Hablan los vecinos del Príncipe: "Esto es un infierno que vivimos en silencio"

Los vecinos del Príncipe saben que viven marcados. Al final les termina salpicando cualquier suceso que tiene a su barriada de protagonista. “Es un infierno que vivimos en silencio en el Príncipe porque nadie se atreve a denunciar nada, todos temen represalias, nadie ve ni oye nada”, explican a El Faro, 24 horas después de que el Subgrupo de Noches del Príncipe fuera atacado por un individuo que les disparó hasta en dos ocasiones. “Hay jóvenes que pasan a formar parte del mundo de la delincuencia a una edad muy temprana, se meten en el mundo de las drogas.

Todo esto empieza desde muy jóvenes, muchos su primer contacto con el mundo de la delincuencia es atacando el autobús o apedreando a los Bomberos después de prender fuego a algún contenedor”, añaden. Las generalizaciones son odiosas.

En el barrio del Príncipe mucho más, porque duelen en demasía sobre las familias honradas a las que les cuesta mucho que sus vástagos permanezcan aislados de esas influencias. Del barrio han salido muchos trabajadores, abogados, estudiantes con futuro, médicos... pero parece que solo los pistoleros y los delincuentes tienen voz.

“Los vecinos de bien vivimos con un miedo continuo viendo cómo la impunidad campa por nuestras calles: disparos en la noche, jóvenes exhibiendo armas y disparando al aire, robos, agresiones, vehículos robados circulando sin control por la barriada... Todo esto sin nombrar los numerosos episodios que sufrimos estos últimos años llegando a engrosar un récord en tiroteos, heridos y muertos”, explican en este encuentro de varios residentes con el periódico. “Parece que vivimos en una realidad paralela, sin pertenecer a esta ciudad. Todos miran hacia otro lado, los vecinos de bien que son la gran mayoría se ven indefensos, sometidos a la ley de la calle.

Las autoridades de esta ciudad siguen sin tomar en serio este problema por más que se han dado voces de alerta. Ni se ponen medios en seguridad, ni en intentar salvar a estos jóvenes de las garras de la delincuencia. O lo que se realiza no funciona o es muy escaso el interés”, añaden. En el barrio que más protagonismo mediático tiene ha pasado de todo.

Sus vecinos lamentan que tengan que estar marcados por un condicionamiento negativo. Al margen de estos episodios violentos se han visto afectados por captaciones radicales de sus jóvenes. “Hemos vivido episodios de captación, radicalización de jóvenes.

Estos a muy pronta edad crean bandas en las distintas calles para competir para ver qué zona es la que tiene el control de la barriada y todo esto alentado por algunos a los que les conviene que el Príncipe siga siendo un territorio fuera de la ley. Eso les hace tener el control de la situación, alentando a jóvenes a cometer delitos y disturbios”.

El Príncipe se ha convertido en un polvorín: “En cualquier momento puede estallar, como ha ocurrido en diferentes momentos de la historia de esta barriada. Todo se repite y vuelve a repetirse cada cierto tiempo. Nadie hace nada y los vecinos estamos cansados, marginados, sin poder escapar de este infierno en el que se ha convertido nuestro barrio”, lamentan. El olvido, sin duda, es el peor enemigo que tienen.