Quien mire al cielo y no vea una, miente. Quien no tenga una cagada sobre sus ropas, miente. Quien no encuentre güano perforando la chapa de su coche, miente. Quien no haya sufrido la mancha de cal en sus zapatos, miente. Quien no las encuentre anidando en sus tejados, miente… Es una amenaza sin nombre, fantasma, que viene del aire y por el aire vive; que surca los cielos caballas en difíciles acrobacias aéreas y que se posa y reposa entre las grúas, las chimeneas, las terrazas y las antenas de la ciudad.
La Gaviota, conocida popularmente por su nombre en latín “pavanus caballeas” (broma), se pavonea o mejor dicho, se pavanea, entre nuestros mares y nuestra tierra como verdadera y absoluta reina de la caballa y del caballa. La Pavana, ave en cuestión, es –y desde hace mucho- una plaga. Una plaga no bíblica pero si empírica, la más callada de las plagas, la que no tiene nombre…Adosada a la pared de la defensa de los intereses naturales, como una de las lapas ferruginosas de nuestras costas pero sin el peligro de extinción de la “Patella Ferruginea”.
La Pavana, pobladora de piedras y acantilados; devoradora de Vacies y Vertederos, se ha pasado al lado oscuro de la civilización y se aferra a los nuevos acantilados con forma de pisos mientras engorda, en su transformación a depredador, con todo tipo de alimañas y otras aves.
El ave en cuestión se ha apropiado de edificaciones y, al margen de sus habitantes, ha duplicado, que digo duplicado, triplicado su población, dándose el caso de pequeños incidentes ante las personas que terminan con un susto pavonoso ante el ataque de estas “ratas voladoras”. Si el daño que ocasionan se valorase en euros, estoy convencido que las medidas se tomarían, como lo han hecho ya en poblaciones como Gijón o Santander, donde las “cabañas” de gaviotas han sido sometidas a un ejercicio de control de plagas y tratadas como tal.
Sin otra realidad más que la existente, sin otra intención más que la que propone la propia vida, es necesario que alguien tome riendas y cartas en este asunto. La población de gaviotas en Ceuta es tan exagerada que no existen recursos alimenticios para tanta ave, ni el mar es lo que era, ni el vertedero ofrece dicha alternativa, asi es que el problema se traslada a la ciudad, y en ella, al ciudadano.
Ahora es más fácil, -para el bicho en cuestión-, comer directamente de un contenedor, (dado que en la mayoría de los casos se encuentran abiertos por culpa de algún buscador de dos patas). Un estudio de dicha especie en Ceuta sería necesario, asi como el número y cantidad que podría mantenerse y que deberíamos soportar. Y si estoy equivocado, (que seguro que si), pues que me corrijan los que saben.