subvención se repartió entre la Mesa del Consejo y 17 hermandades (todas, excepto África). Así que, si la Mesa retuvo 20.000 euros para atender a la obra social, cultural y pago de los servicios necesarios correspondientes a la programación común anual, el valor medio de un hipotético reparto por hermandad sería de 7.059 euros. Pero no, este es sólo un valor de referencia. La asignación por hermandad, aplicando las normas del Consejo, fue la siguiente: 1.º Una cantidad fija de 2.541 euros que como asociación pública que somos se nos reconoce. 2.º Una cantidad variable que osciló entre los 0 euros y los 4.800 euros, en función de salir en Semana Santa con música o no (gasto que cubre como mucho el 50% del contrato musical, quedando aparte lo correspondiente a la contratación del viaje, manutención y residencia de músicos). 3.º Una cantidad variable que osciló entre 130 euros la que menos y 3.700 euros la que más, en función de las actividades realizadas y justificadas, bien de divulgación de la Semana Santa ceutí y/o colaboraciones con la Mesa Permanente; bien por la labor social y de asistencia extraordinaria llevado a cabo a favor de personas o instituciones sin ánimo de lucro y de carácter social (la ordinaria es obligada y no se valora); bien por realizar, en su caso, rehabilitación del patrimonio mueble o inmueble de la hermandad; y por último si se hubieran adquirido o no bienes para el culto procesional.
El resultado final, suma de todas las actividades realizadas, fue una asignación total por hermandad que osciló entre los 3.471 euros la que menos y 10.238 euros la que más. Para hacernos una idea más exacta de las subvenciones percibidas quiero resaltar lo siguiente: trece hermandades estuvieron bastante por debajo de ese valor medio hipotético de referencia ya comentado (7.059 euros) y sólo dos alcanzaron los 8.000 euros. En nuestro caso, la Hermandad del Descendimiento percibió de subvención 5.438 euros. Para valorar lo trabajado por las hermandades se aplicaron 14 variables de actividad, justificando como procede el equivalente a la subvención percibida ante el Consejo y la Ciudad.
“Somos muchos los Hermanos Mayores a los que nos parece, además, fuera de lugar este tipo de propuestas de subvención pública dirigida a lo suntuario de nuestras hermandades, es decir, a un gasto lujoso e innecesario para los tiempos que corren"
¿Cómo el Consejo va a mirar para otro lado ante la noticia de una asignación de la Ciudad de 90.000 euros para sólo una hermandad, cuando eso supone el 64% del presupuesto global para todo lo relacionado con la Semana Santa, 17 hermandades y la Mesa del Consejo?
Podría referir aquí los numerosos proyectos que las Juntas de Gobierno actuales tiene entre manos, unos propios, otros que vienen de largo y seguramente alguno que otro sobrevenido después de jurar el cargo, pero no se trata de eso. Creo que lo dicho es más que suficiente para entender lo serio que las hermandades se toman el acceso a las subvenciones públicas y una muestra más de lo mucho que se hace por y para la ciudad con tan poco.
La repercusión social de las hermandades en la vida cotidiana de la ciudad es obligada de ser tenida en cuenta, tanto por nuestras autoridades eclesiásticas como por las políticas, pues no solo somos visibles en Semana Santa, lo somos también en las fiestas patronales, romerías, navidad, campañas de alimentos, campañas asistenciales, congresos, jornadas de convivencia, publicaciones y un largo etc. Somos además creadores y mantenedores de un extenso patrimonio local, bien sean inmuebles propios, como el Oratorio de la Santa Cruz, el de Medinaceli, la Flagelación o la casa de la Amargura; custodios de otros de la iglesia diocesana, como la Ermita de San Antonio y la de Manzanera; o bienes muebles notorios para la cultura de la Ciudad, como nuestra imaginería y sus pasos.
Si comparamos lo que una hermandad viene a percibir en comparación con asociaciones de cualquier otro tipo, bien federaciones, clubes deportivos, ONG, asistenciales, etc. la cantidad es bien ridícula; teniendo muchas de estas instituciones menos usuarios, seguidores y transcendencia social que nuestras hermandades; les invito a entrar en la página de la Ciudad y comprobarlo: https://www.ceuta.es/ceuta/documentos/secciones/presupuestos.
"Me parece por lo tanto la propuesta algo chocante, así que cuando menos hemos de pedir prudencia, sobre todo después de que fueran trasgredidas en su día"
Si de verdad quieren ayudar a las hermandades incrementen el Convenio actual, de forma que veamos compensados nuestros esfuerzos. No se preocupen, el Consejo es buen administrador del dinero público y las hermandades, generalmente, saben rentabilizar lo que reciben. De nuestra parte ya hay una comisión trabajando en un nuevo reglamento de reparto de la subvención que, dando por fijadas las actividades hasta ahora incentivadas para su promoción, mira al futuro con visión del siglo XXI, no en vano han pasado muchos años desde la idea inicial (1990) y hoy, todas, tienen asumido que son algo más que «sacapasos».
Por ello, conocedores de lo inapropiado que resulta para el Consejo que se trate el asunto de las subvenciones con la Ciudad de forma personal e individual -u otra institución que haga de intermediaria-, es normal que en estos días estén soliviantadas las hermandades. Somos muchos los Hermanos Mayores a los que nos parece, además, fuera de lugar este tipo de propuestas de subvención pública dirigida a lo suntuario de nuestras hermandades, es decir, a un gasto lujoso e innecesario para los tiempos que corren; por mucho que se quiera revestir la propuesta de recuperación de un trabajo de piezas exquisitas de los talleres de Olmo, dibujos de José Recio del Rivero y procedencia de la Hermandad de la Esperanza de Triana, que dicho sea de paso nos vendió (1951) sólo parte del palio, las bambalinas; de ahí que la Hermandad ceutí encargara (2014) esa parte para su restauración, sin que se nos escape, por cierto, los antecedentes que rodearon el caso.
Sé, que la subvención propuesta (90.000 euros) es una cantidad nimia dentro de los millones del presupuesto global de la ciudad, y no nos oponemos a ello por el importe en sí mismo, sino por el concepto y cómo se quiere gestionar el asunto; a esto lo llamo yo «ir del tirón y el que venga detrás que arríe». Me parece por lo tanto la propuesta algo chocante, así que cuando menos hemos de pedir prudencia, sobre todo después de que fueran trasgredidas en su día (no ahora que es cosa sobrevenida a la actual junta de gobierno) las normas diocesanas sobre gastos de carácter extraordinario, las del Estatuto Base para las Hermandades sobre administración de bienes, y las recomendaciones generales de la iglesia en cuanto al gasto suntuario se refiere.
En este sentido es bueno recordar, y debemos reconocer para conocimiento general, el trabajo de los cofrades activos de cualquier época (los de acción no de palabra), en cuanto a la gestión e interés que han tenido o tienen por conservar el patrimonio de sus hermandades; así como la labor abnegada y altruista que de forma callada se realiza, exclusivamente movidos por la fe.
A lo largo de estos años, que ya son muchos en cofradía, los he conocido con la fe del carbonero y los de mediana y profunda teología, pero todos, además del general cristiano, tienen un mismo denominador común: su particular devoción que, arraigada en sus sentimientos, les hace vivir su fe a través de la hermandad con un profundo amor a Ceuta y sus tradiciones.
Las hermandades pertenecen a ese selecto elenco de asociaciones en las que no existe ánimo de lucro ni de poder, la generosidad es moneda común, y se hace lo que se puede por la comunidad en tanto se desarrolla un proyecto común de crecimiento personal; lugar donde se siente con frecuencia una profunda satisfacción espiritual, y donde la única recompensa son los afectos. Quizá sea difícil de entender esto en nuestro mundo actual, pero así son las hermandades y sus cofrades.
Carlos A. Torrado López, Hermano Mayor del Sagrado Descendimiento de NSJ (Vulgo, El Silencio).
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