Si hubiese que pagar la entrega desinteresada y los desvelos, así como el amor al prójimo que los sacerdotes derrochan sin ningún interés, yo creo que no hay ningún dinero para ello.
Lo lamentable es que la sociedad tan materialista ni lo comprende ni aun menos lo entiende, solo les vale el célebre refrán “tanto tienes, tanto vales”. Por ello, no es de extrañar cuando vemos esa gran cantidad de dirigentes fruto de la incultura donde lo que más abunda en ellos es la zafiedad, la mezquindad donde cualquier mequetrefe se le ve aupado a un alto cargo.
Cuando los Padres Oblatos se hicieron cargo de la Misión Católica del África Occidental Española eran un reducido grupo y cuyo responsable era Monseñor Félix Erviti Barcelona Prefecto Apostólico del África Occidental Española con sede en Sidi Ifni y la demarcación del Sahara que cubría el propio Sidi Ifni, Villa Bens (hoy Tarfaya), Villa Cisneros y La Güera.
Aquellos Padres Oblatos se tenían que multiplicar para su inicio en un destartalado local. Daban clase a niños y niñas europeos y musulmanes, y no solo les impartían la enseñanza, también a muchos estómagos vacíos les alimentaban con productos de una granja que estos Padres Oblatos regentaban propiedad de ellos.
Bajo la responsabilidad de Monseñor Erviti aquel reducido grupo de Misioneros Oblatos llevaron a cabo una labor muy encomiable, no solo la enseñanza a los pequeños, también la ayuda material y evangélica a todo aquel que lo necesitase, fuese europeo o nativo, para ellos todos eran hijos de Dios.
A la izda. Monseñor Erviti, prefecto apostólico del África Occidental española. A la drcha. Monseñor Erviti en las trincheras de Ifni
No había día que no fuesen requeridos sus servicios que allí inmediatamente estaban los Padres Oblatos, aunque por desgracia cuando tantas y tantas obras buenas realizan estos Ministros de Dios, los humanos solemos ser poco agradecidos, ya que el bien que se recibe como escribió un buen filósofo así lo explica: "el bien suelen escribirlo en barras de hielo".
La asistencia religiosa en Ifni llegó el 30 de junio de 1936, cuando llegaron a Ifni los Hermanos Franciscanos, Fray Antonio, Padre Félix y el Reverendo José Costala, cuyo recibimiento por parte del entonces Gobernador no pudo ser más decepcionante.
La primera misa se celebró el 2 de julio de 1936, con escasa participación y tras oficiar la Santa Misa, se fueron paseando y cuando vieron una mezquita, el Faquir les invitó a visitarla, y tras recorrer dicha mezquita depositaron una limosna y con mucha razón el Reverendo Fray Antonio Félix dijo una verdad como un templo: “los nuestros no nos reciben y los extraños nos colman de atenciones".
Cuando iniciaron su labor apostólica, los Padres Franciscanos y más tarde los Padres Oblatos, Sidi Ifni era una ciudad con calles de tierra y sobre todo mucha pobreza.
Tanto es así, que aquello era tercermundista, pero con las ayudas del Gobierno Central y el esfuerzo de las autoridades locales se fue convirtiendo Sidi Ifni en una bella ciudad, donde estos misioneros en unas pequeñas instalaciones impartían enseñanza donde sin distinción de razas allí estaban los europeos con los nativos, compartiendo muchas veces la alimentación que estos sacerdotes les proporcionaban.
La labor de estos sacerdotes en cifras es más que elocuente. Los Padres Franciscanos durante su estancia en Sidi Ifni, se contabilizaron 150 bautizos, 150 matrimonios, 25 entierros, 42 confesiones, 16.296 comuniones, posteriormente otras 26.297 Comuniones, y todo esto en el corto espacio de los Padres Franciscanos hasta la llegada de los Padres Oblatos con el Prefecto Apostólico Monseñor Félix Erviti Barcelona y los sacerdotes que le acompañaban.
Si hubiese que pagar todos estos servicios ello sería impagable, y allí donde fuesen requeridos estaban presentes, lo mismo en Telata, Tabelcut, Tiliuin, Tag Agra, Villa Bens y Villa Cisneros, donde tenían la misión católica.
Cuando en noviembre de 1957 comenzó la guerra, en las propias trincheras donde silbaban los proyectiles y las explosiones de los morteros, allí estaban estos soldados de Cristo, lo mismo que en el hospital dando ánimos y fortaleza a los soldados heridos, y aunque es triste, los restos mortales de los que habían entregado lo más preciado del ser humano, "sus vidas", al servicio de la Patria recibían en nombre de Cristo el calor de estos Padres Oblatos hasta su última morada en la sepultura.
Hoy después de más de medio siglo aquellos que vivieron en esos territorios recuerdan con cariño y gratitud a los Religiosos Oblatos, que tan alto dejaron la encomiable labor apostólica al frente de dicha misión con el Prefecto Apostólico Félix Erviti Barcelona.
En cifras los 184 muertos de dicha campaña y los 500 heridos desde noviembre a marzo de 1957, y hasta después de 1958, allí estuvieron entregando con cariño su magnífica labor apostólica, al servicio de una sociedad tan poco agradecida con estos Misioneros Oblatos.
Afortunadamente la labor de los religiosos estén donde estén su mejor premio está en la cita de este intelectual: “los buenos no necesitan que se les defienda” (Plutarco).
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