Frontera e Inmigración

Los ocupantes de la furgoneta kamikaze: “La gente gritaba, iba muy rápido”

Todavía se están habituando a la ciudad. A una Ceuta a la que llegaron demasiado deprisa, tanto como el conductor kamikaze quiso pisando el acelerador a fondo. Los protagonistas de la última entrada de inmigrantes subsaharianos descansan ya en el CETI. Allí, a sus puertas, algunos han hablado con El Faro recordando cómo vivieron esos momentos.
Ibrahim dice que de haber sabido que el viaje iba a ser así “no hubiéramos entrado”. De esa madrugada recuerda los “gritos” pero también “los golpes” que se daban unos contra otros dentro de una furgoneta en la que estaban hacinados. No sabe cómo entraron, solo que el conductor acudió a recogerlos al bosque y que se les indicó que subieran “rápido, rápido”, todos juntos. Los subsaharianos fueron recogidos en diferentes puntos, algunos se conocían entre sí pero otros no. Algunos aseguran que nada han pagado -versión aleccionada por las redes de tráfico de personas-, otros sí que han confesado a la Guardia Civil que dieron dinero por el pase.
“No sabemos cómo nos metieron, todos entrábamos rápido en la furgoneta y nos íbamos apretando unos contra otros, sin orden”, expresa. Recuerda a los dos niños, también a las mujeres y cómo cuando la furgoneta empezó a circular hubo un momento en que se estaban pegando unos contra otros. “La gente gritaba, todos gritábamos”.
Cuando la furgoneta se detuvo alguien abrió la puerta. Luego supieron que había sido la Guardia Civil. “Estábamos mareados”, dice. En su caso, miró hacia atrás y vio la furgoneta dándose cuenta después de todo lo que había pasado. “Si hubiéramos sabido que iba a ser así no hubiéramos entrado”, reconoce.
A las puertas del CETI, visiona el vídeo publicado por FaroTV en el que se aprecia el momento justo en el que la furgoneta kamikaze entró en la ciudad. “Estábamos ahí”, dice sorprendido. Esa entrada fue un auténtico milagro porque las 52 personas fueron hacinadas como pura mercancía en un trayecto que se transformó en un auténtico infierno.
El vehículo no estaba fichado como uno de los empleados para el tráfico de personas que están bajo investigación de las fuerzas de seguridad. Su empleo ha podido ser una prueba de un tipo de pase que valoran hacerse en una Frontera Sur en donde se quieren implantar medidas de control como la colocación de bolardos y el cierre prácticamente de todos los carriles menos uno por la noche.

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