Ciudad y PSOE se han enfrascado en pleno verano en una particular guerra por el estado de las playas. Los segundos se han enrocado en la crítica populista de enraizar su ataque en la Ribera, siempre etiquetada como la playa de Vivas.
De ahí pasaron a hacer mención a una hilera de fallos para terminar extendiendo los mismos a toda la gestión del presidente de la Ciudad desde que llegó a la alcaldía.
La institución municipal, por su parte, ha enumerado en un comunicado oficial todas las gestiones efectuadas, sin dejar de lado aquellas que no han podido fructificar por responsabilidad de otras áreas ajenas a la propia Consejería y que tienen que ver más bien con la administración general del Estado.
Unos y otros se enzarzan en un enfrentamiento dejando como testigos a unos usuarios que han comenzado el verano en tono crítico.
Si el PSOE no es claro a la hora de criticar porque obvia problemas de las que la administración bajo su signo político es responsable, a la Ciudad le falta cierto ejercicio de humildad y reconocimiento de los fallos o retrasos en los que ha incurrido porque no ha trabajado a su tiempo ni ha hecho los deberes.
En pleno verano este tipo de ejercicios públicos de nada sirven, no son más que pueriles pataletas que no aportan beneficios al ciudadano.
Sin entrar en polémicas partidistas, ¿es tan difícil tener las playas preparadas para el baño en el mes de junio?