Han pasado poco más de 24 horas del atraco, desde que le pusieron una faca en el estómago y le amenazaron con clavársela si no le daba todo lo que tenía. Francisco ha vuelto a coger el volante, ha vuelto a salir a la calle conduciendo el taxi para el que trabaja. Es su profesión, es su modo de vida, tiene que currar y seguir cubriendo las carreras que le pidan los clientes aunque una de ellas casi le cuesta la vida.
La historia de este último atraco a un taxista en Ceuta, que hace aflorar la inseguridad a la que se enfrenta este sector, comienza el viernes a las 17:00 horas. La víctima estaba en la parada de la frontera cuando un individuo subió a su vehículo para indicarle que le trasladara hasta Arcos Quebrados.
“Se montó, iba haciendo como que hablaba por teléfono, preguntando las horas a las que salían los barcos, haciendo el paripé...”, recuerda el afectado en una entrevista mantenida con El Faro. El agresor, ya identificado por la Policía y fichado en la Jefatura Superior, fingió un comportamiento normal que mantuvo hasta la llegada a la rotonda de Arcos Quebrados. Sentado en el lado del copiloto, no dudó en sacar un cuchillo de grandes dimensiones para robarle todo lo que tenía.
“Me sacó una faca muy grande, que tenía más hoja que mango... Yo cuando vi ese bicharraco y me dijo que le diera el dinero... No se iba. Dijo ‘dame el dinero o te rajo’. Me colocó el cuchillo en la barriga y yo, ahí, no podía hacer nada en ese momento”, explica la víctima.
El atracador mantenía la faca contra el estómago del taxista que, a su vez, tenía impedida la escapada porque con el cinturón de seguridad puesto cualquier movimiento para huir del agresor se tornaba en imposible. “Le di las monedas que tenía... pero me gritaba ‘quiero más dinero, quiero más dinero’ y me volvía a amenazar con el cuchillo. Tuve que sacar lo que tenía en el bolsillo y se lo di”, detalla. “Después me gritó ‘¡ahora el móvil! y se lo tuve que dar también. Me estuvo rebuscando en el bolso y se quería llevar la cartera. Le dije que no tenía nada, se la abrí para que viera que solo había documentación y una foto de una Virgen. Ya dejó de insistir con la cartera y se marchó”, recuerda.
En esos momentos pasan demasiadas emociones y recuerdos, se está ante una situación límite en la que una persona, armada, tiene el poder en sus manos para hacer daño. “Me quedé blanco, no pude defenderme, fue una inseguridad total. Si la Policía Nacional, Local, la Guardia Civil suben encapuchados y con armas y tienen miedo de que les quemen los coches... imagínate un taxista que va indefenso que ni tiene chaleco antibalas ni nada con lo que poder responder a un ataque como el que sufrí yo. Si es que llevas en el coche un destornillador y ya la Policía te está diciendo que para qué lo quieres, o llevas una llave inglesa y también te la quitan. No tenemos defensa”.
“Me sacó una faca muy grande, cuando vi ese bicharraco... yo no podía hacer nada”
Francisco actuó lo más rápido posible, emprendió carrera hacia la frontera para alertar a la Guardia Civil de lo que había ocurrido, encontrando apoyo también de la Policía Local. Las batidas por la zona no sirvieron de nada porque no se dio con el implicado. Con los agentes, en el mismo vehículo policial, se adentraron en el Príncipe intentando dar con el agresor que ya se había escondido.
“Hay una inseguridad impresionante”, reconoce el afectado, quien como otros compañeros de profesión se enfrenta a situaciones adversas a las que se exponen sin contar con respaldo suficiente ni medidas de seguridad. “Fuimos por las zonas por donde huyó, pero ahí son como las favelas de Brasil pero en ladrillo, cualquiera encuentra una persona ahí”.
Mientras la Policía Nacional intenta resolver este robo con violencia, Francisco -como otros taxistas del gremio- sigue trabajando. Lo hace con miedo, como muchos, porque nunca se sabe dónde se va a encontrar con quienes solo buscan unas víctimas seguras. “No tengo más remedio que trabajar. Se llevó 80 euros de mi dinero y 50 de la recaudación, no los voy a recuperar. El teléfono móvil tampoco lo voy a poder recuperar, con todos los recuerdos de la familia”. Es consciente de que si el atracador se hubiera puesto más nervioso y le clava el cuchillo, hoy no lo cuenta dadas las dimensiones del mismo. “Eso me atraviesa la espalda”, zanja.
Francisco lleva 20 años de taxista, nunca hasta este viernes había sufrido un atraco aunque sí lleva a sus espaldas varios intentos. En el taxi se ve de todo y la inseguridad afecta de lleno a unos profesionales que montan en sus vehículos a desconocidos que no saben qué intenciones llevan. En Arcos Quebrados le atracaron, justo en el mismo lugar donde años atrás lo hicieron con su padre, que era taxista. “A mi padre fue con dos pistolas en la misma rotonda”, recuerda. En su casa el susto fue mayúsculo. Ahora solo piensa en que detengan al autor y pide que si a alguna persona le intentan vender su teléfono, que por favor se lo devuelvan y lo entreguen en la cooperativa del taxi.
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