La logística rebasó todos los límites por lo que con toda urgencia se trasladaron unidades, como en este caso de Melilla
Araíz de los ataques a los territorios de Ifni-Sahara, el Estado Mayor Central del Ejército ordenó el envío de batallones expedicionarios, grupos de artillería, caballería así como compañías expedicionarias de intendencia, transmisiones y sanidad.
Ello supuso que la guarnición de Sidi Ifni que apenas sobrepasaba los 2.000 soldados con la llegada de estas unidades expedicionarias se aumentó en algo más de 7.000 soldados, y para ello, lo que es la logística rebasó todos los límites por lo que con toda urgencia se trasladaron unidades, como en este caso fue la Compañía Expedicionaria de Intendencia de Melilla.
Embarque en el ‘Ciudad de Salamanca’
Rafael García Jiménez, mi buen amigo Coronel de Intendencia, y su esposa Juana María González Martínez, licenciada en Magisterio y Filosofía y Letras, en el libro escrito por ambos ‘Una tumba sobre Ifni’, en el prólogo del libro emociona leer lo que son verdades como catedrales que así dice: “A nuestra generación, la ignorada, la silenciada que ha sostenido y aupado a España con el pluriempleo trabajando sábados y domingos. La que admiró un día a los alemanes y odió a los ingleses. La que empezó a conocer luego a los norteamericanos y también a los alemanes y a los ingleses”.
Y sigue con esas verdades: “Y formando un todo porque todos los somos, mujeres y hombres, a los soldados voluntarios y de reemplazo españoles verdaderos protagonistas de dos guerras también silenciadas Ifni y Sahara”.
En la mañana del 6 de enero de 1958 en el puerto de Melilla atracaba el buque de Trasmediterránea ‘Ciudad de Salamanca’ y poco antes en el patio del Cuartel de Intendencia del Barrio de El Real salía la Compañía Expedicionaria de Intendencia con diez caballos y ochenta y un mulos, al mando del capitán Luis Ayora Alonso, y los tenientes Ricardo Salazar Andújar, Antonio Martínez y Rafael García Jiménez, coronel recientemente fallecido.
Apenas había anochecido a bordo del ‘Ciudad de Salamanca’, la compañía de Intendencia estaba acomodada en el buque con el ganado y armamento y munición con la misión en Ifni de atender a los millares de combatientes que con anterioridad tantas penurias habían tenido que soportar.
Hay una anécdota que narra el coronel Rafael García Jiménez que reviste misterio o quizás humor. En el embarque en el Puerto de Melilla se contabilizaron en dicha Compañía Expedicionaria de Intendencia que habían embarcado ochenta y un mulos y sorpresa al anochecer cuando llegaban a Sidi Ifni en el recuento solo había ochenta mulos, que se evaporó o que en la travesía se arrojó al agua. Esto es lo sucedido, narrado por el coronel Rafael García Jiménez.
Una labor de la intendencia poco valorada y silenciada, que con muchas dificultades ellos llegaban a las posiciones lo mismo con víveres, agua o mantas para combatir el frío del desierto.
Los convoyes a les posiciones
Eran finales de enero de 1958 cuando la Compañía Expedicionaria de Melilla desde el Acuartelamiento de la Isleta en Las Palmas de Gran Canaria embarcaba de nuevo con destino a Sidi Ifni y a través de redes y grúas iban abandonando el buque tropas y ganado y el avituallamiento para las misiones que iban a realizar. Provisionalmente se instalaron en una factoría de pescadores y anexo en otro alojamiento se instalaron los caballos y mulos de la compañía.
Resultaba muy complicado el abastecer a los centenares de soldados que cubrían las posiciones, pero la llegada de esta compañía Expedicionaria de Intendencia fue como un regalo venido del cielo. Aquellos esforzados soldados con los mulos, aljibe y otros vehículos puntualmente les llegaba la comida, el agua y la alegría que trasladaban estos soldados de intendencia a sus cientos y cientos de compañeros que defendían en las trincheras el honor de España.
Con gran razón el coronel Rafael García Jiménez tenía estos recuerdos: “Dentro del anonimato que es patrimonio del trabajo de la intendencia”, y así es el trabajo de las Fuerzas Armadas esa digna tarea del soldado, donde los esfuerzos, sacrificios y riesgos solo quedan en el corazón de ellos y en los historiales. Y para comprobarlo más reciente fueron los más de 200 soldados de la ‘UME’, en el incendio de La Gomera-Tenerife. Sofocado el incendio cuando se retiraban a su paso por los pueblos camino del muelle, cientos de vecinos se agolpaban a lo largo de la carretera, les despedían con lágrimas en los ojos y aplaudían a estos abnegados soldados, cuyo mejor premio que se llevaban era esta muestra de cariño y la satisfacción del deber cumplido.
Los meses de enero a julio de 1958 fueron de una intensa actividad para los hombres de la compañía de Intendencia de Melilla. En todas las operaciones que realizaban los mulos trasladaban desde ametralladoras a morteros y hasta alambre de espino para fortificar las posiciones, así como víveres, agua y municiones y hay que tener en cuenta que había que atender a más de 10.000 soldados, multiplicándose con los hornos de intendencia que suministraban diariamente pan para dos millares de Soldados.
Ese bien tan preciado como es el agua y necesario para el ser humano, los soldados de intendencia lo llevaban por pistas, algunas de ellas impracticables, con mucho esfuerzo y sentido del deber, las alegrías llegaban a las posiciones con los aljibes de agua.
En sus memorias el hoy coronel Rafael García Jiménez, entonces teniente, que en julio de 1958 la compañía Expedicionaria de Intendencia de Melilla embarcaba en el Buque ‘Cabo de Hornos’ hacia Melilla, al alejarse de Sidi Ifni ‘La Intendencia de Melilla entraba en la historia’.