Irak es otra etapa no prevista en la Ruta Gengis Khan. El norte de este desventurado país se supone que está tranquilo tras años de inestabilidad bélica. El gobierno regional kurdo, que controla esta zona de Irak, mantiene a raya a los terroristas del DAESH (ISIS) y tienen una paz estable (aunque frágil) con el gobierno árabe central de Bagdad. El Kurdistán iraquí se autogobierna con su propia policía y su propio ejército. Su meta principal es evitar que la guerra vuelva a entrar en su territorio y aniquilar cualquier brote de terrorismo integrista.
Hay dos puntos realmente calientes que hay que evitar a toda costa debido a los combates y atentados: Mosul y Kirkuk. Sorteamos esos peligrosos enclaves adentrándonos por las montañas del norte con el Mitsubishi Montero pero no nos queda más remedio que pasar a tan solo 70 Km. de ambas puesto que no hay otra ruta. ¿Y por qué nos metemos en Irak? Pues porque lo creemos viable tras estudiarlo concienzudamente y la fascinación por explorar nuevos lugares nos empuja a ello. Hace unos años, en Afganistán actuamos de igual modo tras una valoración similar e idéntica filosofía e igualmente conseguimos explorarla.
La primera población que alcanzamos tras cruzar la frontera entre Irán e Irak es Halabja, uno de los máximos exponentes de la crueldad de Sadam Hussein. Esta población kurda fue bombardeada con armas químicas en la década los 80 con unos resultados devastadores: 5.000 muertos y más de 7.000 afectados con terribles efectos secundarios por las armas químicas.
Pero el Kurdistán no es únicamente lo que hemos relatado. El Kurdistán iraquí nos deleita con una naturaleza soberbia y una población acogedora y encantadora. Es territorio montañoso en todas sus formas, desde suaves colinas hasta abruptas montañas. Lagos esmeraldas, caudalosos ríos, impactantes cascadas, desgarradores cañones... completan un hermoso entorno mientras avanzamos hacia Sulaimaniya, la segunda ciudad más importante y más moderna del territorio.
Las acampadas son complicadas. Buscamos lugares discretos y solitarios pero... no demasiado solitarios. Una de las noches nos despiertan golpeando la tienda y hablándonos en voz alta. Asomamos la cabeza y varias linternas nos ciegan pero distinguimos armas entre los destellos. Sólo entendimos la palabra "Police", eso nos dio tranquilidad. Llevan uniformes de camuflaje y sus fusiles de asalto en las manos. Nos identificamos con los pasaportes, se relajan y son extremadamente amables pero nos dicen "danger", que no podíamos estar ahí. Nos ofrecen su cuartel de policía y acampar en su parquing. Se portaron con nosotros estupendamente, como todos los kurdos que hemos conocido hasta ahora, es un pueblo hospitalario y auxiliador.
Y por fin Erbil, entramos con el Mitsubishi Montero en una de las ciudades más antiguas del mundo continuamente habitada. Muchas veces han intentado acabar con ella pero siempre se levanta lamiéndose sus heridas. Ahora renace tras la terrible represión de Sadam Hussein y la guerra. Protegen su historia y por ello su impresionante ciudadela ha brotado de entre sus ruinas y desde su altura vuelve a lucir orgullosa sus murallas sobre la ciudad que siempre custodió.
Siguiendo la ruta montañosa alcanzamos más enclaves históricos como Amadiya, nacida hace 5.000 años en la cresta de una montaña rocosa, y la inolvidable Aqrah, fundada en el siglo VI a.C. por el príncipe kurdo Zand. A lo largo de su historia se establecieron judíos, cristianos y posteriormente fue invadido por el Islam pero estas comunidades fueron respetadas y convivieron juntos en paz hasta que se creó el estado de Israel y casi todos los judíos emigraron a la nueva patria hebrea.
La hospitalidad de este pueblo es tan grande que enseguida ofrecen refugio en sus hogares y quieren que probemos todas sus especialidades gastronómicas. Tras unas palabras con alguien que hablase un poco de inglés nos preguntaban: "¿habéis probado este plato de…?". Nos sonreían y nos decían: "Pues vais a probarlo con nosotros". Y de esta forma ha transcurrido las tres semanas que permanecimos en Irak, con algún sobresalto esporádico pero siempre rodeados de la belleza de su territorio y de la calidez de extraordinarias experiencias humanas.
Ahora nos espera un gran salto y larga conducción para alcanzar el país más desconocido del Cáucaso: Azerbaiyán.
Toda esta ruta se puede ver en detalle en Facebook en @RutaGengisKhan y en la página web www.ruta-imperios.com
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